02

1.5K 71 11
                                        

Pasan unas horas y ya se hacen las diez de la noche. Quiero irme a mi casa. La casa ya está más vacía, pero igual hay bastante gente. La música está más baja, pero no lo suficiente para no aturdirme los oídos. Llevo unas cuantas cervezas encima pero no estoy borracha, mañana tengo que empezar a trabajar y quería acostarme a dormir tranquila y despertarme de igual manera.

Busco a Lauti por toda la casa, desde que se fue de temprano con Agustina no lo volví a ver, ni a él ni a ella.

—Hola, ¿estás bien?—siento como alguien se sienta a mi lado en el sillón y giro mi cabeza a mirarlo.

Es un chico que se me hace bastante conocido, y me mira fijamente. 

—Si—digo solamente. Miro al frente de vuelta, como Lautaro no aparezca, voy a agarrar mis cosas y me voy a ir.

—¿Estás sola?—escucho que sigue hablando el chico de mi lado.

Lo miro con molestia.

—¿Qué?— su gesto se frunce con frustración y parece avergonzado mirando al piso.

—Si estas...—no puede continuar la frase.

—¿Sola?— asiente, pero no parece del todo seguro. Niego.

—Soy Nico—se presenta  tendiendo su mano. A pesar de que no estoy con ánimos, se la estrecho.

—Amaia.

—¿Entonces...?

—Em no, Lau...— ¿Lau qué, imbécil? pienso para mi. Él me dejo sola toda la tarde. Claro que estoy sola —. Si, lo estoy.

—Yo tambien—parece que le cuesta socializar, su pierna se mueve continuamente con nerviosismo. Es un gesto que me da ternura.

—¿Jugas en el inter?—pregunto solo para sacar conversación y que no se sienta mal.

—Ah, no. Fiorentina.

Asiento. Ni idea que es eso. Un club, supongo.

—Que bien—no sé que más decir.

—¿Sos amiga de Martínez?

—Si, amiga.

Lo estoy escuchando y respondo a lo que habla, pero en realidad no estoy prestando atención. Busco por toda la casa a Lautaro, y cuando al final lo encuentro me levanto para ir a hablarle, pero antes de hacerlo me despido de Nico. Éste sólo me sonríe y se pone a hablar con alguien en su celular.

Me dirijo hacia donde está mi mejor amigo y mientras me acerco me doy cuenta de que sigue con la tal Agustina. Ya me empieza a caer mal, y todavía no me dió motivos. Pero es que me molesta que esté toda la tarde con ella y no me de ni bola porque yo vine a su casa para estar un rato con él, no con sus amigos o cualquier otra persona.

Él me ve acercarme y enseguida sonríe.

—Hola—me saluda con ánimos. Yo lo miro con mala cara y se da cuenta rápido de que estoy de mal humor. Se separa de Agus y se acerca a mi. Nos lleva a un lugar donde no hay tanta gente y la música no se escucha tan fuerte—¿Qué pasa?

—¿Además de que me dejaste toda la tarde sola en un lugar donde no conozco a nadie y no me siento cómoda, solamente  para estar con una chica? Bueno, además de eso no me pasa nada. Si no querías que estuviera acá me hubieses dicho y me iba a casa, así no perdía tiempo.

—Perdón, no me di cuenta. No pensé en eso. Pensé que te estabas divirtiendo con mis compañeros, nunca pensé que estuvieras incómoda y te quisieras ir.

—Si, se nota que no podías pensar. Te tienen muy entretenido, ¿no?—pregunto sarcásticamente mirando por encima de su hombro a Agustina, que me ve con mala cara por haber alejado a Lautaro.

Lautaro MartínezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora