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Los amigos de Lautaro son bastante graciosos aunque súper intensos. Desde que nos sentamos a ver el partido no pararon de hablar ni dos segundos. Sólo bromean y se burlan de los jugadores. Yo escucho lo que dicen aunque no entiendo mucho.

A lo lejos tengo los ojos de Agustina clavados en mi con una mirada para nada amigable. No me sorprende, aunque esta vez se la devuelvo. No sé que es eso de madurar, yo sólo la quiero agarrar de los pelos y que se ponga a llorar en el piso.

Ni sé de donde viene tanta agresividad, mi mamá estaría muy decepcionada de mi. Aunque...viendolo de otro lado, mi hermana estaría muy orgullosa de verme pelear por algo que amo. No es que ame a Lautaro, pero amo la idea de humillar a Agustina y ponerla en su lugar.

Está tomando agua con sus piernas cruzadas y desde que la ubiqué al otro lado no despegó su mirada de mi. ¿Viene a ver el partido o a verme a mi?

La ignoro por mucho tiempo pero me tiento a veces y no puedo evitar mirarla de arriba a abajo, igual que ella a mi.

No sé por que me odiará tanto, pero a mi me empezó a caer mal cuando me di cuenta que le caía mal. Y después porque me hizo despertar sentimientos por mi mejor amigo, por esto sí que la voy a culpar.

El partido fue muy aburrido y no se sacaron diferencia entre los equipos pero la acción y el entretenimiento pasaron al final.

Cuando la chica rubia que me estuvo mirando fijamente estos noventa minutos sale disparada al campo de juego y se tira directo en los brazos de Lautaro. Envuelve sus manos en el pelo de él y lo acerca para partirle la boca de un beso. Es algo que sorprende a todo el estadio-que al fin tienen algo de acción-, a los amigos y a mi por supuesto.

No es lo mismo saber que están juntos y verlos, a que lo hagan público para que los vea todo el mundo. Mi mejor amigo envuelve sus brazos alrededor de su cintutra y se deja mimar con mucho gusto. Disque no era nada serio entonces por qué besarse de esa manera en un lugar lleno de cámaras. Ahí realmente están confirmando todo.

Retiro la mirada y la fijo en la salida aunque no me atrevo a salir. Ya me veo saliendo corriendo como una nena de quince años haciendo un drama innecesario. Sólo me quedo ahí, quieta. Pero sin ver nada porque no necesito que mi corazón se rompa más de lo que está.

Ya lo confirmaron, eso lo hace real. Y eso hace que duela todavía más.

Las palabras de Lautaro me tranquilizaron un poco cuando me dijo que no era nada serio, que sólo se veían de vez en cuando. Pero esto no se ve para nada casual.

Sigo a sus amigos cuando salen despacio de la cancha. Tienen que llevarme a casa asique igual tenía que esperarlo. Los sigo a paso lento desde atrás mientras intento que mi cara se vea normal y no triste ni decepcionada. No quise ver más pero seguro siguieron con su fantástica escena de amor.

Y estoy más que convencida de que mientras lo besaba, ella pensaba en que yo los estaba mirando. También es su manera de marcar territorio.

Es el balde de agua fría que necesitaba para volver a la normalidad y dejar de sentirme de esta manera por mi mejor amigo. Si no se pudo a las buenas, entonces a las malas.

● ● ●

Ya perdí la cuenta de los días que pasaron sin hablar con Lautaro. A pesar de que somos amigos desde hace tanto tiempo, sigue sin darse cuenta cuando estoy mal y cuando necesito a alguien. Todo necesita que le digan, sino no reacciona.

No me preguntó siquiera si fui a la cancha, parece que Agustina le borró de un beso todo recuerdo mío de su cabeza. Ni un mensaje, ni una llamada.

Estos últimos días estuve sintiendome miserable y la tele parece reírse de mi a cada rato cuando pasan a la parejita feliz. El chisme ya pasó hace rato, pero siguen y siguen con el tema, parece que lo hacen a propósito para estrujar mi corazón como si fuera una naranja. Y por más que apague la tele o cambie el canal, todas las redes sociales a las que entro me reciben con una foto de la rubia y el toro. Todo el tiempo.

Lautaro MartínezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora