En Busca De Mí

Capítulo 15: Conversación pendiente.

Capítulo 15: Conversación  pendiente.

Darcy.

Niego divertida mientras papá termina de contarme lo que para él ha sido un gran chiste.

Debo de admitir que este es uno más de sus chistes malos pero, como siempre pasa, río por su original manera de hacerlo mientras él no para de reír.

Lo que en conclusión me lleva a admitir que su risa me da risa.

—¿Qué te parece?—pregunta después de que su risa desciende.

—Digamos que sí fueras comediante estuvieras en quiebra.

—Auch—frota su pecho dramáticamente y río.

Llegamos hasta la puerta principal de nuestra casa, toma la llave y cuando la abre se hace a un lado para que pueda entrar antes de cerrarla detrás de él.

Cruzo por la espaciosa sala para llegar a la cocina y dejar las bolsas que papá compró sobre la barra de desayuno. Le doy una inspección a cada bolsa y al contenido dentro de ellas.

—¿Crees que mamá quiera comer eso?—frunzo el ceño señalando las bolsas. Él me da una media sonrisa.

—Hace un tiempo la escuché decir que le gustaba la innovación—toma la bolsa de sushi antes de tomar otra donde hay espaguetis. Eso sí que es una gran innovación.

—¿Hace cuánto tiempo exactamente?—entrecierro lo ojos hacia él y sonríe.

—Mucho antes de que nacieras—me guiña un ojo a la vez que empieza a caminar por el pasillo que lleva hacia el estudio de artes. Sigo sus pasos con la mirada antes de que se detenga a medio camino para observarme—, ¿Qué esperas?—me encojo de hombros.

—Nada.

—Entonces sígueme—obedezco y lo sigo pasando por el pasillo lleno de retratos familiares, una que otra pintura que mamá en algún momento creó para la decoración de casa y poemas que papá colgó en pequeños cuadros de tonos oscuros sobre la pared color marfil.

Podría decir que esta es mi parte favorita de nuestra casa. La parte donde mis padres tienen la libertad de colgar parte de sus profesiones y tantas cosas familiares como se pueda. Es por eso que no puedo evitar sonreír cada vez que cruzo por aquí.

—¿Darcy?—le doy toda mi atención a papá cuando me llama. Él señala la puerta frente a nosotros con evidente nerviosismo y lo entiendo.

Él sólo quiere arreglar las cosas.

Lo sé.

La sonrisa en mi rostro crece y papá hace una mueca con los labios sin despegar su mirada de la puerta cerrada.

Estoy por preguntarle si está bien cuando dándome una mirada extiende su mano hasta el pomo abriendo la puerta lentamente. Su mirada lo dice todo y no dudo en ser la primera que entre en la habitación.

El olor a pintura inunda mi nariz al instante. No pasa mucho tiempo para que note a mamá sentada en medio de la habitación con un lienzo frente a ella y un ceño bastante fruncido.

Suponiendo que su expresión es por poco menos que preocupación por su pintura camino un poco más hasta ella sentándome en uno de los muebles cercanos.