Capítulo 5

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Los días siguientes fueron más tranquilos, el asesino no parecía dar más señales de vida, así que Lara y yo decidimos que sería lo mejor para ambas el salir a distraernos un rato por la tarde a las afueras del pueblo.

Aún no estoy muy segura de como hizo para convencerme de que el asesino no podía acechar aquella noche, pero... sonó tan convincente, (o tal vez no lo fue), pero aún si ella me dijese que la tierra era plana, seguiría creyendole como una idiota... ¿qué por qué?.

Bueno, sin darme cuenta comencé a tener sentimientos por ella, esta bien si me juzgas, lo sé, también creía que debia estar mal de la cabeza, el que me guste una mujer estaba definitivamente mal... quiero decir, durante mi corta vida nunca e visto a dos mujeres juntas, ni siquiera a dos hombres, mi madre me contó que hace años hubo una pareja de dos jóvenes en el pueblo... ella solía decirme que cuando ambos fueron atrapados fueron excluidos incluso de sus propios hogares, y conforme fui creciendo junto con mi curiosidad al final la convencí de contarme el resto de la historia... ellos fueron golpeados hasta la muerte... no quería que eso me pasase a mi, y el encomendarme a Dios e ir a la iglesia no servían de nada, tenía miedo, miedo de estar siendo poseída por algún tipo de demonio que busca manifestar su lujuria de aquella asquerosa y enfermiza manera atravez de mi, como lo hizo con aquellos inocentes... después me di cuenta que solo eran ideas estúpidas, nosotros nunca estuvimos enfermos, nunca fuimos poseídos, pero me estoy adelantando un poco.

Mi hermana solía decirme que aquellas cosas ya no eran tan mal vistas a las afueras del pueblo, pero eso no me quitaba el asco que me daba a mi misma... Aún así, cuando veia a Lara, cada vez que la tenía a mi lado, estaba segura de que el infierno que se le prometía a las personas como yo cuando su hora finalmente llegará, seria menos mierda que todo lo que experimenté estando en vida...

(...)

-Ahg, en verdad estoy llena...

Me gustaba salir del pueblo, en el centro todo era más divertido, había tantas cosas lindas, por la noche las luces alumbran las calles haciéndolas ver bellas y elegantes, amaba caminar por entre calles solitarias y observar las casas enormes que las rodeaban, fantaseando con que algún día tendría algo así en mi vida.

-Como no vas a estarlo, comiste demasiados chirros... Dios, no recordaba que estas cosas fuesen tan dulces- Lara volvió a dar un trago a su malteada y no pude evitar reír un poco al ver su linda cara de disgusto antes de botarlo a la basura.

Ambas levantamos la vista al escuchar la pesada risa del chico alto y delgado que venía de frente hacia nosotras.

-Que suerte la mía, miren a quien me he encontrado...- su tono era burlesco y chillón al mismo tiempo, sus felinos ojos color azul que resplandecían en la noche me asustaban por lo fijo que miraba a Lara -Larissa Mendoza, creímos que habías desaparecido o aún mejor, que habías sido víctima del asesino de las rosas, ahora que lo recuerdo que coincidencia, justamente hablamos de ti en clase de psicología... el tema era, la desorientación sexual por problemas psicológicos o traumas- Lara respiro profundamente, parecía estarse controlado demasiado.

-Ni siquiera sabes de lo que hablas, alguien como tú parece quedarse dormido en cada clase...- las palabras de Lara se escuchaban entre dientes y supuse que era debido a la furia que comenzaba a emanar de su cuerpo.

-No supongas cosas de las que luego te arrepientas vaquita...- Lara levantó la mirada viéndole de una forma inexplicable, sus ojos estaban completamente nublados y filosos, cualquiera se habría asustado si le mirase así, pero contrario a ello el chico solo sonrió de lado y dirigió su atención hacia mi.

-¿Por que no te largas?...

-¿Es tú amiga?- me quedé completamente congelada y agache la mirada cuando lo vi acercarse a mi, estaba apunto de tocarme cuando de repente...

-Te e dicho que te que fueras...- Lara se puso frente a mi haciéndole frente al presunto agresor, su valentía me sorprendía demasiado, después de todo ambas fuimos criadas en una sociedad donde la mujer debía ser hostil y tranquila, pasiva frente a cualquier hombre que se atravesará en nuestro camino, ya que si lo hacías enfadar era completamente libre de golpearte si así lo deseaba, y se te culpaba de haber sido desobediente.

--Ten cuidado hermosa... no sabes con quién te estás juntando- nuevamente me miró haciendo referencia a que aquellas advertencias eran para mí... después miro a Lara quien no le apartaba la mirada ni por un segundo -Espero que los rumores no sean ciertos vaquita... por que de lo contrario, mi asco y repugnancia hacia ti ira en aumento... y será un honor ver como te queman viva, como el demonio que eres...- su voz amenazante me helaba la sangre.

-Eres un imbécil... pero no te preocupes, todos sabemos que no es tú culpa, tal vez los golpes de tu padre fueron demasiado fuertes, lo suficiente como para querer desquitar tu ira hacia lo que te rodea, igual que el lo hacía con tu madre cada vez que no le daba una buena mamada entre lágrimas, o se quejaba de ser lastimada cada vez la violaba, dime ¿cuantas veces viste esa escena?, ¿lo suficiente como para fantasear con ella por las noches?- una tras otra de sus palabras salían como afiladas espinas que hacían al tipo hervir con todas y cada una de ellas...

Pero el no dijo nada... todo apuntaba a que lo que Lara decía era cierto, vaya mierda de vida...

Aún después de todo lo que había dicho Lara el ni siquiera se inmutó, simplemente se limitó a sonreír, llevo una de sus manos a la mejilla de Lara y la apretó con tanta fuerza que quise detenerle en verdad parecía lastimarla... pero Lara sólo hizo una mueca, ella no se quejaba en lo absoluto, realmente me parecía una chica muy valiente.

-Bien, si ya has terminado de mugir me voy vaquita...- la apartó bruscamente y Lara al fin agacho la mirada... pero su respiración era particularmente irregular -Toma en cuenta lo que te dije preciosa...- nuevamente se acerco a mi, y por cada paso que yo retrocedía el daba dos más muy lentamente, hasta que mi espalda chocó contra la fria pared -Larissa nunca a sido una buena chica... créeme- sus labios tocaron mi mejilla con sutileza y por un segundo... me sentí sucia, aquel tacto realmente me repugnaba...

El tipo tomo un mechón de mi cabello y me miró a los ojos con una enorme sonrisa ladina que me resultaba asquerosa. Pero finalmente después de pasar unos segundos mirándome, siguió su camino a paso lento y juro que sentí volver a respirar en cuanto lo vi marcharse.

Lara no paraba de respirar profundamente, el odio y el rencor emanaba de su cuerpo como si fuese vapor, intente acercarme pero ni siquiera pude tocar su brazo cuando dio la vuelta hacia donde el tipo y comenzó a caminar hacia el a paso rápido.

En su camino recogió un tubo metálico y grueso que convenientemente estaba sobre la acera cerca de unas bolsas de basura, y al instante supe lo que planeaba hacer.

Rápidamente tomé su brazo para detenerla, no podía dejar que hiciera una estupidez como esa, y en cuanto se dio la vuelta para mirarme...

-Sueltame...- no podía creer lo que tenía frente a mi, su voz, era exactamente la misma que había escuchado el día que nos reencontramos solo que, el tono era más tétrico y bajó que antes, sus ojos estaban completamente abiertos, pero ni siquiera el brillo de la luna se reflejaba en aquellos ojos oscuros que me devoraban ferozmente, sentí un escalofrío recorrerme producto del miedo que me hizo obedecer aquella orden en cuestión de segundos...

Ni siquiera recuerdo como logró que el tipo no la escuchará antes de alcanzarlo para golpearle en la nuca dejándolo inconsciente y tirado sobre el asfalto.

-Te equivocas... aún no e terminado... De Rugir- le escuché apenas susurrarle al chico en el suelo antes de levantar nuevamente el tubo... y en un comienzo cada golpe fue lento.

Uno...

Dos...

Tres...

Poco a poco su furia iba en aumento, los golpes se aceleraban uno tras otro, deformando la cabeza junto con el rostro del tipo, claramente podía escuchar con cada golpe el crujir de los huesos acompañados por los jadeos de Lara quien simplemente no podía parar de golpearle con una fuerza, en definitiva sobre-humana.

Quise detenerle...

Pero mi cuerpo nuevamente no respondía, solo podía quedarme a unos cuantos centímetros a la distancia completamente anonadada, sin poder creer el grotesco escenario que se encontraba frente a mi...

The Killer Of The RosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora