Semana y media había pasado, la joven aún sin poder moverse lo suficiente se paseaba lentamente por el pequeño lugar, ayudando a los demás pacientes y tratando de cuidarlos el mayor tiempo posible, pese a que tenía prohibido atacar a César, tenía un plan de guerra, y eso con algo de fallas. Durante la tarde Ezio llegó, parecía desesperado, entrando con fuerza al consultorio, la buscó con la mirada y al dar con ella, Adrienna le miraba desconcertada llevaba consigo un par de antídotos para los dos pacientes que ahí aguardaban, Ezio estaba a punto de acercarse a ella cuando el médico lo interceptó con sus preguntas.
-Ezio no puedes entrar de esa manera ¿Qué ocurrió para que entraras de esa manera? -Preguntaba más molesto por ver la cara de susto de sus pacientes, Adrienna se acercaba lentamente a ellos, Ezio miró al médico con seriedad.
-Las dos semanas no se cumplirán, César y esos soldados están aquí, debo llevarla a un lugar lejos y seguro. -Su tono era frío, la joven parecía preocupada, miró al médico y este se acercó a ella, como si supiera que estaba pensando la sujetó con suavidad.
-Tranquila, llévate unos libros y por favor descansa, si quieres ayudarme debes descansar, estaré bien y me aseguraré de que el herrero y su hijo estén a salvo. -Decía como si estuviera cuidando de una niña, miró a Ezio con confianza y asintió, como si le dijera que podía llevársela; Ezio se acercó a ella para cargarla, ella parecía furiosa a punto de llorar, respiró profundo y miró a Ezio, el médico corrió hasta un estante, tomó un morral y guardó ahí algunas cosas y se las dió, ella se colocó el morral, se despidió del médico y siguió a Ezio. -Ezio. -Dijo antes de que se fueran, Ezio le miró curioso. -Cuida de ella, por favor. -Parecía suplicar, Ezio se mostró empático con el médico, cumpliría su palabra, ayudó a la joven a caminar, aunque el camino se haría más largo. Caminaban rápido aunque doloroso hasta el escondite en isla Tiberina, sería el lugar más seguro por el momento para Adrienna. Casi a mitad del camino, Ezio miró a la joven, sentía dolor en todo el cuerpo pero, parecía querer esconder el dolor.
-¿Puedes seguir? -Preguntó preocupado, la joven asintió rápidamente, temblaba debido al cansancio y al dolor, sin haberle avisado la cargó como si nada, ella hizo una mueca de dolor. -Lo siento. -Dijo algo animado, llevó a la joven con prisa hasta el burdel, donde Claudia y María les esperaban. -Trata de aguantar el dolor casi llegamos. -Decía amable al mirar el rostro de dolor de la joven.
-Como desearía nunca haber venido a Roma. -Decía entre gemidos de dolor, Ezio escuchaba mientras avanzaba, esquivando guardias, y viendo hacia el frente.
-De no haber venido a Roma ¿Qué estarías haciendo? -Preguntaba serio mientras caminaba entre callejones.
-Seguramente estaría casada con un noble italiano, quizás un escosés, un inglés... -Parecía decepcionada con cada cosa que decía. -Me arrepiento, amo Roma, odio a quien lo gobierna. -Reía entre pequeños lamentos, Ezio sonrió amable y se detuvo antes de llegar, estaba algo cansado. -Bájame... -Un tono nervioso salió de su boca, Ezio la miró, ella miraba a otro lado con miedo, al dirigir su mirada donde ella para saber que era lo que la aterraba se topó con un César armado y rodeado de soldados, un hombre aún más alto y de rubios cabellos iba a su lado, mostraba frialdad en su mirada. Ezio no lo pensó y la alejó de todo llevándola a otro lado, se refugiaron en un callejón aislado; colocó a la joven en el suelo con mucho cuidado, ella se volteó hacia la pared y comenzó a vomitar, Ezio se mostró preocupado y la sujetó del hombro. -¿Por qué está aquí? -Decía temblando, Ezio no comprendía nada, Adrienna se limpió la boca con el antebrazo y miraba a la pared de forma pensante.
-Creí que no le temías a César. -Decía en un leve tono burlón, ella le miró con furia.
-César no es el que me preocupa... -Decía entre dientes y con un leve tono de voz, pensaba en aquel hombre que acompañaba a César. -Debo desaparecer ... Ah .. pero salir de la ciudad no es opción. -Decía mirando al suelo, si César estaba en Roma, los alrededores estarían repletos de soldados, Ezio se sentó frente a ella, ella se acercó a él con rapidez. -¡Debo encontrar a Leonardo a como dé lugar! -Dijo con fuerza mientras sujetaba los hombros de Ezio y le miraba a los ojos, en ese momento entendió muchas cosas sobre ella.
-Lo encontraremos, de momento debemos llegar al escondite. -Decía con seguridad, Adrienna se relajó y miraba cansada al suelo, sus manos caían por enfrente de ella, Ezio le miró de una forma extraña y sujetó su mano. -Eres fuerte y ágil ¿Por qué no te enfrentas a ellos? -Preguntaba con seriedad, la joven le miró a los ojos, parecía muy cansada.
-El combate aún no se me da. -Decía con calma, parecía querer reír pero, parecía asqueada por la situación de antes.
-Te propongo un trato. -Interrumpió con seguridad, la joven le miró curiosa, Ezio seguía sosteniendo su mano. -Te entrenaré, solo si prometes decirme todo lo relacionado con César y ese hombre. -La joven parecía dudosa ante esa propuesta pero, su padre había confiado en él plenamente; ella sobaba el dorso de la mano de Ezio con su pulgar, miró sus manos y de nuevo a sus ojos.
-Yo, Adrienna Berberini Stewart Da Firence, te prometo a ti Ezio Auditore Da Firence decirte todo lo que quieras saber, mis ojos serán tuyos. -Decía de una forma entregada y a su vez simpática, Ezio sonreía divertido.
-Vaya, por un momento creí que me estabas jurando amor eterno. -Decía en un todo divertido, la joven soltó una leve carcajada y miró a Ezio con calma, era un hombre que a pesar de su ruda apariencia se apreciaba que era una persona muy tranquila y que solo deseaba descansar.
La joven se levantó lentamente, Ezio le siguió. -¿Puedes seguir? -Preguntaba algo preocupado, la joven le miró y asintió segura.-Creo que sí. -Comenzaron a andar hasta el escondite; la joven, pese al terrible dolor que aún sentía seguía adelante, Ezio le guiaba hasta la isla Tiberina, cuando llegaron al puente, Adrienna se recargó en la columna del inicio del puente, estaba mareada. Ezio la tomó de la mano y ella le miró.
-Ya falta poco pero, ¿Quieres que te cargue? -Preguntó amable, la joven negó y continuaron, a pasó lento, Ezio le miraba atento a cualquier cambio en su andar. -Es aquí. -Dijo señalando una puerta escondida, Adrienna bajó las escaleras hasta la puerta y sin haber pedido permiso la abrió sin más, al entrar se topó con el Zorro, Maquiavelo, Claudia y María, apenas y vió una silla y se sentó con rapidez, dejando escapar un fuerte suspiró cansado. -¿Madre? ¡Claudia! ¿Qué hacen en Roma? ¿Han atacado Florencia? -Se mostraba serio, confundido y preocupado, Claudia parecía seria y decidida.
-No, o bueno eso creo. -Decía algo pensante, miró a su hermano con seguridad. -Vinimos a ayudar...-
-No. -Interrumpió Ezio algo serio, parecía molesto, no sé permitiría arriesgar a su hermana.
-Sin duda tu invitada no muestra modales. -Maquiavelo interrumpía algo molesto, Ezio miró a Adrienna respirar exahusta, sonrió y miró a Maquiavelo, antes de poder pronunciar una palabra, una cortesana entró corriendo.
-¡Messer Zorro! ¡Se han llevado a Madonna Solari! -Gritaba asustada y cansada, todos se acercaron intrigados, Adrienna se levantó tan rápido como pudo y se acercó a la joven quien había caído rendida.
-¡Ginna! -Tomó a la cortesana en sus brazos como si está fuese a morir. -¿Quién se llevó a Solari? -Preguntaba algo exaltada, la cortesana le miró con sorpresa.
-Adrienna ¿Qué haces aquí? -Se mostró muy asombrada por encontrarse con Adrienna.
-¿Sabes si pidieron algo a cambio? -Ezio interrumpía la extraña reunión.
-Los hombres de César, pidieron dinero a cambio de ella y otra de las chicas. -Decía más alterada, Adrienna miró a Ezio con suplica.
-Ezio... -Susurraba algo tímida, Ezio entendió immediatamente e interrumpió a la joven.
-Bien, iré por Madonna Solari. -Decía seguro. -Deberías regresar al burdel, pon a salvo a las demás. -Mencionaba con autoridad, la joven cortesana asentía.
-Descuida, te escoltaremos hasta allá. -Decía Claudia con amabilidad, pese a que su hermano estaba en desacuerdo, ella se mantenía firme ante su desición.
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Hermandad
AdventureEzio llega a Roma después de haber peleado con el ejército de César en Monteriggioni, ahí conocerá a Adrienna, una joven aprendiz de herrería y medicina que se uniría a su hermandad, en donde descubrirá más de su pasado y su conección con Ezio. Sus...