Sangre caliente, sangre jóven.

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Pasaron un par de días antes de que Alastor lo llamara para acompañarle. Irían de cacería ese día. La víctima, un señor de mediana edad que traficaba con niños. Encontraron a su objetivo en un bar de alta clase y lo emboscaron cuando salió a fumar un habano en el estacionamiento. Lo durmieron, amarraron y subieron a la camioneta. Llevaron el cuerpo hasta la guarida del castaño y ordenaron la pieza—Es importante no dejar huellas—mientras preparaba todo el lugar, Alastor le iba contanto un poco de sus técnicas y la mejor forma para asesinar a alguien. Saco su maleta con instrumentos, que guardaba en la biblioteca, en un baúl (ahora entendía porque no podía ir solo a ese lugar. Un misterio menos) y los dejo en un mueble. Eligió un cuchillo afilado y se lo paso al rubio—No gracias, prefiero observar hoy—Alastor se encogió de hombros, mientras enterraba el cuchillo en la blanda carne. Lo siguiente que vio Anthony, fue demasiado para su estómago. Viseras, sangre y huesos esparcidos por todo el lugar. Se derrumbó vomitando en el basurero más cercano. Pronto perdió el conocimiento, no se esperaba ver tal brutalidad y que su profesor lo disfrutará tanto. Jamás iba a olvidar aquella mirada psicópata, llena de éxtasis. Aquella amplia sonrisa que reía a carcajadas, aquellas manos hábiles que blandía el cuchillo como un experto. De cierto modo, muy retorcido le gustaba la imagen a la vez que la repelía. Despertó en la cocina, en una silla, tapado con mantas.
-Despertaste..- una gruesa voz sonó en la instancia. Vio una gran mano que sostenía una taza de algo humeante- bebe, es té con miel. Te reconfortará el estomago- Anthony le agradeció en silencio mientras tomaba unos pequeños sorbos de la bebida.
-¿Qué pasó?-
- Te desmayaste, Alastor había previsto que algo así pasara, por lo que yo estaba listo- dijo Husk mientras se sentaba frente al rubio- no es algo de lo que te acostumbras, por más que lo veas-asintió.
-Vaya, fue un poco más fuerte de lo que esperaba…-
- Y que lo digas, ese hijo de puta está enfermo- se estremeció asqueado recordando. Un par de veces había visto como Alastor masacraba a un pobre diablo. Aún resonaba la carcajada del castaño en su mente y la sangre caliente saliendo a borbotones de las heridas.
-¿Entonces porque estás metido en esto?-
-Ya te lo dije, le debo un favor. Ese bastardo me salvó la vida, ahora debo ayudarlo en esta porquería y en sus asesinatos. Soy quien le da información de las victimas- así se enteró que Husk tenía entrenamiento militar y de espionaje. Seguía de cerca a las víctimas por un par de semanas para saber toda la información y horarios de sus víctimas.
-¿Y los demás también están en esto?-
-Todas tienen un rol, ahora no sé dónde puedes encajar tu. Te llevó solamente para demostrarte que no es tán sencillo como lo pintas-
-Y que lo digas- aún sentía el estómago revuelto. Pronto entro en la habitación Alastor, quien seguia con su típica sonrisa y su traje impecable—Chicos, me alegra verlos—se fijo en Anthony y asintió complacido—Espero que te encuentres mejor, querido—sonrió sádico—¿Aún así quieres ser parte de esto?—estaba preparado para que éste arrancara y se escondiera debajo de una roca por siempre.
-Si- irradiaba un brillo especial. Sus ojos eran determinación en estado puro y Alastor no lo entendía ¿Aún así quería ser parte de esto? Después de desmayarse y vomitar lo que no tenía en el estomago- pero quiero que me ayudes. Quiero que mates a Valentino-
-¿Quién es Valentino?-
-Nadie importante, tan solo quiero que muera-se abrazo protectoramente. El castaño y el pelinegro analizaron sus gestos. Se notaba que ese tan “Valentino” había abusado en más de un sentido al pequeño Anthony.
-Bien, pero debes hacer algo por mi—Alastor sonrió y Husk se puso a la defensiva ¿Qué cosa lunática le iba a pedir?
-Dispara, cariño-
-Come toda tu comida- Husk lo miro extrañado ¿Eso le pedía a cambio?
-¿Qué?- estaba schokeado ¿Había escuchado bien?
-Eres puro hueso y piel..-
-Oye- frunció el ceño- este cuerpo es perfecto- se tocó los muslos- nada fuera de lugar-
-No me sirve que seas así de débil. Husk- el aludido se enderezó en su asiento— tienes que entrenarlo—era su orden definitiva y el pelinegro ni si quiera intento alegar. El simplemente asintió en silencio. Sería todo un desafío pero él no era alguien que arrancara de las dificultades.
-Bien, comeré la estúpida comida. Pero no olvides tu promesa- le apunto con el dedo. Alastor debía admitir que esté chiquillo tenía agallas y eso le gustaba. Anthony despertó cierta curiosidad en el castaño y este quería ver hasta donde podía aguantar el rubio ¿Se arrepentiría cuando tuviera a ese tal Valentino en sus manos? ¿Correría con su familia en algún momento? Estaba ansioso por ver lo que ocurriría.
-Perfecto, ahora en la cena veremos. Haz algo rico Husky- sonrió cantarinamente mientras se alejaba.
-¿Entrenarme?- pregunto un curioso rubio.
-Algo así como educación física- intento explicarlo facil- empezamos mañana por la tarde. No creo que tengas mucho que hacer-
-Ouch, gatito eres cruel- dejo la manta con que le habían tapado y se dirigió hacía la salida- iré a mi habitación a acicalarme. Este cuerpo no se mantiene solo- le mando un beso en el aire y se fue.
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Así entendió un poco con funcionaban las cosas. Niffty estaba a cargo de la limpieza del desastre que esté ocasionaba cada vez que mataba a un pobre diablo. Charlie, la profesora de inglés, si bien no estaba involucrada directamente con las matanzas, no delataba a Alastor porque, cómo todos, le debían un favor. El padre de Charlie era el jefe de la policía y ella le daba las novedades y movidas de la policía. La profesora de matemáticas Vaggie, era la pareja de Charlie. Era la voz de la razón y protegía con uñas y dientes a su novia.  A Anthony no le caía bien, lo trataba siempre a punta de insultos y retos cuando no podía resolver un problema. No le gustaba las matemáticas ¿Eso era tan malo?... Siempre la ignoraba y nunca resolvía las problemas ni las tareas que esta le dejaba.
¿Y su función? No estaba clara. Alastor quería que le acompañará para cazar a la víctima, drogarla y amarrarla. El castaño agradecía la ayuda extra, un cuerpo humano en peso muerto, era imposible para una sola persona. Entre dos la tarea era mucho más rápida—Está vez, no vendrás al sótano—y estaba de acuerdo. No quería ver otra vez esa escena. Se estremeció al recordar los litros de sangre que brotaba del cuerpo ¿Tanta sangre había en las venas y arterias? Alastor le comunico que el sería el primer encuentro, la persona que seduciría a las potenciales victimas. El castaño debía aceptar que tenía cierto encantó y a sus enfermas víctimas, le iba a encantar tener la atención del rubio. Acepto su nueva tarea y les invitaba un trago o le ofrecía un buen rato. Así Anthony se convirtió en la carnada y la cara visible. Se vestía con sus mejores prendas, se pintaba para resaltar su mirada cristalina y sus labios carnosos. Y con palabras amables los lograba atrapar. Era fácil, sencillo para alguien como él, quien el coqueteo era innato en su personalidad. Y como le prometió a su profesor, comía toda su comida. Hacía años que no comía un plato lleno, un pedazo de pan o un café con azúcar. Al principio fue difícil, su estómago no soportaba tantos alimentos y los vomitaba constantemente y el dolor era parte de su día a día. Tuvo que ir de apoco, acostumbrándose a una sana alimentación. Cierto día, cuando se encontraba en el baño sacando todo lo que había comido su estómago, Alastor se acercó silencioso y le pregunto sobre sus hábitos alimenticios, no entendía como él rubio no retenía nada. Anthony quien languidecía en el retrete levantó su mirada y respondió—¿A quien le importa lo que coma?—y al castaño le quedó claro. Anthony, un niño abandonado por sus padres. Decidió que no iba a comer para que sus padres notarán su presencia ¿Habrá logrado su cometido? La respuesta era obvio. Por supuesto que no. Después se excuso en que debía mantener una buena figura y claro que la tenía. Era hermoso y delgado ¿Sano? Para nada. Su cuerpo se mantenía vivo por el alcohol, las drogas y el poco alimento que se permitía ingerir. Alastor no pregunto más y se fue hacia su habitación. Jamás volvieron a tocar el tema.
Entrenaba con Husk todas las tardes. Era un suplicio, odiaba sudar, odiaba el ejercicios y odiaba correr. Pero lo soportaba para cumplir con su trato. Así también empezó a conocer a Husk quién era un hombre de mediana edad, muy amable y atento, a pesar de tener esa cara de amargado. Reían de los mismos chistes de humor negro. Discutían por tonterías y se retaban en las competencias más idiotas. Se llevaban bien y hasta se podía decir que eran amigos. Hablaban de cualquier tema y Anthony encontró en él, un aliado, alguien en quien confiar. Le contó sobre su carrera en redes sociales y que era el drag más famoso de New York llamado Angel Dust. Le contó un poco sobre su familia y la mafia italiana que dominaba las callejuelas de la gran manzana. Su familia era descendiente italiana y desde que tenía uso de razón estaban metido en los peores mundos. Manejando kilos de drogas, armas y alcohol por montones. Se empezó a drogar desde que tenia catorce años. Su hermano mayor lo metió en ese mundo para hacerlo “mas hombre”—No sabían que yo era más gay. Las drogas soltaron mi cuerpo, sabes a lo que me refiero—reía y hacía gestos sugerentes con sus dedos, peros Husk no le hacía gracia. Aquella familia eran unos hijos de puta en todas sus letras ¿Por qué obligaban a un pobre niño a cambiar su orientación sexual? Claramente uno no elige ser gay, nadie lo haría su fuera opcional ¿Para que sufrir de gratis? ¿Para que uno va a querer el rechazo de sus pares y familiares? Entendía el comportamiento autodestructivo del menor. Él también en su época fue así, se inscribió en el ejército para demostrar que era una hombre, aunque de nada le sirvió. Lo único que sacó de allí fueron un montón de traumas, patético.
-Son unos idiotas- compartían unos cigarros (no le decían a Alastor por supuesto),
-Tu si sabes- le dedicaba una sonrisa preciosa y el pelinegro desviaba la mirada. Así eran sus entrenamientos.
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Las semanas fueron pasando y con Alastor empezaron a pasar horas en el coche, vigilando los movimientos de sus víctimas, se fueron conociendo sin querer. Angel descubrió que a Alastor le gustaba la música animada como  jazz y lo tarareaba con su voz cantarina. Era ordenado y metódico, siempre tenía un plan segundario y todas sus acciones tenían un porque. En cambio Anthony era impulsivo, ruidoso, sarcástico y muy hablador. Siempre contaba cualquier tontería que estuviera pensando, no tenía filtros y reía a todo pulmón sin pudor alguno. Extrovertido y jovial, le hacía gracia a Alastor cuando lo veía interactuar con sus víctimas. Coqueto y vivaz, era todo lo que el no era. Algo le llamaba la atención de aquel niño. Se permitía estar cómodo, bajar un poco sus defensas. Le permitía entrar a su mundo y conocerse un poco, aunque fuera superficial. Pensaba que le iba a ser útil y no se equivocaba, ahora era mucho mas fácil interceptar a su presa. Se quedo tranquilo ante aquel pensamiento, era solo eso. Le era útil, al igual que el resto. Pero algo de lo que sentía, no encajaba. Algo no era igual que como lo fue con el resto ¿ Que era esa molestia que sentía en su estómago, cuando miraba a Ángel en sus ropas apretadas? ¿O ese salto del corazón cuando lo escuchaba reír? ¿Qué mierda le pasaba?
Anthony veía a Alastor de reojo, mientras estaban sentados en el auto. Veía su perfil aguileño, su piel marrón, su cabello, sus ojos y su sonrisa. Era muy guapo, atractivo y expelía sexo por los poros (o eso pensaba el rubio) quería cogérselo. Su cuerpo se calentaba al estar cerca suyo y su piel ardía cuando por casualidad sus manos se tocaban. Su necesidad crecía cada día y no había nadie para saciar su sed. Se sentaba en su cama, en las noches de soledad. Se tocaba suavemente, con premura, imaginando que eran otras manos que le tocaban. Gemía despacio, llegando al orgasmo. Veía los ojos del castaño devorarle el corazón, aquella sonrisa que le dedicaba entre beso y beso. Esa gran mano le rodeaba- la cintura, aprisionando su miembro. Abría los ojos jadeando,  sin poder calmar sus ansias y se preguntaba si Alastor se sentía de la misma forma, si por las noches tenía alguien con quién compartía su cama o estaba solo, esperando algún cuerpo caliente. Pero la respuesta le llegó del cielo.
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"Sed de sangre"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora