08

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Estoy cebandole mates a Lautaro mientras miro con detenimiento su risa descontrolada por una boludez que dije. Según él no se ríe de mi, se ríe conmigo. A mi no es que me importe mucho, porque su sonrisa es lo que me estuvo distrayendo gran parte de la mañana en la que él se la pasó de acá para allá en mi departamento.

—Una vez que tenes tele no pasan nada bueno para ver—dice haciendo zapping. Miro la tele para disimular mi fija mirada en él.

—Viste, gastaste miles de dólares al pedo—me burlo apretando mi dedo señalador en su mejilla justo donde se le forma un pequeño hoyuelo.

—No es al pedo, a vos te hace mucha ilusión y si a vos te emociona a mi también—responde y sin darse cuenta hace que mi corazón de un brinco en su lugar—. A parte ahora voy a poder quedarme a hacer maratón de pelis acá.

—Disculpame yo nunca te invité a ver nada—le recuerdo cebándome un mate. Disimulo una sonrisa cuando con un gesto exagerado se hace el ofendido.

—Dales la mano y te tomarán el codo—dice.

—Esa frase me la robaste a mi—me quejo.

—Vos se la robaste a alguien más—se burla sacando su lengua y acercando mi cabeza a la bombilla haciendo que ésta me lastime el labio.

—Lautaro sos un bruto—me toco el labio inferior con mis dedos confirmando que no tengo sangre aunque en realidad no me golpeó tan fuerte, pero ésta zona es muy sensible y sangra de nada.

—Sos una mariquita—agarra el mate y sin ponerle agua termina de absorber lo que yo no pude. En mi defensa, sí que dolió.

Me froto por última vez la zona y lo miro mal. Éste me sonríe y después baja su mirada a mis labios. Entonces hace que esos sentimientos que no quiero que aparezcan, justamente aparezcan. Acerca su mano a la pequeña herida y la acaricia con una suavidad que me sorprende y hace estremecer todo mi cuerpo.

Le pego un manotazo y lo alejo de mi. Lo último que necesito es que se de cuenta de las reacciones que provoca en mi.

—En realidad no te pasó nada no llores.

Uf, ojalá Lautaro, ojalá.

No digo nada. En medio del zapping encuentra la pelicula de 50 sombras de grey. Gira su cabeza hacia mi y sube sus cejas con diversión.

—Deberíamos probar hacer algo de lo que hacen en esta peli. ¿No te da curiosidad?

Niego.

—No, ¿por qué querría que me golpearan con un cinto en el culo?

—Bueno si no te gusta con el cinto intento con mi mano—sigue bromeando.

—Si, o yo puedo pegarte en el tuyo unas cuantas patadas—Lautaro explota en carcajadas y se tira en el colchón a ver la peli.

Sólo para no dejarlo solo me acuesto a su lado.

—Yo le doy más a la amiga que a Ana—confiesa de la nada.

—Si, se nota que tenés preferencia por las rubias—molesto una vez más.

Él apuñala mi costado suavemente con sus dedos causándome cosquillas.

—No importa que tan buena esté la amiga, Ana es la protagonista y es la que todos quieren. Así como vos. Y hasta castaña mira.

—No me compares con Ana. Y más te vale quererme más que a ninguna otra rubia. Que yo no me entere lo contrario.

Es mi turno de apuñalar su costado. Se dobla un poco con dolor pero después apoya su cabeza en mi hombro.

—Haceme mimos—pide con voz suave. Pongo mi mano en su cabeza y empiezo a acariciar lentamente su pelo y peinándolo de un lado al otro. Lautaro suspira cerca de mi cuello y yo estoy acostumbrada a tenerlo tan cerca. Disfruto del momento mientras tiro de sus suaves pelos repetidamente—. Ami.

Lautaro MartínezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora