Antonia y Pedro fueron conociéndose mejor con el paso del tiempo. Pasaban todo el día juntos.
Salían muchas veces a pasear. Otras veces, se sentaban en el suelo ante la chimenea encendida para hablar de sus cosas.
Pedro resultó ser un joven de trato amable que quería complacer a Antonia en todo. Se negó a visitar burdeles y nunca tomó una amante.
Había jurado que honraría siempre a su mujer. Y cumplió al pie de la letra su juramento.
Antonia sentía que podía confiar en aquel joven.
Se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común. Pedro era el principal apoyo de sus hermanos. Antonia, mientras, era el principal apoyo de su hermana menor. Sofía quería alegrarse por la boda de su hermana mayor. Sin embargo, tenía la sensación de que su padre había cometido un error terrible al casarla con Pedro Gutiérrez de La Torre. No obstante, debía de admitir que veía contenta a Antonia.
Pedro y Antonia nunca discutían. Se llevaban bastante bien. Si tenían problemas, preferían resolverlos hablando. Antonia se sentía muy cómoda estando con Pedro.
A él le gustaba coger un libro y leérselo en voz alta. Se interesaba por las cosas que hacía Antonia.
Por lo menos, Pedro y Antonia llegaron a besarse con cariño.
Por lo menos, llegaron a quererse.
Como matrimonio, llegaron a tener cierta confianza el uno en el otro. Una confianza que fue surgiendo a través del paso del tiempo.
No era amor en el sentido más amplio de la palabra, pero era un sentimiento muy parecido.
Pero el amor acabó llegando a sus vidas. Se hizo esperar.
Poco a poco, Pedro y Antonia se fueron conociendo mejor. Y llegaron a quererse. Llegaron a amarse de verdad.
Dos hijas nacieron fruto de aquel matrimonio. Fueron su mayor alegría. Dos niñas que llegaron de luz sus vidas.
Pedro y Antonia estuvieron siempre juntos. Tanto en lo bueno como en lo malo…Llegaron a conocerse bien. Llegaron a sentir que había cierta compenetración entre ellos. ¿Se podía hablar de amor? No se trataba de un amor apasionado. Pero sí fue amor verdadero.
Un amor tierno…
Más adelante, Antonia caería rendida en los brazos de Pedro. Tuvo que reconocer que había algo en aquel joven que le llamaba poderosamente la atención.
Tuvo que reconocer varias cosas. Pero no quería admitirlas para sus adentros. Lo que sentía por Pedro no tenía nada de salvaje. Había oído hablar de historias de amor apasionado.
Su relación con Pedro no era apasionada.
__Pero no me importa__dijo una tarde para sus adentros.
Estaba sentada en el sofá del salón de su casa tejiendo un chal.
Miró a Pedro. Estaba sentado en el sillón leyendo el periódico.
__¿Decías algo, Antonia?__le preguntó Pedro.
Alzó la vista. Le devolvió la mirada a su mujer.
__No he dicho nada__respondió la joven, mintiendo.
__Te quiero mucho, querida__le dijo de pronto Pedro con sinceridad__Soy muy feliz estando contigo. Quiero que lo sepas.
Antonia tuvo que reconocer para sus adentros que Pedro, cuando se metía en el lecho con ella, la besaba con tanta ternura que ella se sentía desfallecer.
FIN
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LO QUE PODRÍA SER AMOR
RomantizmEsta historia transcurre en lo que en la actualidad es un pueblo abandonado durante el año 1797. Antonia es la hija de un próspero terrateniente. Es una joven de dieciocho años que lleva una vida más o menos tranquila. Su padre decide que ha llegad...