"Sed de sangre"

El amor es celoso y ebrio.

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Habían pasado semanas desde que Anthony había entrado al grupo y nada interesante había pasado. Seguía seduciendo a las víctimas y entrenando con Husk. Un día el castaño paro toda actividad y empezó a desaparecer de la casa. Faltaba a clases y no se le veía por ningún lado. Anthony empezó a preguntar a los demás—Debe ser porque mi padre está doblando la seguridad—afirmó Charlie. Pero eso abría a más dudas ¿Qué estaba haciendo entonces? No tardó en averiguarlo. Alastor llegó acompañado de una joven dama. Era preciosa, rubia, despampanante y todos la miraron con curiosidad. Jamás lo habían visto acompañado de nadie, ni si quiera sabían si tenía amigos o familia a parte de ellos—Les presentó a mi novia—Anthony había quedado desconcertado ¿Novia? ¿Era hetero? ¿Desde hace cuánto?

-¿Tu novia?- pregunto Husk. Al parecer nadie sabía de las buenas nuevas.

-Claro, amigo. Todos tenemos relaciones humanas- sonrió mientras llevaba a su huésped al comedor. Hizo que Niffty les trajera un té. Anthony no dijo palabra, quedó mirando a la mujer con asco. No era tan bonita como lo era él. Refunfuñando,se fue por el pasillo hasta su habitación. En el camino ose tomo con Charlie—Oh, Angel—todos lo llamaban por su apodo— ¿Viste a la nueva novia de Alastor? Me impresionó que el tuviera…bueno….novia—dijo en voz baja un poco sonrojada.

-No me importa- grito enojado, aunque la rubia no sabía la razón. Vaggie quien se unió a la conversación, dijo una observación que dejó bastante descolocados a los presentes—es igual a ti Angel ¿No te habías fijado?—el aludido quedó sin palabras ¿Iguales? ¿En qué mundo?

-No seas tonta, yo soy mucho mejor que esa perra- gruño.

-No me digas que estás celoso- Vaggie se cruzó de brazos con una sonrisa en el rostro.

-¿Celoso? ¿Yo? ¿De que?- se cruzó de brazos igualmente, desafiando a la morena con la mirada.

-Es obvio que te gusta Alastor. Pasas mirándolo y lo sigues como un perro fiel- Charlie a su lado sonreía de acuerdo con su novia. Era bastante obvio que el pequeño estaba coladisimo por el castaño.

-Bah, patrañas- se fue a su pieza con el corazón latiéndole a cien. No podía ser que le gustará Alastor, pero lo cierto era que aquellas profesoras metiches, tenían razón. Los otros días fueron iguales. Alastor aparecía con una mujer distinta cada semana. Todas rubias, tez blanca, pecas y ojos azules. Todos estaban de acuerdo que eran un calco de Anthony y se reían a su espaldas mientras la ira crecía en el interior del rubio.

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 Alastor calculaba los movimientos de sus acompañantes y de el mismo. Necesitaba que todo saliera a la perfección, sobre todo después de aquel encuentro con Lucifer. “Era bien de noche y el acababa de volver de una cacería exitosa. Había establecido el horario de su próxima víctima y eso le hizo sentirse dichosos. Paro en un bar cercano al hostal, se merecía un gran premio por aquello. Pidió un whisky a las rocas y se sentó en una de las butacas a escuchar la rocola que sonaba despacio en uno de los rincones. Cerro los ojos saboreando su vaso y la música, pero su tranquilidad no duró mucho. Una mano intrusa se posó en su hombro. Era nívea y áspera. Miro al interlocutor y encontró al jefe de la policía. Lucifer Morningstar, padre de Charlie. Era un hombre se mediana estatura, sonrisa deslumbrante, ojos negros y cabellera rubia—¿puedo unirme?—no espero la respuesta, se sentó pidiendo una cerveza.

-Eres tan molesto, como siempre. Luci- sonrió el castaño.

-Vamos, somos familia. Mi hija vive contigo después de todo-

-No quiero ser parte de tu familia- era una conversación áspera, llena de sarcasmo y humor negro.

-Tiene sus beneficios- se encogió de brazos- por cierto te aviso que estoy pronto a descubrirte- esta vez lo miro a los ojos, desafiándolo.