𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑺𝑬𝑰𝑺

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El equipo se puso manos a la obra cuando se reunieron nuevamente y estuvieron la mayor parte del día debatiendo sobre el caso y planearon cómo iba a ser la protección de Sara cuando dentro de un par de horas le dieran el alta médica

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El equipo se puso manos a la obra cuando se reunieron nuevamente y estuvieron la mayor parte del día debatiendo sobre el caso y planearon cómo iba a ser la protección de Sara cuando dentro de un par de horas le dieran el alta médica. Esta fue la primera vez en varios días que Aran Kang pudo volver a casa en un horario normal, estacionó donde siempre el vehículo, observó que la cuadra no estaba tan abarrotada de gente dado que era aún de día y se internó en el edificio escaleras arribas hasta entrar a su departamento. Cuando colgó las llaves en el lugar usual miró hacia los sillones donde Hada mantenía su vista hacia el televisor encendido mientras la carpeta de clase se mantenía olvidada en su regazo.

—¿Qué tal todo? —preguntó el hermano mayor mientras sonreía de lado, fue hasta allí y le revolvió el cabello despeinándola—. ¿Terminaste los deberes?

—Estoy en eso —contestó ella con una gran sonrisa sin despegar la vista de la televisión.

A Aran le causó gracia y se fue hasta la cocina negando con su cabeza. Por suerte Hada había entendido desde muy chica que ambos debían de ser más responsables y maduros que lo usual cuando sus padres murieron, ella se la pasaba en guarderías cuando no estaba en el colegio mientras que Aran estudiaba hasta que finalmente lo convenció para poder quedarse en la casa sola. La condición había sido que a la primera que algo salga desastrosamente mal ella volvería a tener niñera, ahora Aran se arrepentía olímpicamente de ello porque había convertido a su hermana en una sabelotodo responsable y astuta que no causaba problemas con tal de obtener lo que quería. Y él no se sentía para nada seguro que ella volviera sola de la escuela cuando una banda de asesinos psicópatas amenazaba a todo el mundo por las calles.

—¿Qué quieres comer? —le preguntó mientras se arremangaba y abría la heladera.

—Sí, claro —respondió ella sin la más remota idea de lo que le habían preguntado para luego reírse a carcajadas por algo que había pasado en su dibujito favorito.

Aran suspiró y se puso manos a la obra. Esa noche cenaron la comida favorita de Hada para después arroparla temprano y leerle uno de sus grandes tomos de libros de fantasía. Una vez que se durmió él trató de hacer lo mismo, dejó de lado su pizarra y los montones de carpetas que tenía en la cómoda frente a su cama. Trató de cerrar las persianas porque las luces neones de los bares y locales afuera se colaba por su habitación desvelándolo y quedó tendido allí mientras las horas pasaban.

Eran las cuatro de la mañana cuando su celular sonó despertándolo abruptamente. Miró hacia todos lados esperando ver a su hermana, hasta que medio confuso se dio cuenta que ella no lo había despertado. Agarró el celular de la mesa de luz y observó el número, era Carver, atendió.

—Hay un problema —dijo desde el otro lado de la línea—, trataron de atacar a Sara Miller en su propia casa.

—¿De qué hablas? —preguntó medio aturdido, sentándose en la cama—. ¿Ella está bien?

EL CÍRCULO ©  |  #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora