Cuando regresaron y recogieron a Scud, ya era tarde, así que Alfonso dejó a Anahí en su apartamento. La acompañó hasta la puerta y, cuando ella se volvió para decirle adiós, éste la tomó por los hombros y la retuvo unos segundos.
—Gracias por venir a la boda —murmuró.
Anahí esbozó una sonrisa radiante. La primera en varios días.
—Me he divertido mucho. Tu familia es encantadora.
—Gracias. Sarah piensa lo mismo. Sus padres fallecieron hace tiempo y sólo tiene una hermana mucho mayor. Al principio, le resultábamos demasiado abrumadores.
—Lo entiendo —dijo Anahí.
—¿Tú también estabas intimidada al principio?
—Sólo unos minutos, pero sois todos iguales. Era como estar en una habitación llena de Alfonsos.
—¿Fue bueno o malo?
Anahí se mordió los labios y echó hacia un lado la cabeza, como si lo pensara, aunque no pudo evitar reírse.
—Creo que bueno.
—Me alegro. Y ahora me voy antes de que deje libre mis instintos y quiera acostarme contigo.
—No tienes por qué irte —protestó suavemente.
—Sí, me voy —corrigió él, acariciándole la barbilla—. Porque tú tienes que pensar seriamente antes de continuar esto.
«Ya lo he hecho», podría hacer dicho, pero tenía que trabajar temprano al día siguiente y quería saborear al momento de tenerlo otra vez.
Se puso de puntillas y lo besó en la mejilla, luego le dejó ir. Sería la última vez, juró. La última.
Anahí trabajaba al día siguiente. Había la habitual mezcla de pacientes viejos y nuevas admisiones que habían llegado durante la noche.
Duncan Buckley iba a comenzar un tratamiento contra el cáncer aquella semana y Anahí notó que necesitaba todavía ánimo. La herida estaba cicatrizando bien, y progresaba mucho con el implante según la fisioterapeuta.
Anahí no tenía mucho tiempo para estar con él, sin embargo, por los nuevos pacientes. Entre ellos, tuvieron tres miembros de una misma familia que habían tenido un accidente en la carretera al volver de una boda.
Posiblemente habrían bebido mucho, pensó Anahí. Y recordó que Alfonso había bebido sólo una copa de champán porque sabía que tenía que conducir.
Anahí examinó el movimiento del fémur roto del hombre, le colocó el brazo, y le aseguró que su esposa estaba fuera de peligro.
Ésta, aparte de un corte en la frente y algunos rasguños, se había roto la muñeca y dislocado un pie. Podría regresar a casa aquella misma tarde.
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Atrévete a Quererme
RomanceLa enfermera Anahí Puente no confiaba en los hombres. Así que no se sintió impresionada cuando Alfonso Herrera, el nuevo cirujano, llegó al hospital y comenzó a seducir a todas las mujeres, jóvenes o viejas. Aquella actitud la sacaba de quicio, pero...