𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑽𝑬𝑰𝑵𝑻𝑰𝑶𝑪𝑯𝑶

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La muerte

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La muerte. Un efecto terminal; un proceso decisivo; la extinción. Tan escalofriante como la vida misma o inclusive peor. Tantas generaciones, tantos tiempos y religiones, filósofos y científicos, demasiados incluso para los historiadores mismos y aún sin saber nada respecto a ella más que un sentimiento en común: el miedo.

Cuando el primer cuerpo cayó, el terror se impregnó en cada persona a su alrededor. Sonó hueco ante los oídos de Snyder que era el más cercano a su compañera, Tamara Thomson. Observó la poca piel que podía verse en su cuerpo tornarse pálida y lúgubre, el olor a putrefacción llegó a su nariz, cosa absurda porque, aunque estuviera muerta, aún era demasiado reciente como para sentirlo.

Muerta.

Esa palabra inconexa en su cerebro aún no le terminaba de cerrar. Nadie reaccionaba realmente como debía después de verla caer, no sentían que pudiera ser cierto que de un momento a otro dejase de respirar. El pavor estaba presente, eso los había congelado en sus lugares por una fracción amplia de tiempo. Y cuando la mirada verde y vacía de Steve Pine observó al siguiente encapuchado, fue la cruda percepción de Carl quien salvó —al menos por otro corto período de tiempo— tanto a Snyder como a Cindy de un destino cruel.

Snyder agarró del codo a Sara Miller quién trastabilló tratando de seguir la corrida en plena oscuridad y abandono. No tenía más opción que aquella, seguir a la manada. Aunque el cazador supiera perfectamente bien cómo conseguir llegar a ellos y acorralarlos. La rubia esperaba, aún con sus manos atadas y con su propia vida en juego, que Aran estuviera lo suficientemente lejos de su grupo. Lo más lejos posible de aquél detrás del frío y sombrío brillo en los ojos de Pine. E inclusive, tal vez lo necesitara lejos de ella y eso es lo que más hacía su corazón flaquear.

Todos cruzaron una pequeña habitación hasta llegar a un pasillo y se detuvieron desorientando a Sara que no encontraba ninguna salida aparente.

—¿Vendrá detrás nuestro? —En su voz había un claro dejo de desesperación y melancolía. Si Sara no recordara lo tozuda y desalmada que podía llegar a ser esa morocha, hubiera creído que la muerte de Tamara Thompson la había afectado. Pero la rubia sabía perfectamente que no era así. En sus memorias se encerraban las imágenes de almuerzos juntas, algunas veces Cindy la había invitado a juntarse con ellas, aunque nunca había pertenecido. Miller nunca se había cuestionado el hecho de no saber de dónde se conocieron, simplemente creyó que fue durante las clases. Ahora, rememorando, lo dudaba. No. A Cindy le era indiferente la víctima, le preocupaba su asesino—. ¿Lo escuchan?

Todos se mantuvieron en silencio mientras trataban de distinguir pisadas o ruidos ajenos a sus respiraciones atolondradas. No. Nada irrumpía su falta de aliento más que el sonido de una gotera no muy lejos de ellos.

—Pareciera que no. —El comentario de Snyder apenas fue audible, su mente estaba dispersa en lo que acababa de suceder—. ¿A qué mierda está jugando Steve?

¿Acaso llevaba un arma encima? No, no le había visto ni moverse. ¿La habría envenenado en algún momento? No tendría sentido, hacía mucho tiempo que a Steve no lo veían.

EL CÍRCULO ©  |  #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora