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—Pensas en uno y estás con otro—se ríe Nicole en mi colchón, tomandose un jugo de naranja que agarró de la heladera—. Amiga eso de jugar a dos bandos nunca sale bien.

—No estoy jugando a nada boluda. Lautaro es sólo mi amigo y Dusan todavía ni llega a eso.

—Capaz Dusan viene a ocupar el lugar que otros no saben aprovechar. El torito se va a querer matar cuando se de cuenta todo lo que se perdió. ¿Cómo dicen? Ah, si... nadie cambia coca cola por pepsi.

Me acuesto al lado suyo y suspiro mirando al techo.

—Lauti nunca me va a perder incluso aunque él quiera hacerlo. Siempre va a tener una parte muy especial de mi—reflexiono en voz alta.

Lo quiero tanto, siempre estuvo para mi, en mis momentos más difíciles, en los que me moría por alguien, en los que me peleaba con mis viejos, incluso cuando ni yo me aguantaba a mi misma. Siempre me tendió su mano y me brindó su hombro para que yo pudiera recostarme a llorar. No me imagino una vida sin él, sin sus chistes, sin su sonrisa, sin sus miradas divertidas, sin sus burlas. Simplemente sin él.

—Te está mandando mensaje Lautaro—me avisa después de unos segundos en silencio cuando empieza a sonar mi teléfono.

—Dejalo que suene—le digo y cierro mis ojos acomodandome mejor.

—Ahh pero si te manda mensaje Dusan—se ríe.

—Es divertido hablar con él. Ayer estuvimos horas y horas y al final dejamos de hablar porque era tarde y tenía que irse a dormir porque entrena temprano. Casi me hace sentir culpable.

—¿Casi?

—Si porque la pasé tan bien que no me arrepiento de tener estas lindas ojeras—digo en broma pero no tanto.

—Mmh, a mi se me hace que como sigan así vas a terminar como una tarada atrás de él.

—Si te soy sincera prefiero sentir cosas por Dusan y no por Lautaro.

Y a pesar de que es verdad, no me imagino sintiendo nada por Dusan más que una amistad.

Aunque bueno, pensaba lo mismo de Lautaro y me queda sólo mirarme ahora: enojada porque veo chismes de él en la televisión. Nunca creí ni me interesaron esos programas donde se pasan diciendo mentiras e inventando cosas de la gente, pero por alguna razón no podía parar de escuchar y subir el volumen cada vez que lo nombraban a él. Sea falso o no, me hacía dudar.

—Ami no pienses más en eso, vas a ver que ya se te va a pasar todo cuando él termine con ella. Esperemos más temprano que tarde—da por terminada la charla y yo sólo me quedo mirando un punto fijo en la ventana.

Ya veremos dijo el ciego.

● ● ●

Organizo las hojas que están en la mesa y las pongo cada una en su correspondiente carpeta. Estoy feliz porque casi termino mi carrera y al fin voy a dejar el estrés del estudio para sólo pasar el estrés del trabajo. Sólo me queda seguir trabajando por unos meses hasta juntar lo necesario y poder ver si puedo tomar algún trabajo que me guste y me pague bien.

Llamo a mamá y le cuento lo contenta que estoy por mis estudios, aunque esta un poco ocupada y promete llamarme más tarde para hablar bien y tranquilas. Con mi familia no perdí comunicación pero si reconozco que ya no es lo mismo que antes. Obviamente. Los primeros días me llamaban día, tarde y noche. Ahora con suerte me llaman un día a la semana pero igual me parece más que suficiente para contarnos todo el chisme.

El celular empieza a sonar y pienso que nuevamente es mi mamá, mi corazón da un brinco cuando veo su nombre en la pantalla. Me cago a pedos a mi misma y me digo que sólo es mi amigo de toda la vida, que tengo que calmar mi corazoncito si no quiero perderlo pronto. Espero unos segundos antes de contestar, sólo para hacerlo esperarme.

Lautaro MartínezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora