Enfermedad y dolor.

182 18 1
                                    

Alastor abrió y la puerta y de allí emergió un hombre alto, moreno e intimidante. Vestía con un gran abrigo rojo, lentes de sol y shorts que dejaban poco a la imaginación.
-Val…- Anthony quedó petrificado de miedo en la entrada. Su cuerpo dejo de responder a cualquier orden. Empezó a temblar como una hoja de papel al viento. Sus ojos se abrieron de para en par y su boca no podía articular palabra. Allí estaba Valentino, su ex novio y el más grande problema y trauma de su vida. Pensaba que estaba superado, pensaba que estaba bien, pero su mente y cuerpo le demostraron lo contrario. Valentino tenía tanto poder sobre él, aún después de todo el tiempo que había pasado. 
-¿Creíste que podías huir de mi?- con grandes zancadas se acercó al rubio. Lo agarro del cuello con su gran mano y lo estampo contra la pared— Maldita perra, sabes que no puedes vivir sin mi—se relamió los labios, saboreando el miedo que expelía Angel.
-¿Quién es usted?- Alastor se interpuso entre los dos. Era más bajo que Valentino, pero tenía una gran fuerza, con su agarre logro separarlos. Anthony respiro hondo, agarrándose el cuello. Le dolía, le quemaba.
-¿Qué quien soy yo? No me digas Angie, que no le has dicho a este pobre diablo quien soy—sonrió divertido— Soy su novio, su dueño— Maliciosamente le miro, haciendo temblar al joven. Amaba provocarle miedo, horror y ver cómo se tambaleaba inseguro—¿Y tú?— lo observo de arriba abajo con desdén. El castaño no se veía gran cosa.
-Soy Alastor, dueño de este edificio y el profesor del joven Anthony- no dejaba de ser un caballero. En todo momento mantuvo la cortesía, a pesar de que su tono era cortante, duró, rudo y sus instintos asesinos estaban a flor de piel.
-Bien, pero ahora me lo llevaré. Se fue sin avisar y me debe todo ese tiempo- empezó a arrastrarlo. Anthony no reaccionó, tan solo se dejó llevar. Alastor no permitió que fueran un paso más allá.
-No puedes llevártelo, el debe cumplir con su tiempo aquí y completar sus estudios- agarro la otra muñeca del chiquillo y lo atrajo  hacia su propio cuerpo. Lo rodeo en un abrazo protector. Solo así, Angel salió de su ensoñación, aferrándose al cuerpo del castaño, suplicándole en silencio que le ayudase. 
-Oh, no te servirá de nada. Aquella perra es una basura—rio cruelmente Valentino—solo yo puedo ayudarla. Yo la hice quien es ahora, yo la vestí como se viste ahora, la maquille, la arregle y le di todo lo que necesitaba. Sin mí no es nada y nunca lo será ¿Cierto, cariño?—Anthony lo miro y miró al castaño. No sabía como rebatir aquellas palabras, se sentía perdido, como un niño pequeño que buscaba a su madre. Pero de algo estaba seguro, no quería volver con Valentino. No quería volver a estar en ese pozo de desesperación y sufrimiento. Si, al principio había sido idílico pero pronto descubrió la naturaleza sádica del moreno.
-Val…- alcanzo a decir antes de que Alastor, en un movimiento certero le enterrase un cuchillo en la mano al moreno, haciéndole trastabillar hacía atrás.
-Mierda-grito Valentino mientras intentaba parar la hemorragia.
- Si no te vas ahora, te irá peor- Alastor le sonreia, sosteniendo el cuchillo enfrente del rostro. Se veía como un psicópata y eso hizo dudar a Valentino. Se paró, sacudió su abrigo y se retiró por dónde vino. No sin antes dar una advertencia—Vendré por ti, Angel—fueron las palabras que quedaron resonando en la estancia vacía. Anthony no resistió más, se derrumbó en su lugar, sosteniéndose la cabeza, mientras las lágrimas saladas recorrían amargamente sus mejillas. Estar en aquel hotel le había echo olvidar todo lo que había pasado con Valentino, su primer amor. Pensó que todo había terminado, que aquella gran pelea había sido la última, pero se había equivocado. Jamás iba a poder escapar de las garras de ese infeliz. Lloraba sin consuelo—no te preocupes, querido. Lo matare—fue la promesa que le hizo Alastor mientras levantaba el cuerpo menudo de Anthony y lo llevaba a su habitación. El rubio tan solo lloraba a mares, sin pronunciar palabras. Gemía de dolor y desesperación. Era bueno ocultando sus sentimientos entre un mar de alcohol y drogas, pero alli la sobriedad le había pasado factura y sin contar que no tenía ningún contacto con el mundo exterior. Había podido olvidarlo, había podido ser medianamente normal. Sin cicatrices ni heridas que le carcomían el alma. Aquella visita había avivado el fuego y las heridas volvieron a sangran. Se quedó en cama, durante días. Alastor lo iba a ver y todo el personal se preocupaba por el, inclusive Husk que no sabía que hacer. Volvió a adelgazar ya que no probaba comida. Nadie ni nada lograba animarlo. Había quedado mentalmente destrozado. Un día sin otro recurso, Alastor fue a su habitación, entro, cerró la puerta con llave, se dirigió a la cama del rubio, se sentó en ella y saco al pequeño y delgado cuerpo de la fortaleza de las cobijas. Lo envolvió entre sus brazos y lo arropó con su cuerpo. Lo abrazo con ternura, dándole protección y contención. Le hizo cariños en el pelo, lo trato como lo que era. Un niño. Un chiquillo indefenso que había sufrido un trauma.
-Val…- por primera vez en días, hablo. Hizo algo más que estar en cama, inmóvil.
-¿Si?-
-Fue mi primer amor. Lo conocí, cuando era un niño reprimido. Pensaba que yendo a la iglesia y hacer las terapias que me impusieron mis padres, cambiaría y me volvería heterosexual. Estaba agotado y mentalmente exhausto. Lo conocí y el me mostró todo el mundo que amo. Me amó por quién realmente era y me ayudó a salir del closet— Empezó contando. Alguien por fin lo estaba escuchando, alguien por fin le daba la contención que necesitaba—pero era muy posesivos. Odiaba verme hablar con cualquiera, era sádico, sarcástico, se burlaba de mí y de todos. Aunque eso no fue lo peor—cerro los ojos. Esperando que la confianza llegará a su ser. Jamás le había contado alguien esto—era tan posesivo, porque yo era su mercancía—espero que las palabras se asimilaran—Empezó en una fiesta, nos drogamos. Estábamos ebrios y fuera de nuestros cabales, o bueno, yo lo estaba. Me presento con unos amigos y lo último que supe fue que íbamos a un lugar privado. Me acosté con ellos, yo no lo supe hasta hace mucho tiempo después. Y así fue con todos sus conocidos. Me vendía, se lucraba con mi cuerpo y a él no le importaba cuántos pasarán por mi. Pero que yo hablara con alguien más, que yo fuera simpático con alguien más. Eso no lo toleraba ¿Cómo iba a dejar que su puta lo hiciera gratis? Se estaba haciendo millonario a costa mis, destruyéndome en el camino. Y yo no lo detuve, porque estaba enamorado. No al principio al menos. El no me amaba y me hacía sentir rechazado, hundido. No lo soporte más y le pedí ayuda a mi hermana y hermano. Por primera y última vez mi familia me ayudó. Peleamos, hubo muertos y destrozos. Pensé que había quedado claro que ya no quería estar con el, pero Valentino no lo entendió—escondió su rostro en el pecho del mayor. Olía de maravilla. Su aroma le envolvía y le adormecía. Las caricias en sus cabellos, lo estaban relajando. Derrumbó sus defensas y se quedó entre aquellos brazos.
-No te preocupes querido. Me encargaré personalmente de ese infeliz- Anthony no lo veía, pero en el rostro del castaño, había una sonrisa aterradora. Pensaba cómo iba a torturarlo y que pagará todo lo que le hizo al pequeño Anthony. Algo en su interior se removía nervioso y emocionado. Necesitaba enterrar un cuchillo en alguien, necesitaba sentir la sangre caliente en sus manos. Cerro los ojos pensando en cuanto lo iba a disfrutar.
**
Alastor había sentido tanta excitación y emoción al matar a su padre que decidió que ese sería su camino en la vida. Sus primeros asesinatos habían sido desordenados, sin cuidado. Con el tiempo perfeccionó sus técnicas, ocultando los cadáveres mejor, no dejando pistas y manteniendo el orden que lo caracterizaba. Para no llamar las sospechas de la gente, decidió estudiar una carrera. Algo que lo llevará a sociabilizar y así encontrar posibles víctimas. Decidió ser profesor de lenguaje. Le interesaban los libros y el saber y de echo se entretuvo bastante en la universidad. Pudo conseguir escritos y estudios sobre la psicología de los asesinos más famosos de la historia y sus biografías. Algo fascinante era aprender sus métodos y los errores que estos habían cometido. El juro que eso no le iba a pasar a él (Además que Alastor se consideraba superior a todos ellos). Fundó un internado/hotel para educar a las mentes del mañana. Aunque no lo pareciera, le gustaba enseñar sus conocimientos, pero odiaba los colegios. Eran establecimientos con demasiadas reglas y el no quería ser mandado por ningún pusilánime. Con aquel proyecto, se ganó una reputación respetable y nadie sospechaba de él. Nadie excepto el jefe del departamento de policía, Lucifer. Periódicamente se pasaba por sus terrenos para “saludar y mantener el orden” pero Alastor sabía que era para mantenerlo vigilado. Lucifer tenía la leve sospecha de que él era el asesino más grande que New York había visto. El castaño no ponía resistencia. Lo recibía con una gran sonrisa soberbia y le daba libre acceso por su hotel. No iba a encontrar nada de todas formas, era meticuloso a la hora de asesinar a sus víctimas.
En una de esas visitas, conoció a Charlie, su hija. Una chiquilla rubia, piel de nieve y ojos negros, vivaces y felices. Estaba estudiando para ser profesora de idiomas y el, como buen samaritano le invito a trabajar con él. La rubia, encantada acepto. Adoraba enseñar y adoraba a los niños y aquella oportunidad era única, Alastor tenía una reputación impecable entre los profesores de New York. Era un honor trabajar para él y ella daría lo mejor de si para cumplir sus expectativas. Lo que Charlie no sabía era que Alastor, la tenía con el para protegerse de Lucifer y mantenerse informado de los movimientos de este. Y todo salió de acuerdo al plan, cuando ayudo a la rubia y a su novia. Eran acosadas por un hombre tenebroso. Estaban asustadas y Charlie no se atrevían a ir con su padre. No tenían una relación tan estrecha y siempre la había desvalorizado. Sobre todo cuando le dijo que no quería ser policía y se iba a convertir en profesora. Por lo que recurrió a Alastor y así se enteró que este era un asesino despiadado— Descuida Charlotte, jamás te haría daño ni a tu novia. Yo la protegeré, pero a cambio debes ayudarme con tu padre—así la rubia había accedido a ese trato. Pronto llegaron otros miembros a trabajar en es proyecto. Niffty una chica menuda, baja y pelirroja. Alastor la había rescatado. Estaba metida en una red de tráfico humano y por ello, Niffty estaba eternamente agradecida con el. Sin chistar limpiaba las atrocidades y los restos de cuerpos que se acumulaban en aquel sótano. No le importaba  que asesinara a personas. A su juicio era una buena persona, preocupada por los más débiles. Ayudaba a quien lo necesitará y eso era suficiente para la pelirroja. La historia de Husk era igual que el resto. Alastor le había ayudado en un gran problema. El estaba acusado de violencia y apuestas ilegales. El castaño se hizo cargo de todas esas personas que le acusaban, así saldando las deudas de juego que tenía el pelinegro. Le había salvado el pellejo y decidió devolverle el favor, aunque no confiaba en el castaño ¿Por qué iba a tomarse tantas molestias por un simple cocinero?—Querido, tienes entrenamiento militar. Créeme que eso es muy valioso—Alastor tenía a Husk como plan de resguardo, en caso de que lo atraparán. Su conocimiento militar y su conocimiento en combate le eran muy útil. Así fue armando su grupo y sus aliados. A pesar de lo extraño que era el castaño, Husk sabía que jamás les haría daño. Tantos años juntos les había unido en una extraña amistad, hasta podría decirse que eran una especie de familia.
**
Un día de improviso, llegó un chiquillo delgado llamado Anthony, alguien que no le llamaba la atención particularmente. Un niño rebelde, de familia poderosa. Lo típico. Aunque todo cambio cuando le descubrió y este quiso entrar en su selecto grupo ¿Quién en sano juicio se uniría con un psicópata? Le llevo de excursión para que viera que esto no era un juego, pero no dio resultado. El fuego en sus ojos no se apagaba, crecía a pasos preocupantes ¿Qué había vivido Anthony? ¿Tan jodida había sido su vida? Desde ese instante, había puesto más atención al rubio y más aún cuando le dijo su verdadera intención. Quería matará alguien y se notaba que sus palabras eran enserio—Al, mi padre empezó a mover a sus hombres. Te estarán vigilando—habían sido las palabras de Charlie. No tenía tiempo para profundizar en aquellos pensamientos ni preocuparse más por Anthony. Decidió hacer una cuartada infalible. Invito a un par de mujeres, salieron un par de veces y las invitaba al hotel. Si alguien las interrogante dirían que durmieron allí con él toda la noche, nadie pondría en duda el testimonio de las bellezas delicadas que eran. Cuando ellas querían avanzar al siguiente nivel, el las dejaba. No estaba interesado en intimar con ellas. Le ponía los pelos de punta, pensar en que alguien desconocido le tocase y besase. Pero a pesar de ello, ellas iban a ser de gran ayuda. Siguió saliendo con un puñado de ellas, invitándolas a cenar y haciéndolas sentir como alguien especial. Alastor tenía carisma y todos caían rendidas a sus pies. Lastima que no le gustarán los humanos.
**
Después de aquella conversación, Anthony se sintió un poco mejor. No sabía que Alastor podía ser así de cariñoso y eso le hacía sentirse especial. El castaño era increíble y le gustaría pasar más tiempo con él. Pero debía resolver un pequeño problema. Desde aquella noche, no había vuelto a hablar con Husk. Lo había utilizado para saciar su sed, para olvidar a las estúpidas mujeres que rondaban a Alastor y por ello, se sentía fatal. Un día en la mañana, fue a hablar con el. Lo encontró mirando por la ventana de su cocina, tomando un vaso de algún licor, fumando un par de cigarros—Husk—lo llamo sin ningún tipo se sarcasmo. Se acercó lento al cuerpo del mayor.
-Angel- se sentía incómodo ante la presencia del menor. Sentía mucha culpa por lo que había pasado.
-Yo…- no le salían las palabras. Estaba nervioso, no quería que el pelinegro le odiara. En él había encontrado un aliado. Alguien con quién divertirse y tomarse unas copas. No quería, no podía perderlo.
-Lo siento- fue Husk quién se adelantó y pidió las disculpas pertinentes.
-¿Qué?- el rubio quedó descolocado.
-Yo soy el mayor y quién estaba sobrio. Debí pararlo- no podía mirarlo a los ojos. Se sentía demasiado avergonzado por su comportamiento. Pero no pudo resistirse a ese cuerpo que le llamaba, que le calentaba y que le gustaba.
-¿Y porque no lo hiciste?- por primera vez, se miraron a los ojos. Anthony no le estaba recriminando, solo quería saber que pensaba el mayor. Le agradaba y hasta le consideraba alguien cercano y no quería perderlo por un polvo.
-No puedo decirlo- escondió su rostro angustiado entre sus manos- estoy jodido- rio por lo bajo.
-Vamos, yo quiero saber- posó una de sus manos en el hombro del mayor, infundiéndole fuerzas—No te juzgare—
-Pero yo lo hago. Soy un enfermo, me acosté con un menor de edad ¿No te parece jodido?-
-No,no, si lo querías de verdad y se que no era para hacerme daño. Me trataste bastante bien- le sonrió.
-¿No me odias?-
-¿Tu me odias?- hizo una contra pregunta.
-No podría hacerlo-
-Yo tampoco-sonrieron un poco más aliviados. La duda se había disipado de sus cabezas.
-Bien, ahora debo ir a hacer la cena. Así que si me disculpas-
-¿Todo bien?- pregunto antes de retirarse.
-Todo bien- le sonrió sinceramente. No podía estar molesto con Anthony, el no tenía la culpa de lo que había pasado. A Husk le gustaba el rubio, de eso no había duda. Anthony se había metido a la fuerza en su vida, siguiéndole como perro fiel, hablándole de cada tontera que se le pasará por la mente y riendo a carcajada limpia ¿Cómo no le iba a gustar? Era hermoso, vivaz, jovial y Sarcástico. Congeniaban buen, sus personalidades eran compatibles y hace mucho tiempo que Husk no encontraba a alguien así, pero sabía que el rubio no lo miraba con los mismos ojos. En el encontraba a un amigo, quizás a alguien paternal. Alguien en quien confiar y acudir cuando tenía problemas. Ahora estaba jodido, debía tragarse todo lo que sentía. No podía decirle y menos sabiendo lo que Alastor sentía por el chiquillo, porque enfrentémoslos, al castaño le gustaba Anthony, aunque parecía no haberse dado cuenta de aquel detalle. Siguió con sus labores, lo que necesitaba en ese momento era mantenerse ocupado.

"Sed de sangre"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora