Noviembre 12/ 2017
Aún no puedo descifrar como es que la vida funciona para mí. A veces me pregunto si algún día podré seguir con mi vida o si simplemente siempre me voy a encontrar en la monotonía, viviendo una vida por obligación no por gusto.
Es asfixiante mirara a mi alrededor y darme cuenta que soy el único que no disfruta de estar aquí; vivo.
─¡¡Hey!!
El grito estrepitoso delante de mí, me hace quitárme los audífonos y mirara a mi alrededor, buscando a la persona que captó mi atención.
Inmediatamente localizo a mi pelinegro amigo a unos cuantos metros, delante de mi.
—¿Ni siquiera los buenos días?—recrimina apenas llego a su lado.
André es parte de esas personas por las cuales yo aún sigo aquí, tratando de sobrevivir.
Porque sé que sin mi él se volvería aún más imbécil de lo que ya es. Aunque él jamás lo admita yo lo hago tener un poquito de cordura.
Aunque claro, a veces no lo logro del todo.
Sin ganas de iniciar una pelea ridícula con André me limito a responderle.
—Buen día Ackerman—contestó mientras cruzamos las puertas de la escuela y avanzamos directo hasta nuestro salón de la primera clase.
—¿Todo bien?—pregunta cuando entramos al aula.
Volteó a verlo y levanto mi ceja derecha.
—Si ¿por?
—No sé, hoy no me has insultado o lanzado algunos de tus comentarios sarcástico de mierda—Mi amigo toma asiento frente a mi lugar y rápidamente gira su cuerpo para seguir con nuestra charla.
Vuelco los ojos por su comentario.
—Si te digo algo sarcástico me reprochas y ahora que no lo hago de igual forma lo haces ¿Quién te entiende?
—Es solo que...—frunce sus labios—estas raro.
—Solo no quiero discutir estupideces contigo, no hoy.
—Como quieras—se encoge de hombros.
Los altavoces instalados en las esquinas del salón nos interrumpen de repente. Dándole paso a la voz gruesa y demandante del director.
—A todos los estudiantes, favor de presentarse en el gimnasio inmediatamente, daremos inicio a la asamblea semanal dentro de 10 minutos.
Una mueca de disguto azota mis facciones. Odiaba esas estúpidas asambleas.
Cada semana la escuela organizaba una "reunión" con todo el alumnado, en ella daban a conocer noticias relevantes sobre la semana de escuela, de igual forma también era una ocasión que el director aprovechaba para reprender a ciertos estudiantes por su comportamiento y así dejarlos en ridículo, algo cruel pero necesario. Aunque no tenía mucha eficacia pues no era como si unos adolescentes de entre 16 y 18 años le hicieran caso al director.
Me levanto de mi lugar y tomo mi mochila, echandomela sobre el hombro.
Miró con recelo al chico que se encuentra aún sentado.
—¿No planeas ir?—preguntó.
—Naaa—hace un mohin—paso de escuchar la cantaleta del director. Aprovecharé está hora para tomar una siesta matutina.—con desdén acomoda su mochila sobre la butaca, recostando su cabeza después sobre ella.—Te veo en la clase de estadística.
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Cuando La Vida Deje De Doler.
Teen FictionAdrien Dunkelheit ha pasado por un gran trauma y eso le ha quitado muchas cosas. A lo largo de su vida, se ha vuelto una persona sombría, triste y sin ganas de... vivir. Desde ya largos años atrás ha querido sacar todo aquello que lo mata por dentro...