Después de servir, llevo las bebidas a la mesa que está repleta de chicas celebrando haber terminado el colegio. No me acuerdo que pidió cada una pero las dejo y me voy a la próxima mesa. En la nueve hay un estúpido chico que reconozco.
—¿Qué haces acá?
—Vine a pedirte una pepsi—me sonríe inocente. Como que yo no conozco esa sonrisa.
—Si tanto querés una pepsi te salía más barata en un kiosco.
—Puede ser, pero en el kiosco no hay meseras tan lindas como vos que me atiendan.
—Te levantaste chamuyero hoy—acuso.
—Para nada, escuchame—se acomoda mejor en el asiento y va directo al grano—. A la noche voy a ir a una reunión privada de un amigo y me preguntaba si a lo mejor querías ir conmigo.
—¿Me estás invitando a una fiesta?
—A una reunión privada. Estaría bueno que empieces a conocer gente nueva—corrige.
—Una fiesta—insisto.
—Lo que sea, ¿me acompañas?
—No—me voy a buscar su tan anhelada pepsi y cuando la agarro vuelvo rápidamente hacia él.
—¿Por qué no?—me hace un puchero y agarra la pepsi y mi mano en el proceso. No me suelta hasta que le respondo.
—La última vez que me invitaste a tu casa habia una "reunión privada" donde te recuerdo la pasé muy mal y prefiero no repetirlo.
—Es diferente.
—Si, porque esta vez no voy a ir.
—Ami porfa. Lleva a tus amigos si queres, pero quiero que estés ahí.
—¿Por?—mi corazón estalló de amor cuando me dijo eso, aunque trato de que no se note. Él me quiere ahí. ¿Y quién soy yo para decirle que no?
—Dijiste que no pasabamos tanto tiempo juntos y es verdad, quiero recuperar lo perdido.
—Que soy, ¿las malvinas? boludo.
—No, porque yo te voy a recuperar de verdad—sonríe con esa característica sonrisa que a mi me encanta.
—Llevo a mis amigos—pongo como condición, aunque ya me había dicho lo mismo.
—Claro corazón.
—Y los chamuyos te los guardas para otras—reclamo de vuelta. Si me sigue chamuyando así me va a tener a sus pies y yo no puedo estar así porque somos amigos.
—Los guardo para la noche si querés—me guiña un ojo, agarra la pepsi y se levanta. Saca un fajo de billetes y los deja en la mesa.
—¿Qué haces?—le pregunto cuando empieza a alejarse.
—Propina—es lo único que responde antes de irse a paso rápido para que yo no pueda decirle nada. Con toda la plata que me dejó de "propina" se hubiese comprado mínimo, diez pepsis más.
A pesar de que no quería aceptarlo no me queda de otra, aunque me prometo que con la plata voy a comprar alģo para él. Guardo el fajo en mi bolsillo con la demás propina y vuelvo a la mesa de las chicas.
● ● ●
Hoy me vestí como hace mucho tiempo no lo hacía.
Había descuidado mucho mi cuerpo por el estrés y la ansiedad de la facultad, pero en este tiempo había estado perdiendo poco a poco el peso que subí. Hoy cuando me puse el vestido rojo fuerte muy pegado al cuerpo y demasiado corto para mi gusto, me encantó como se veía mi imágen en el espejo. Me gusté y mucho.

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Lautaro Martínez
FanfictionLautaro y Amaia fueron mejores amigos de toda la vida, ella siempre estuvo para él, incluso cuando nadie más lo estuvo. En sus momentos más difíciles, ella era la que siempre estaba para que él pudiera apoyar su cabeza en su hombro y llorar por hora...