Capítulo 3

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Días después del incidente en el bosque se confirmó finalmente que todos los asesinatos ocurridos en el mes habían sido víctimas de un asesino en serie, rápidamente se le apodó como "El asesino de las rosas", es sencillo saber por qué se le llamaba así.

La razón de que todo saliera a la luz fue por que el quinto asesinato para su mala fortuna no fue encontrado por un policía, que fácilmente vendería su silencio al gobierno, sino por una desafortunada chica de 20 años que pasaba por el lugar aquella fatídica noche, y su testimonio no pudo pasar desapercibido para todos los medios de comunicación.

En el pueblo, no tardo mucho en hacerse voces sobre mi "encuentro" y no dejaban de preguntarme una y otra vez sobre lo que había visto y como había ocurrido.

Y por supuesto que era entendible, no es algo de todos los días que alguien que conoces encuentre alguien a punto de morir.

Pero el tema estaba comenzando a molestarme, definitivamente no me sentía bien como para recordarlo "a detalle" como tanto lo pedían... aún estaba asustada, cada vez que intentaba dormir no podía hacerlo, la imagen del hombre agonizante no paraba de aparecer en mi cabeza, ¡Y no podía creer que la gente pudiera llegar a ser tan estúpida como para no pensar en eso antes de llegar a mi con las mismas malditas preguntas!...

La falta de sueño, las migrañas constantes, los mareos, y una que otra pequeña alucinación, definitivamente no me estaban ayudando en este momento, además, Lara había dejado de llamar por cinco días exactos, ¿Por qué justo cuando más la necesitaba ella desaparecía de repente?

Mi estabilidad se estaba llendo a la mierda frente a mis ojos, esta vez definitivamente estaba sola y tan delicada por la situación que cada vez que alguien se acercaba a mi para preguntarme algo sobre el asesinato le contestaba de forma cortante o incluso a veces siendo déspota.

Pero ya no me importaba... en este punto de mi vida, me hice esclava de mi rutina, había perdido el sentido de todo, de mi vida, del tiempo. Durante mis tiempos libres en la clínica veía por la ventana como el sol pasaba de tener un gran fulgor, a extinguirse poco a poco como la más hermosa llama que esperaba paciente a que terminase su turno para morir y dar paso a la luna que de forma egoísta lo opacaba brillando resplandeciente, inmensa y hermosa en el cielo oscuro, completamente sola llevándose toda la atención por que su belleza lo ameritaba. Hasta cierto punto era romántico y poético a mis ojos, extinguirse... para dejar brillar a alguien mucho más hermoso que tu, incluso me atrevo a decir que, es algo que deberíamos hacer más a menudo por las personas que amamos... dejarlos, brillar.

Aquel día especial, un dia de otoño, el clima aunque frío aún seguía siendo amigable, el viento no paraba de soplar con fuerza alborotando mi cabello una y otra vez de forma molesta, por lo que me detuve por un segundo para atarlo, y ese pequeño instante... aquel instante en el que levante finalmente mi mirada del suelo...

Para verla a ella...

Se encontraba recargada en la pared, fumando un cigarrillo con la mirada profundamente perdida en el cielo nocturno, su cabello ahora era corto, una media coleta lo sostenía, dejando caer uno que otro mechón rebelde por su rostro, llevaba un suéter con cuello largo de color café claro, una chaqueta de cuero encima que resaltaba su esbelta figura junto con aquellos pantalones ajustados, y botas de casquillo del mismo color negro que todo lo anterior y, aunque lo que traía puesto era algo sencillo, la hacía ver realmente bien mientras le alumbraba aquel faro de luz situado frente a ella.

En un segundo nuestras miradas se encontraron, sacandome un suspiro al ver aquella sonrisa tan cálida escapar de sus delgados labios, con la cuál soñaba a diario desde que se fue, aquellos ojos oscuros pero brillantes y al mismos tiempo misteriosos, simplemente fue inevitable el no correr hasta ella y abrazarla con fuerza como si mi existencia dependiera de ello, necesitaba saber que ella estaba aquí, que ella era real, que no era una cruel alucinación... pero, en cuanto sentí sus brazos rodear mi cintura y abrazarse a ella con fuerza mi mente se quedó completamente en blanco... en verdad ella estaba aquí, conmigo.

Mi soledad, mis preocupaciones, mis problemas, mi ansiedad, mi depresión, absolutamente todo se esfumó, en aquel entonces no podía pensar en nada más. El mero hecho de tenerla frente a mi abrazandome de esa forma me hizo sentir protegida, me hizo sentir... completa y dependiente de ella.

Mi pequeña...— su rostro se escondió entre mi cuello logrando que mis mejillas se tornaran al instante de un tono rojizo y mi corazón comenzara a latir con fuerza al darme cuenta que podía sentir perfectamente su respiración chocar suavemente contra mi piel.

Y ese fue el momento más feliz y especial que había tenido en mi vida, pero desafortunadamente... también fue el último.

(...)

Mientras Lara me acompañaba a casa, no podía evitar mirarla de reojo de vez en cuando, aún no asimilaba del que cambiará demasiado en tan poco tiempo, era más alta y delgada de lo que recordaba, pero aunque me estaba comenzando a preocupar un poco, no podía pensar en nada más que en mi propia felicidad en aquel entonces.

—Te noto diferente, en verdad nunca creí que tan solo dos años nos cambiarían tanto...

—¿Desde cuando fumas?— el querer evitar la conversación me hizo finalmente animarme a regañarle por su molesto nuevo hábito.

—Bueno, mi trabajo y estudio no es muy relajante desde que empecé... pero tienes razón debo tratar de dejarlo— miro el cigarrillo en su mano suspiro con una sonrisa deteniéndose para tirarlo.

—Gracias— le susurre con una sonrisa cuando volvió a mi lado para seguir caminando juntas, nuestros pasos se sincronizaron nuevamente y el ambiente se tornó tranquilo y relajante hasta que...

—¿Estas así después de lo que viste en el bosque?

Aquella pregunta me hizo detenerme en seco, ¿cómo se había enterado?, quiero decir, se supone que ella había llegado hace poco, y mi identidad nunca se reveló en los noticieros a las afueras del pueblo, además, yo nunca le conté lo que había sucedido.

—Como es que tú...— ella se detuvo poco después, levante la vista y nuestros ojos se encontraron al instante, ella me miraba fijamente pero esta vez, sus pupilas estaban completamente de un color opaco, y pasaron unos segundos en los que no sabía con exactitud si mis escalofríos eran provocados por el fuerte viento que chocaba en mi espalda o por la forma en la que Lara me miraba...

The Killer Of The RosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora