C I N C O

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Nyoko

Era Takemichi.

— No, no lo he visto, ¿pasa algo?

No dijo más, y se fue corriendo.

Algo andaba mal.

Si bien ni siquiera le había dirigido una palabra a Draken, era el vicepresidente de una las pandillas más importantes de Tokyo, de la cual Smiley y Angry eran miembros; algo había ocurrido y quería saber qué era.

Así que opté por ayudar a buscar al rubio.

Traté de evitar estar entre la multitud, en especial no quería toparme con los gemelos o Mitsuya, terminarían molestandose mucho conmigo. 

Un grito me hizo voltear.

— ¡Draken!

Rápidamente busqué al dueño de ese grito con la mirada, haciendo que pudiera visualizar a Takemichi, y a Draken en el suelo, con mucha sangre.

Corrí hacia ellos dos.

Takemichi parecía estar totalmente preocupado y lleno de angustia; supuse que era porque ambos ya se conocían desde hace un tiempo. 

Los intentos de despertar a Draken fueron en vano, se había desmayado.

Después de unos segundos, Mikey le gritó a Hanagaki que le dejaba encargado a Draken.

Sin otra cosa, opte por ayudar a cargar a Draken, era demasiado pesado.

— Estarás bien, Draken, juro que vas a estarás bien. —Murmuraba Takemichi.—

A pesar de ser dos personas, no pudimos más, y terminamos ambos en un callejón.

El rubio estaba a nada de preguntarme algo, pero en eso llegaron Emma y Hinata, las cuales llamaron a emergencias: solamente había que esperar.

Pero un grupo de chicos llegaron para interrumpir nuestro pequeño momento de paz.

— ¿Qué crees que haces? —Preguntó el que parecía ser el más importante del grupo.— Tráinganme cinta adhesiva.

Todos rieron.

Takemichi comenzó a dar pasos hacia atrás.

Draken despertó, agradeció, y nos dijo que nos fuéramos, que escaparamos nosotros cuatro, y que lo dejáramos a él.

Pero simplemente no podíamos hacer eso.

Al parecer el rubio pensó lo mismo que yo, y gritó hacia el cielo.

Le pidió a Hinata que retrocediera, y le pidió disculpas a Draken por no hacerle caso a su pedido.

— Aléjate, Nyoko. —Me pidió.—

— ¿Ah? Tus heridas no son buenas, no podrás hacer mucho tú solo. —Le dije.—

Pero no me hizo caso, y volvió a caminar hacia el frente.

— ¿Quieres morir? —Le preguntó el mismo hombre.—

Maneater. | Takashi Mitsuya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora