Capítulo 22

4 0 0
                                    

Roma, 1501.

Adrienna se encontraba cerca del río, arrojando piedras mientras esperaba a su maestro, se paseaba de un lado a otro, aburrirse era la única opción, el río es profundo, quizás halle algún objeto extraño, estaba jugueteando en la orilla del muelle, simulando como si fuese a caer.

-¿Qué haces? -La voz de su maestro la desconcentró, ella si estaba a punto de caer, pero dando un giro pudo mantenerse.

-¡Ezio! -Gritó asustada, este sólo reía por la cara de la joven.

-Jajaja vamos, tenemos que ir a la Rosa en Flor. -Se mostró animado, la joven parecía algo molesta, sin embargo, le siguió, comenzaron a caminar hacia el burdel, sería un camino largo pues se encontraban al sur de la ciudad. -¿Qué hacías hace rato? -Se mostraba amable, Adrienna le miró calmada.

-Tardaste demasiado, es normal que llegara a aburrirme. -Mencionó con reclamó, Ezio le sonrió culposo. -¿Por qué tardaste tanto? -Preguntó curiosa, Ezio parecía nervioso, sin embargo, le miró confiado.

-Tuve que pagar por la información. -Mencionó algo orgulloso.

-Te acostaste con la viuda ¿No es así? -Se mostraba algo burlona, Ezio se mostraba incómodo, aunque orgulloso.

-Era un precio justo por la información necesaria, ven te ayudo. -Mencionó mientras tomaba las riendas de un caballo, Adrienna se subió al caballo y le sonreía a Ezio; este subió a otro caballo.

-Bene. -Se notaba un poco molesta, esto sorprendió a Ezio, al mirarla ella miraba su armadura y la limpiaba, levantó la vista y Ezio le miraba sonriente.

-¿Estás Celosa acaso? -Preguntó animado, Adrienna se mostró extrañada, frunció el ceño y negó.

-¿Celosa de qué? -Se mostraba incrédula, Ezio acercó su caballo al de ella.

-¡Oh Adri! Eres tan adorable. Descuida, llegará el día en que tú y yo seamos algo. -Mencionó en burla, Adrienna se molestó aún más.

-¿Qué tú y yo qué? -Ezio reía mientras ella se molestaba, ella le dió un golpe en el brazo, su fuerza había aumentado gracias al entrenamiento, Ezio se quejó riendo.

-¡Ey! Golpeas muy fuerte. -Reía a carcajadas, Adrienna no tardó en sonreír. -¿No querrías algún día ser mi esposa? -Mencionó riendo.

-¡Ja! Quisieras. -Se mostró burlona mientras se adelantaba en el camino, Ezio le sonreía victorioso y le siguió.

-No estaría mal que te casaras un día. -Mencionó con animo, recordando lo que el señor Russo le había mencionado, Adrienna parecía amable, perdida en sus ideas.

-Sí, no estaría mal. -Respondió en un tono suave. -Pero, me gustaría que fuera por amor, o con alguien que me venza en combate y estrategia. -Miró a Ezio con calma. -Aún no estoy lista para cuándo ese día llegue, por eso me esforzaré para ser tan fuerte que nadie pueda vencerme. -Parecía decidida, Ezio entendió entonces la preocupación del señor Russo, Adrienna miró al frente, miraba a unos niños jugar. -Me gustaría que mis hijos puedan disfrutar de una vida en la que no deban esconderse, que puedan conocer a sus padres, me gustaría que sean felices. -Ezio se colocó a lado de Adrienna y al escuchar eso su corazón se quebró un poco.

Hermandad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora