Capítulo 17

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Al llegar a su habitación, abrió la puerta y entró como de costumbre, al darse vuelta y mirar hacia su escritorio, la comida y el tarro cayeron de manera estrepitosa, parecía haber visto un muerto.

-¡Señorita Stewart! -Un elegante hombre de cabellos dorados y mirada fría se encontraba sentado frente a ella, mirándole fijamente. -Que alegría verle de nuevo, sin duda se ha vuelto la mujer más hermosa que el mundo ha deseado. -Mencionaba con algo de picardía.

-¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste? -Parecía algo asustada, aquel hombre se levantó del asiento y se acercó a ella de forma lenta y elegante, Adrienna se recargaba en su puerta y le miraba fijamente. -Te he hecho dos preguntas, responde. -Mencionó con más seriedad.

-¿Acaso no puedo ver a una vieja amiga? -Habla con sarcasmo, Adrienna estaba preparada para sacar su cuchilla, aquel hombre sujetó el rostro de la joven y lo examinó, le miró de pies a cabeza, Adrienna le hizo soltarle y le miró con más enojo.

-¿El bastardo de César Borgia te ha mandado? -Mencionaba con frialdad, aquel hombre sonreía con malicia, miró a los ojos de la joven.

-No tenía idea de que era usted quien tenía tan loco a César, incluso pensaba que era la puta de su hermana quien lo traía como loco, sin embargo, al mencionar su nombre, mi querida señorita, mi corazón saltó de alegría. -Mencionaba con ironía, Adrienna parecía aún más molesta, pero, nos se rebajaría a los niveles de él.

-¿Cuánto te ha pagado? -Expresó con indiferencia, aquel hombre le miró y sonrió.

-Para su buena fortuna estoy dispuesto a vender mi silencio, usted y su gran amigo Ezio Auditore estarán a salvo del ataque de César y sus tropas. -Mencionó con sarcasmo.

-¿Cuánto pides a cambio de tu silencio? -Mencionó con seriedad, sabía que ellos aún no estaban listos para un ataque de César, se acercó a su buró y tomó su joyero, joyero que recuperó de las cosas que se quedaron en la casa de sus padres de Roma; tomó bastantes joyas, al darse la vuelta, aquel hombre ya se encontraba a centímetros de ella, le miró con picardía.

-Señorita Stewart, César me mencionó que usted era la mujer más hermosa de Roma y a decir verdad, me parece que es poco comparándola con las mujeres de los reinos a los que he ido, su belleza no sé igual. -Mencionaba con bajeza, Adrienna miraba con un poco de nervio ha aquel hombre. -No me interesan las joyas, ninguna se compara a usted. -Adrienna entendió a lo que él iba, puso una mirada más seria.

-Sé a lo que va señor Thompson, me temo que no puedo ofrecerle lo que está pidiendo, puede tomar las joyas y si mal no recuerdo, usted siempre anheló tener su propia flota, se la conseguiré. -Mencionó con autoridad, aquel hombre le miró vileza.

-No puedo creer que pese a los años que llevo sin verle, aún recuerda mis anhelos. -Fingía estar conmovido, se acercó aún más a la joven, Adrienna soltó las joyas y sacó su cuchilla, apuntando al cuello de aquel hombre, la punta de su cuchilla se hundía un poco en la piel de aquel hombre.

-Ni un paso más William o te cortaré la garganta. -Mencionaba con frialdad, William se dió cuenta que ella ya no era la joven duquesa que era fácil de engañar para que cayera a sus brazos.

-Veo que en verdad ha entrenado. -Mencionaba con sarcasmo. -Algunos de mis hombres mencionaron que incluso ha superado a sus maestros, no creí que fuera verdad... -Mencionó con burla.

-Será mejor que te larges antes de que encaje mi cuchilla en tu cuello. -Mencionó con frialdad, aquel hombre sonrió con vileza.

-¿Y por qué no lo hace de una vez? Si tanto desea matarme ¿Por qué no lo hace? -Hablaba con ruinidad, miraba a Adrienna con maldad. -Le diré porque, usted nunca ha matado, ni siquiera a un gato, no tiene el corazón de matar, quizás esté acostumbrada a ver sangre y heridos, pero su corazón se quiebra con ver a los muertos aún sin ser de su bando. -Mencionaba con escarnio, Adrienna bajaba lentamente su cuchilla, William estaba cumpliendo su propósito de hacerla sentir tan vulnerable. -Pero descuide mi señora, todo esto quedará entre nosotros, sólo, déjeme hacerla mía y ni César sabrá de usted ni su amigo, ¿Qué dice? -Se mostraba triunfal, Adrienna se mostraba algo acorralada, miró con enojo al hombre frente a ella.

-¿Crees que me rebajaré ante ti? -Mencionó en un tono furioso, casi quebradiso, William sonreía con vileza, su paciencia se estaba agotando.

-Sé que así será. -Su mirada era vil y cruel, Adrienna sintió el pinchazo de una aguja en su pierna, miró a los ojos de William y lo golpeó con fuerza, el cayó de manera estrepitosa.

Mientras tanto Ezio se mostraba algo serio durante la celebración, el Zorro notó esto y se acercó a hablarle.

-¿Está todo bien, Ezio? -Preguntaba en un tono un tanto animado, Ezio miraba atento las escaleras.

-No lo sé, me preocupa un poco que Adrienna esté arriba. -Mencionó afligido.

-Está bien, solo está cansada. -Respondió optimista.

-No lo sé, algo no me deja estar tranquilo. -

-Si tanto te preocupa, sube y pregúntale si está bien. Verás que seguramente esté dormida. -Interrumpió con seguridad, Ezio le miró con seriedad y asintió, se puso de pie y se dirigió a las escaleras al llegar el sonido de un fuerte golpe lo detuvo, miró al Zorro y este a Ezio, por un lado, el Zorro no había escuchado nada solo vió como Ezio subió a prisa.

Adrienna golpeaba y trataba de safarse del agarre de William, el veneno que había puesto en ella estaba haciendo efecto.

-¡Te dí la oportunidad de entregarte de manera voluntaria y la rechazas! -Gritaba con furia, Adrienna luchaba y miró su brazo, tenía la hoja oculta que había hecho para entrenar con Ezio, sujetaba los hombros de William para que esté no se acercara y abrió la hoja, está cortó parte del cuello de William, se alejó cubriendo está zona y Adrienna retrocedió hasta llegar a la puerta, se puso de pie y aunque sus piernas temblaban por la falta de fuerza, abrió la puerta para salir de ahí, chocó con Ezio una vez fuera.

-¿Estás bien? -Preguntó preocupado, Adrienna señaló dentro de la habitación y Ezio entró con prisa, no había nada, la venta estaba abierta y había un rastro de sangre; se dió media vuelta y vió como Adrienna caía inconsciente. -¡Adrienna! -Corrió a soccorrerla, la tomó en sus brazos, Zorro subió con algunos de sus hombre.

-¡Vigilen el perímetro, busquen al responsable de ésto! -Ordenó un tanto furioso, Ezio cargó a la joven y la llevó hasta la parte de abajo, todos en la reunión guardaron silencio. -¡Llamad al médico! -Gritó de manera imperativa y algunos de sus hombres salieron a prisa. -Recuéstala en la mesa, el médico no tardará mucho. -Mencionó algo preocupado, Maquiavelo se acercó curioso.

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