S E I S

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Nyoko

Todos ahogaron un grito al ver esa escena.

Incluso yo, bajé la guardia, me tomó por atrás, y me lanzó al suelo.

Era imposible.

Me confié demasiado al ser una de las mejores en el vecindario.

Estos eran los verdaderos monstruos de Tokyo.

Estábamos acabados.

— ¡Estás quedando mal delante de tu novia, Hanagaki!

— ¡Incluso una chica debe de ayudarte porque eres débil!

— ¿Podrías ser más patético?

Takemichi cayó al suelo, pero no tardó mucho para levantarse.

Incluso me impresionó ver la manera en la que sacó la navaja de su mano.

Como si no le hubiera pasado nada, volvió a correr hacia Kiyomasa.

Las chicas gritaban que se detuviera, incluso yo le quería decir eso, pero no era nadie para decirle qué hacer; y aunque lo hubiera hecho, ese rubio de ojos azules no tenía intención de detenerse.

Por primera vez en mi vida, sentí un sentimiento de esperanza, esto era de lo que se trataba ToMan, esto era de lo que se trataba una pandilla de verdad.

Sentí un sentimiento de impotencia, y como si yo conociera a Takemichi y a Draken de toda vida, sentí unas ganas de protegerlos.

Takemichi saltó hacia Kiyomasa, y de la misma forma que yo anteriormente, subió hasta su cuello, y se aferró a éste.

— ¡Me da igual si me veo patético, me da igual si no soy como Mikey, porque yo soy Takemichi Hanagaki!

Miré al de ojos azules: estaba herido, estaba muy lastimado, y a pesar de que Kiyomasa le ganaba en todos los aspectos de la pelea, él estaba dándolo todo para proteger a los que más ama.

Al tener mi sueño de tener una pandilla, una de las razones era para proteger a los que necesitan ayuda, ser el refugio de las personas sin un lugar a dónde ir, y ser la persona que cambie todo el medio de las pandillas de Tokyo, de Japón.

Darles a aquellos la familia que nunca tuve.

Las personas que estaban delante mío, no eran mi pandilla, tan solo había compartido algunas palabras con algunos de ellos, con Draken ni siquiera había hablado.

Pero aún así, sentí por primera vez el sentimiento de tener una razón para vivir.

Yo quería protegerlos, yo quería ayudar, yo quería ser útil por primera vez en mi vida y de verdad ser parte de algo.

Así que, me levanté, y también decidí ayudarlo.

Nuevamente, yo sujeté sus brazos, esta vez sí lo hice con todas mis fuerzas, mientras que Takemichi se encargaba de ejercer fuerza con sus piernas en el cuello de Kiyomasa.

Por primera vez en toda la noche, algo había dado resultados, puesto que Hanagaki logró hacer que se desmayara, y por ende, tirarlo al suelo.

Takemichi susurró algo que no pude escuchar, supuse que fue para sí mismo.

Las risas de los hombres que acompañaban a Kiyomasa resonaron todo el callejón.

Esto aún no había acabado.

Hinata corrió hacia el rubio.

— No vengas, Hina. —Le dijo bastante cansado.— Vete, todos, váyanse.

Maneater. | Takashi Mitsuya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora