Capítulo 26

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Kazajistán por fin había vuelto al país en que trabajaba, y como los demás vieron venir, Kirguistán igual se fue

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Kazajistán por fin había vuelto al país en que trabajaba, y como los demás vieron venir, Kirguistán igual se fue. Bielorrusia seguía ahí, pero debido a la manera de actuar de Ucrania, parecía que no le importaba. Además parecía estar muy ocupado con su proyecto final.

No quiso molestarlo, así que debía volver a la estación policial y cumplir con sus deberes, que por cierto seguía odiando.

Últimamente solo ocurrían pequeños casos para trabajar, cosa que agradecía ya que no tenía que ver a Rusia mucho tiempo, y parecía ser que este también lo evitaba.

Por otra parte ese día era su cumpleaños. Sus compañeros en la oficina no tardaron en llenarlo de obsequios y felicitaciones. Dulces, libros y unas cosas que no se atrevía a mencionar le fueron regaladas. Pero entre sus favoritas estaba el regalo de Uzbekistán.

― Ábrelo. ―Una pequeña caja de terciopelo negra fue colocada en sus manos. Debía admitir que esperaba cualquier cosa de parte del mayor, pero no un anillo. Era lindo y tenía su nombre grabado en el, el problema fue que estaban llamando la atención de sus compañeros.

― ¿Por qué no te lo pones?― Preguntó con preocupación―. ¿No te gusto? Creí que lo haría.

― No es eso...

― Entonces déjame ayudarte. ― Tomó el anillo al igual que la mano izquierda para intentar colocarle la argolla en su dedo anular. Entonces los gritos de emoción se dejaron escuchar. Volvieron la mirada hacia la pequeña multitud que se hizo a sus lados y tuvieron la decencia de sonrojarse. Más aún, cuando Rusia apareció.

― ¿Que? ¿Ahora van a casarse?― Pasó entre sus trabajadores para llegar hasta los protagonistas de esa extraña escena―. ¿No me digan que también tienen un hijo escondido?

USA y Uzbekistán se apartaron rápidamente tratando de explicar su situación, cosa que no fue escuchada por el mayor quien mando a los demás a trabajar.

― Feliz cumpleaños, Ame.― Sonrió―. Te invitaría a cenar pero no creo que a tu prometido le guste eso.

Escuchó quejas de los menores, pero las ignoró mientras abría su oficina.

USA acariciaba el anillo en su dedo. Era realmente lindo.

Así pasaron cerca de cinco minutos hasta que el estadounidense dijo algo que logró llamar la atención.

― No iría a cenar contigo de nuevo...jamás.

Bueno. Rusia entendía eso. Tampoco volvería a salir con alguien a comer si le hubiesen hecho lo que él hizo. Eso no significó que no le doliera.

Al final del día, USA finalmente aceptó cenar con él, mas no en un restaurante, sino en casa del propio ruso. El tiempo se les fue rápido mientras platicaban y se divertían.

Pronto dieron las nueve, por lo que debía volver a casa.

Rusia entendió eso y se ofreció llevarlo de vuelta. Fue...realmente incómodo.

USA estuvo tentado a saltar del automóvil varias veces mientras que en la radio se seguían escuchando canciones con letras cursis como "Eres mi copiloto en el camino del amor" "Sin ti en mi vida, no sé que es la felicidad" Al parecer el detective entendió eso, porque rápidamente lo apagó.

Afortunadamente llegaron en menos tiempo del que creían.

― Ame...― Lo llamó cuando salía del auto. Se posicionó a su lado mientras el menor sujetaba con una mano su abrigo y el obsequio del ruso. Apenas pudo levantar la cabeza cuando los labios del mayor ya estaban sobre los de él.

Abrió los ojos sorprendido. No veía eso venir.

El de cabellos blancos empujó contra el auto al rubio mientras lo seguía besando. Este no sabía cómo reaccionar. Cuando se separaron, solo pudo alcanzar a correr hasta su apartamento mientras oía a su jefe gritar porque dejó caer sus cosas.

Ni siquiera pensó en usar el elevador, por lo que subió corriendo y completamente cansado, tan cansado que casi tropieza con la pequeña caja en frente de su puerta.

« ¿Qué es esto?»

Confundido, la tomó. Era algo grande, posiblemente cerca de treinta centímetros. Roja con detalles azules y un enorme lazo blanco. Cruzó la puerta y dejó la caja sobre la mesa antes de volverse hacia ella para ver de quien era. Cuidosamente no decía su remitente, así que se inclinó para poder ver su contenido.

Sabía que era para el por la etiqueta con su nombre. Un libro. Solo había eso. Un libro de psicología. Esculcó la caja una última vez, dándose cuenta que en realidad había una nota hasta abajo.

"Feliz cumpleaños, América

UK"

Quizá si era tiempo de que se mudara.

Quizá si era tiempo de que se mudara

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Efectos secundarios (RusAme)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora