𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑽𝑬𝑰𝑵𝑻𝑰𝑻𝑹𝑬𝑺

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¿Cuán cercana a la verdad es la mentira? ¿Qué tan cerca estamos todos, todo el tiempo, cuando se tratan de nuestros sentimientos? O de hechos que no pueden ser expresados

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¿Cuán cercana a la verdad es la mentira? ¿Qué tan cerca estamos todos, todo el tiempo, cuando se tratan de nuestros sentimientos? O de hechos que no pueden ser expresados.

¿Cuán fácil las palabras pueden desviarse? ¿Qué tanto retorcerse y amoldarse?

—No lo sé, señor —contestó Carver.

Wagner lo observaba estupefacto. Ambos estaban dentro de su oficina, siempre era un hombre muy ordenado, eso mantenía también organizada su mente —o al menos eso decía siempre—. Pero ahora parecía estar todo patas para arriba. Los últimos eventos lo traían sin tiempo de acomodarse. Y, en este preciso instante, ni siquiera podía acomodar sus ideas.

Que Carver no supiera sus motivos de desconfianza no le resultaba para nada bueno. Se preguntaba cuándo ese hombre había confiado realmente en su instinto sin alguna prueba clave, había trabajado con él y sabía sobre su moral y su filosofía: sin pruebas no se podía culpar a nadie. Carver siempre pensaba que eso lo llevaría por el camino contrario a incriminar a un inocente.

Una vez, hace mucho tiempo, cuando era tan solo un pequeño e inocente novato, se había llevado por la estupidez y casi había salido incriminado alguien que no era. Eso lo había marcado de por vida, notar la angustia en una persona que había hecho nada más que lo correcto en la vida. Desde entonces, no había equivocaciones y mucho menos dudas. Carver sabía quién era el culpable de algún delito porque tenía pruebas precisas e irrefutables, Wagner lo había visto esforzarse en ello cada vez.

Ahora, que le venía con un nombre y una idea vaga, no podía hacer más que quedársele mirando allí sentado, detrás de su escritorio.

Carver suspiró frustrado y se sentó frotándose su rostro con sus manos.

—¿Estás bien? —preguntó preocupado, no tan solo era su jefe, era su compañero, un amigo—. Estamos hasta las pelotas con el caso, apenas hay mentes tan astutas como la tuya y... Dios sabe que este departamento se está cayendo a pedazos cuando no puedo confiar en nadie... —Wagner carraspeó levemente y prosiguió—. ¿Necesitas que te saque de esto?

—No —respondió rápidamente.

—Sin pruebas, no hay acusaciones. Ya sabes cómo funciona.

Carver asintió mientras suspiraba.

No era ni capaz de ver hacia Wagner, había tantas cosas que quería contarle y a la vez no. Necesitaba saberlas porque él podría movilizar cientos de hombres como se le diera la gana, pero aquí ya había suficientes mentes corroídas en la demencia. No hacía falta agregar más.

—Seguiré investigando a Ketillgud —dijo—, aunque su coartada haya sido verificada. Si a Sara Miller le parece extraño, me aferraré a eso un poco más. No es como si hubiera algo más que seguir ¿no es cierto?

—No, tengo un grupo investigando la casa, pero cualquier pista nos lleva a ese día. A nada más.

Se quedaron un rato más sumidos en silencio, cavilando sus opciones.

EL CÍRCULO ©  |  #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora