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Siglos atrás, una joven vivía en un pueblo a orillas de la antigua grecia, desde siglos que aquel bastó imperio cayó, igual que sus dioses. Aquellos que en el panteón griego eran tan venerados, ahora solo alaban a un solo Dios. Tuvo un bello pero...
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"Tengo miedo, oh mi caballero, ayúdame y sálvame de este castigo."
- Tenemos que hablar - Sus palabras salieron como un valde de agua fría sobre la espalda de la chica, su padre e su madre estaban frente a ella, su padre mostraba una clara cara de orgullo y su madre una de perturbación, algo que logró hacer que el rostro suave y dulce de Charlotte pasara a uno de espanto a oír las palabras de sus preciados padres.
- El duque Rege de familia noble Regat ah pedido tú mano en sagrado matrimonio, quiere pasar unos meses en la costa para llevarte con el a la corte de Versalles - Habló su padre, que por el contrario de su hija y esposa, estaba feliz que la belleza de su hija llamará la atención de un noble famoso de los más famosos de la época de echó. En el momento en el que le dieron la noticia, el pecho de Charlotte comenzó a doler, no por herida o enfermedad, si no por pesar mental, estos meses fue de lo mejor para ella sin duda conocer a aquel extraño joven fue lo mejor que le pudo haber pasado aparte de nacer en este mundo como humana, la sensación de la más filosa daga estaba en su pecho, no solo tendría que contraer matrimonio con un desconocido si no que también tendría que alejarse del sintió dónde se veía con aquel hombre y de su familia.
- Hija, ¿Pasa algo? - Preguntó preocupada su madre, acercándose a la chica, quien solo mantenía su cabeza alzada supuestamente mirando a sus padres más sus ojos saban al vacío, Charlotte quién estaba en lo profundo de sus pensamientos solo sonrió con calidez a su amada madre.
- No madre, estoy feliz de que alguien al fin tomó mi mano en matrimonio y esperó darle hijos e una familia feliz siendo buena esposa - Sonrió a su madre, lo cuál la mujer creyó en su dañado corazón devolviéndole a su única hija la sonrisa que esta le otorgó.
- El duque Regat vendrá este sábado de visita, tienes dos días para prepárate hija mía - Su padre tomó de los hombros a Charlotte que sólo asintió sonriendo a ambos progenitores.
- Bien padre, lo recibiré con mi mejor sonrisa, esperó que ambos nos llevemos bien, ahora padre y madre, me dispongo a dar una de mis caminatas diarias por la playa, quiero relajar mi mente un poco - Habló suavemente, sin duda sería lo mejor contarle a aquel joven dónde terminaría siendo su nuevo hogar para seguir viéndose.
- No - Sentenció el hombre mayor con rostro serio. - Si algo te llega a pasar que haremos -
- ¡Pero padre! Ya eh ido todo este tiempo, todo estará todo bien, conozco la zona como la palma de mi mano, por favor - Imploro a su progenitor, quería ver a aquel joven una vez más.
- No es no Charlotte no vamos a discutir - Regaño, pues no dejará que nada le pase a su hija, como si fuera un objeto que deb cuidar para venderlo a un buen precio.
Un ave en jaula de oro.
- Henry no le hables así - Intentó ayudar a su hija la mujer mayor, no quería que su marido y su hija discutieran algo que su pequeña entendió y asintió a las palabras de su padre.
