Edimburgo, Escocia 1482.
-¡Buenas gentes de Escocia! -Nerys guiaba al pueblo que se había levantado en armas en contra del Rey, las grandes turbias llevaban al Rey hasta el castillo de Edimburgo, parecía peligroso acercarse y tratar de defender al Rey pues los soldados de la Duquesa de Edimburgo eran soldados muy fuertes y poderosos, no había nada que hacer, más que dejar que le encerraran.
Por otro lado, la pequeña Adrienna se encontraba de camino a Dunnuttar al Este de Escocia, ahí su madre le creyó a salvo; acompañada ahora de su gran amigo Tòmas, se disponía a comportarse como una dama.
-Dunnottar es demasiado frío ¿No lo crees? -Tòmas le tomó confianza a Adrienna y enfrente de otros nobles o personas él le llamaba "Señorita" o "Lady Adrienna".
-Sí, muy frío y lluvioso. -Mencionaba con algo de tristeza mientras miraba el triste paisaje, llovía poco pero, parecía que no había dejado de llover en mucho tiempo, pues la tierra estaba floja y algo aguada, los caballos iban lento, subiendo las colinas escocesas hasta Dunnuttar; el camino se volvía angosto y peligroso por la tierra tan húmeda, una fuerte sacudida hizo que la pequeña se asustara un poco. -¡Señor Craig! ¡Cuidado! -Mencionó asustada mientras se sujetaba con fuerza, Tòmas la tomó de la mano para calmarla.
-¡Una disculpa mi Lady! -Se escuchaba al señor Craig decir desde la parte de afuera, los caballos siguieron solo unos metros más pero el camino se hacia cada vez más estrechó, llegando al punto de que la pequeña al asomarse por la ventana vería el fondo del acantilado, se regresó asustada a su asiento y se sujetó con más fuerza de Tòmas. -El camino se hace aún más estrechó mi Lady. -Aquel hombre parecía igual nervioso pues no podía llevar a la pequeña caminando. -Debemos esperar un poco... Oh.. déjeme ver qué puedo hacer para sacarnos de este aprieto. -Mencionó pensativo mientras se subía al techo del carruaje, sus pasos se escuchaban y cuando bajó por la parte de atrás se encontraba analizando la forma de sacarlos de ese lugar. -¡Tòmas ven y ayudame! -Gritó con seriedad, el joven esclavo salió por la ventana y ayudó al hombre a jalar el carruaje hacia atrás, Adrienna se sujetaba con fuerza, los caballos retrocedían con lentitud, sin embargo, el caballo pegado al acantilado dió un paso en falso y tropezó, el carruaje dió un fuerte movimiento, Adrienna gritaba en sus adentros, cerrando los ojos con fuerza, el carruaje estaba siendo jalado hacia los adentros del acantilado, los caballos se alteraban por soportar y no caer, Tòmas rompió una de las ventanas de la parte trasera y jaló a la pequeña, el carruaje terminó cayendo por el acantilado junto a los dos únicos caballos que les acompañaban, sus desgarradores quejidos se escuchaban alejarse conforme caían, la pequeña se abrazó con fuerza de Tòmas y lloraba por el miedo que había vivido.
-Está bien, señorita Stewart está todo bien, no llore más. -El joven esclavo consolaba a la asustada señorita, los caballos dejaron de gritar en cuanto se escuchó que cayó el carruaje y eso rompió más el corazón de la pequeña.
-Mierda.. -La voz del señor Craig sonaba algo nerviosa, Tòmas le miró intrigado, al notar que la mano del señor Craig sangraba mucho y estaba muy lastimada por intentar detener el carruaje mientras Tòmas sacaba a la pequeña.
-¿Está bien señor? -Tòmas se mostró interesado por la salud de aquel hombre, este miró su mano unos segundos más, la pequeña le miró y el hombre se percató, ocultó su mano detrás de él y le sonrió de forma cálida a la pequeña.
-Todo bien, no hay nada de que preocuparse. -Sonaba calmado, la pequeña miró al chófer aún asustada, este le sonrió tratando de calmarla, miró a su alrededor, la noche estaba cerca y habían osos y lobos por los alrededores. -Será mejor buscar un refugio donde pasar la noche, por la mañana buscaré la forma de llevarnos a Dunnuttar lo antes posible. -Mencionó mientras miraba a su alrededor, la pequeña abrazaba a Tòmas y se negaba a soltarlo. -Vayan delante, yo les seguiré. -En su voz se notaba el dolor que comenzaba a sentir, la pequeña miró dudosa el camino pero, Tòmas comenzó a caminar hacia los árboles, introduciendose al bosque y caminando entre piedras, pasaron quizás unas horas pues la noche había caído y ellos aún no hallaban un refugio, a lo lejos y subiendo un poco la colina, Tòmas divisó una curva sobre unas rocas, tomó a la pequeña en brazos y trotó hasta acercarse a la cueva, ocultó a la pequeña entre algunos arbustos, el hombre les seguía con lentitud pues su dolor aumentaba, tres de sus dedos estaban destrozados, dos colgaban de la mano gracias a la piel.
-Espera aquí, no hagas ruido, cualquier cosa escondete. -Mencionó en un susurro y acarició el rostro de la pequeña, se puso de pie y trepó hasta la cueva, comenzó a hacer ruido para ver si había algún animal dentro y se aseguró de que no hubiera nada, al salir se asomó a ver al señor para decirle que la cueva estaba vacía, sin embargo, vió la cara pálida del hombre y que poco a poco fue cayendo debido al intenso dolor y el frío. -¡SEÑOR CRAIG! -Tòmas gritó con fuerza mientras bajaba a gran velocidad para ayudarlo, la pequeña se miraba aterrada, Tòmas trataba de jalarlo pero apenas era un niño. -¡Adrienna ayúdame a llevarlo a dentro! -Decía haciendo fuerza, Adrienna corrió hacia su amigo y comenzó a jalar al señor con fuerza, al subir y pese a resbalarse una que otra vez y raspara us manos y piernas, llegaron a la cueva, dejaron al hombre acostado y Tòmas trataba de hacerlo despertar, Adrienna miró la mano del hombre y se asustó, sin embargo, arrancó parte de su capa y se acercó a Tòmas, este no le miraba, cuando el hombre despertó no paraba de respirar agitado, el dolor le estaba haciendo tener fiebre. -Debió cortarla.. -Mencionó algo horrorizado. -Si no lo hago puede que se infecte y dale el brazo. -El hombre apenas reaccionaba cuando tomas tomó la espada de aquel hombre. -Sujeta su brazo, necesito que no se mueva. -Miró a Adrienna algo asustado, ella tomó el brazo del señor y sin más, Tòmas alzó la espada y dió el golpe que cortó la mano de aquel hombre, éste soltó un desgarrador grito de dolor, Adrienna miró con dolor al señor que se retorcía de dolor. -¡Rápido hay que vendarla! -Ordenó con seguridad, la pequeña le entregó el pedazo de su capa pero no sería suficiente, rompió casi toda su capa y ayudó a Tòmas a vendar a ese hombre.
Terminando, Tòmas se encargó de vigilarlo pues se había desmayado una segunda vez, la pequeña miraba por la entrada de la cueva, el frío se hacia presente y una fuerte lluvia no dejaba oir el ruido de afuera.
-Debimos conseguir leña antes. Perdimos todo en el carruaje. -Mencionó Tòmas con algo de impotencia, Adrienna le miró y luego al bosque, pensó en ser útil aunque sea esa ocasión, salió de la cueva y trató de encontrar leños secos pero parecía imposible, sin embargo los pocos que logró encontrar los cubrió con lo sobrante de su capa, mientras continuaba su búsqueda se topó con un zorro, este se refugiaba en una madriguera, el Zorro miraba a la pequeña con atención, en caso de que ella quisiera acercarse y tomar a sus crías, ella buscaba la madera, ignoró al animal y continuó buscando, a unos metros de esa madriguera se topó con un poco de leña seca de un árbol quemado, la pequeña analizó el árbol y cuando estuvo a punto de tomar la madera, un rayo cayó a metros de ella, el sonido fue tan fuerte que un zumbido se escuchaba en el ambiente, Adrienna se sentía desorientada, cayó sobre su trasero y se talló los ojos. Alcanzó a distinguir al zorro y se acercó gateando hacia él, este se había escondido la escuchar el rayo, Adrienna arrastraba la madera consigo.
Tòmas escuchó el rayo y al voltear no encontraba a la pequeña por ningún lado, su desesperación se había apoderado de él, Adrienna llegó a gatas pues temía atraer más rayos.
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Hermandad
AventureEzio llega a Roma después de haber peleado con el ejército de César en Monteriggioni, ahí conocerá a Adrienna, una joven aprendiz de herrería y medicina que se uniría a su hermandad, en donde descubrirá más de su pasado y su conección con Ezio. Sus...