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Siglos atrás, una joven vivía en un pueblo a orillas de la antigua grecia, desde siglos que aquel bastó imperio cayó, igual que sus dioses. Aquellos que en el panteón griego eran tan venerados, ahora solo alaban a un solo Dios. Tuvo un bello pero...
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"Una consagración en el nombre del señor"
Es el fin.
No había nada más que describiera lo que iba a suceder en pocas horas, es el fin, es el fin.
Pero quiere ser salvada.
¿A quien debería rezar por ello?.
Claramente a Poseidón si, por mas tonto que suene sabía bien que el acudiría a su rescaté y si no era así, tenía fe en su salvación, que todo era un mal sueño del cuál despertar, sabiendo que Anfitrite no era esposa de la deidad que ama, que no estaba a poco tiempo de ser condenada, que sera atada a un palo de madera y quemada, que sus padres están de su lado.
Todos delirios de alguien que no acepta que moriría a mano de su gente ¿Realmente Poseidón la amaba tanto como hablaba? si es así que la salve, que la salve y se divorcie si en verdad la ama.
¿Está pensando ella claramente?.
¿Quiere en verdad estar con alguien como el?.
Es alguien complicado ahora que quita cada uno de sus encantos masculinos, su voz tan... Grave capaz de seducir a alguien, su cuerpo , sus toques era tan perfectos para conseguir la atención de una dama. Pero tras esos encantos masculinos, había alguien que no sabe lo que es el amor solo la obsesión.
Tal vez esta pensándolo mal y si sabe que es eso a lo que el ser humano llama amor pero ¿En verdad es posible que el sepa amar de la forma correcta?. Siempre soñó con un hombre atractivo, más alto que ella que mostrará una personalidad agradable y bella, cuando conoció a Poseidón el era atractivo físicamente pero su personalidad, era lo contrario a lo que esperaba.
- ¡Es el fin! ¡Maldita sea, maldita sea! -
Charlotte lanzó al suelo un tazón de madera dónde hace poco le habían traído lleno de leche junto a un pan duro, la habitación dónde estaba apenas poseía una cama con una manta blanca y áspera, una pequeña ventana e un altar con una estatua de la virgen María ¡Totalmente espantoso!, solo ella y el vestido que le había regalado Poseidón eran llamativos ahí.
Nada digno de una noble.
Ya con desconsuelo total se tiro a el suelo a llorar, sus lágrimas corrían rápidamente una tras otras en sus rojas mejillas por los sentimientos que experimentaba.
- ¡Me dijiste que me amabas Poseidón, si es así ven y sálvame! ¡¿Tanto que cuesta?! ¡Todos los del pueblo me odian por tu maldita culpa! ¡Nunca fue bueno aceptar tus palabras lindas, no fue bueno ser la amante de un dios! ¡Yo... por favor sálvame, no se que hacer, tengo miedo y estoy sola, quiero que me salves no quiero morir... -
Ni siquiera ella estaba cuerda ya, sus palabras ya no tenían una verdadera base para apoyarse, ni los insultos ni las súplicas. Solo eran palabras de alguien en desesperó total.
