U N O

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Nyoko

Desde que nací mi vida fue una mierda.

Mi madre me abandonó en un orfanato a los 4 años de edad, el cual era uno de los peores en Japón, ahí siempre había todo tipo de abusos y maltrato; era un infierno, aunque me pudo haber ido peor.

Tenía 7 años, cuando una nueva niña llamada Kahara llegó al Orfanato; jamás le hablé, pero ella era muy linda, y no, eso no era bueno en ese lugar, a pesar de que ella tan solo tenía 7 años, algunos cuidadores de más de 25 años de edad.

Recuerdo un día ver como uno de los que hacían limpieza la intentó besar, y ella lo golpeó en la entrepierna y salió corriendo, era rápida.

En cada descanso que teníamos, yo siempre aprovechaba para alejarme de la Casa Principal; habían unas rejas que impedían que cualquiera saliera o entrara, pero aún así, no evitaba el contacto entre personas del Orfanato y extraños.

Yo conocí a dos niños.

Ellos iban a veces a jugar al bosque que estaba detrás del Orfanato; yo solamente observaba desde lejos, hasta que notaron mi presencia.

Nos hicimos amigos, jugábamos algunas cosas, o simplemente hablábamos entre nosotros.

Les conté el infierno que era el Orfanato; a decir verdad, no recuerdo muy bien cómo sucedieron las cosas, pero ideamos un plan para que yo pudiera escapar.

Y pasados unos meses, por fin llegó el momento: eran épocas navideñas, y la mitad de los guardias y cuidadoras se iban a sus casas: el momento perfecto para escapar.

Yo estaba lista, tenía todo listo, iba corriendo hacia el bosque, pero un grito me hizo detenerme y girar sobre mi propio eje.

La niña que había llegado, Kahara, estaba a punto de sufrir un acto de agresión sexual de parte de un guardia.

Yo corrí, y la ayudé.

Conocí a aquellos niños en abril, y en ese tiempo me dijeron que tenía que prepararme: ellos me enseñaron muchas cosas, muchas cosas sobre pelear, además, por mi cuenta practicaba leyendo algunos libros viejos de defensa personal en la biblioteca, o incluso veía a compañeros jugar a las "luchitas", y les pedía que me dejasen intentar.

Tenía tan solo siete años, y la vida me obligó a pelear; apenas podía, pero era un avance.

Tomé a Kahara del brazo, y corrí con ella sin voltear atrás.

Para cuando llegué a la reja, los pequeños hermanos ya habían hecho algo en el piso del otro lado para que, cuando yo trepara la reja, cayera sobre algo no tan duro y evitara lastimarme.

Trepe la reja, y caí del otro lado; Kahara tenía miedo, lo podía ver en sus ojos, pero aquel guardia venía corriendo furioso hacia nosotras, no podíamos retroceder.

Entre nosotros tres la ayudamos, y logramos pasar; los niños nos guiaron hacia la salida del bosque, pero un par de guardias ya se encontraban buscandonos, haciendo que los gemelos y nosotras nos fuéramos por caminos separados.

Nunca volví a saber de ellos.

Después de eso, Kahara y yo tuvimos que sobrevivir a base de robos para poder comer algo, viviamos en una tienda abandonada a las afueras de la ciudad, y yo le compartí mi deseo, algo que tal vez fue mi error.

— Hay que hacer una pandilla, Kahara.

— ¿Umh?

— Sí, una pandilla, para gente como nosotras, una pandilla que revolucione, y pueda ser el refugio de personas que la están pasando mal.

Maneater. | Takashi Mitsuya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora