Lara me observo por un rato mientras yo seguía con la mirada perdida en el cuerpo con la cara casi irreconocible de aquel hombre, sentí el palpitar de mi corazón en la garganta, cuando finalmente reaccione, nuestras miradas se cruzaron y por fin pude verla detenidamente...
Su ropa y su rostro estaban repletos de pequeñas manchas color carmesí, se acercó a mi lentamente intentando tomar mi mano, pero estaba tan asustada que por inercia retrocedía con cada paso que ella daba.
—Vera... no tenemos tiempo para esto, por favor...— rapidamente me tomo de la muñeca y me jalo obligándome a volver a mis sentidos y salir corriendo junto a ella, me resultaba increíble como su actitud cambiaba tan de repente, hace tan solo unos segundos juraría que le había visto sonreírle al chico que yacía en el suelo bañado en su propia sangre.
Corrimos hasta llegar nuevamente al pueblo y pasar por el mismo lugar donde tuvieron lugar los dos primeros incidentes aquellos que desencadenaron toda esta historia, y ahí, en ese lugar, también termino botado el tubo metálico con el que Lara talvez acabada de matar a una persona, entre los inmensos árboles del bosque, los anchos arbustos y la hierba alta, escondido, como el más grande secreto que cualquiera de nosotros tendría, por que si... todos, tenemos "ese gran secreto", ¿el mío?, que estaba perdidamente enamorada de una posible asesina... toda la vida, lo estuve, y nunca hubo vuelta atrás.
(...)
—¿No fue una alucinación cierto?— mi mano no soltaba la manga de su suéter a pesar de que nos habíamos detenido desde hace ya un buen rato a unas cuantas calles cerca de mi casa.
—Lamento que tuvieras que verlo...— el ambiente era demasiado silencioso y completamente oscuro lo cuál lo hacía tortuoso, el poder escuchar perfectamente su suave voz, y no poder ver ni una sola de sus expresiones con claridad me asustaba, pero aún con todo eso le sostenía fuertemente, como si mi vida dependiera de ello.
—¿Que haremos ahora?... Tal vez debamos escondernos y-
—Vuelve a casa Vera...— "¡¿por que suena tan estúpidamente tranquila?!", fue lo primero que pasó por mi mente antes de soltarla con obvia molestia —Creo que ambas debemos descansar, pensar en todo esto, yo... prometo llamarte mañana— sus palabras sonaban vacías, tanto que por un momento creí que nunca cumplirá con aquella promesa, y tuve miedo, pero, todo en mi mente desapareció cuando la sentí tomar mi mejilla y susurrar aquellas palabras suyas... que nunca podré olvidar —Confia en mi...— ese simple acto fue suficiente para abrirle paso a las traviesas mariposas en mi vientre que no paraban de revolotear, danzando contentas e irrespetuosas de un lado a otro.
Aquella romántica escena duró tan solo unos segundos antes de que Lara saliera a paso rápido y se perdiera entre la oscuridad de las calles.
—¡¿Se puede saber donde estabas?!— mi madre me grito furiosa apenas abrí la puerta y entre a casa.
—Te dije que saldría— mi actitud no era la más tranquila, pero supongo que no llegaría con una sonrisa enorme mientras mi mente luchaba por procesar todo lo que había pasado.
—¿Con quien?.
—Con Lara madre, ya te lo había dicho.
—No uses esos tonos conmigo... Por cierto hora que tocas el tema de esa... ¿mujer?— ¿por qué habrá dudado tanto en decir esa palabra? —A partir de ahora no volverás a tan siquiera verte con ella, si supieras la mitad de las cosas que se dicen de ella por todo el pueblo— me detuve en seco a mitad de las escaleras cuando la escuché decir lo último, realmente había logrado llamar mi atención.
—¿Que dicen de ella?...— le susurre mientras la veía moverse por toda la sala de star acomodando lo primero que veía fuera de su lugar como si fuese un robot.
—Que más van a decir Vera, me sorprende que no te des cuenta tu misma de que esa chica es toda una machorra de esas que ahora invaden la ciudad, junto con los maricas— su forma de decir todas esas palabras fueron con tanta repugnancia, no podía creer que la mujer que con tanto cariño me cuidó se estuviese expresando de esa forma —¿Recuerdas a la prostituta que mataron hace unas semanas?, todo el pueblo dice que era la amante del asesino de las rosas, que Lara no dejaba de rondarla y que el asesino ese ahora va tras de ella por tirarse a su amante, ojala la maté igual que a la prostituta, demonios como esos no merecen seguir viviendo entre nosotros— mi estómago se revolvió por completo debido a la rabia y el odio que se acumulaba poco a poco en mi corazón.
—Como puedes hablar así... ¡de alguien que llegaste a considerar casi una hija!— baje las escaleras para poder enfrentarla y cuando la tuve frente a mi... las lágrimas comenzaron a acumularse inevitablemente en mis ojos, desesperadas por salir.
—¡Pues afortunadamente no lo es!, ¡Lo ves, esta engendrando esa asquerosa lujuria en ti!, ¡¿O por que defindiendes a esa puta machorra!?
—¡POR QUE TU HIJA ES IGUAL!— me abofeteó con fuerza en cuanto le grite aquello, las lágrimas comenzaban a arder como ácido puro cuando bajaron por mi mejilla, realmente me dolía que mi madre hubiese reaccionado de esa forma, no quería que se enterara de esa forma, pero ya era demasiado tarde, no podía quedarme callada... ella realmente me gustaba ahora.
—Largo de mi casa...— no dudo ni un segundo antes de soltar esas hirientes palabras y ni siquiera tuvo el valor para mirarme a la cara.
—¿Te doy asco acaso, madre?... ¿Miedo?... ¡¿Por eso quieres que me valla?!— mi hermana bajo rápidamente las escaleras preguntando desesperadamente que era lo que sucedía.
—¡LÁRGATE DE MI CASA!, ¡ESTAS ENFERMA!, ¡TU Y TU AMIGA... SON UNOS DEMONIOS!— sus palabras se clavaron en mi pecho como enormes y filosas dagas...
Limpie mis lágrimas como pude, tome mi suéter y salí lo más rápido que pude ignorando los gritos de mi hermana que corría detrás de mi, antes de que mi madre la detuviera y la llevara a rastras de nuevo dentro de la casa.
Después de eso no recuerdo nada más, fui presa de mi odio y desesperación hasta que caí en cuenta de que había terminado caminando sin rumbo, terminando por adentrarme en el bosque...
Los árboles me rodeaban como si intentaran mantenerme presa, la tenue luz de luna no servía de nada ahora, no podía ver por donde iba y sin darme cuenta en mi desesperación por encontrar la salida poco a poco me adentraba aún más.
Podía escuchar en mis oídos el palpitar de mi corazón, el miedo se estaba apoderando de mi cuando de pronto, una fuerte linterna me segó por completo, seguido de ello un fuerte zumbido acompañado de un dolor de cabeza infernal, me hicieron caer al suelo, rindiendome por completo al darme cuenta de que ninguna de las partes de mi cuerpo respondía y, enseguida supe lo que sucedía, por supuesto, un ataque epiléptico, era demasiado apropiado en ese preciso momento, pero... estaba segura de que este había sido provocado por... ¿El asesino de las rosas?