Capítulo 8

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El invernadero de las rosas

(Parte 2/2)

A pesar de que comenzaba a anochecer el ambiente en el bosque lejos de ser aterrador como todos solían advertirle, realmente me parecía especialmente lindo esa noche, las plantas y una que otra rama crujián debajo de nuestros pies con cada paso que dábamos y era increíble la satisfacción que me provocaba aquel sonido.

-¿A donde me llevas?- las risas nerviosas se escapaban de mis labios mientras caminaba torpemente dejándome guiar por la dulce y a la vez profunda voz de Lara.

-Espera un poco ya estamos cerca...

Mis sentidos estaban a flor de piel, apesar de ello solo podía percibir el rico aroma de su perfume hasta ahora, y escuchar los ruidos ambienatales del bosque. Pero, conforme avanzábamos percibía algo... cada vez más persistente, era un dulce y delicado olor a rosas, y mi mente no podía pensar en otra cosa que no fuese... "tal vez estaba a punto de confesarme sus sentimientos"... mi estómago se revolvió por los nervios y mi corazón comenzó a latir con fuerza en cuanto aquella idea traviesa invadió mi mente.

Sus manos se retiraron con delicadeza de mi rostro dejándome ver finalmente lo que había frente a mi...

Un enorme invernadero, lleno de bellísimas rosas color carmín, que desafortunadamente eran opacadas por la obscuridad de la noche.

-Dios...- susurre mientras me adentraba cada vez más al lugar.

-Lo se, es bellísimo- susurro a mis espaldas.

-L-lo es.

-Me hacia mucha ilusión mostrartelo, además tengo algo más que decirte... y, mostrarte- nuevamente aquí venían los nervios... -Ven conmigo- tomo mi mano y me jalo llenvandome aún más adentro del invernadero hasta llegar al fondo del mismo.

Solto mi mano y se agachó llamando mi atención, mire al suelo y ahí se encontraba una pequeña puerta que muy seguramente llegaba a una especie de sótano, la retiro ejerciendo bastante fuerza y en efecto daba a un cuarto completamente obscuro.

-¿Es una habitación secreta?, ¿La hiciste tu?.

-Espera aquí, yo te diré cuando bajar- ignoro por completo mis preguntas y bajo con demasiada confianza y solo tardo unos segundos en encender la luz que a pesar de ser demasiado tenue cumplía con su función -¡Ya puedes bajar, solo ten cuidado, no quiero que te hagas daño!- la escuche gritar y sin pensarlo dos veces baje.

Tenía mucha curiosidad por saber que era lo que tenía ahí adentro, pero, como las grandes personas solían decirme y ahora lo entendía... "La curiosidad mató al gato".

El olor de aquel lugar era increíblemente extraño casi indescriptible los olores se combinaban de una forma extraña, olía a detergente, humedad y algo más que no lograba descifrar, que de los tres era el más perceptible, era en definitiva desagradable.

Espere a que mis ojos se acostumbraran a la poca luz mientras me acercaba hasta donde Lara me esperaba. En mi camino me encontré con una mesilla quirúrgica con instrumentos del mismo tipo sobre ella, guantes, bisturí... clavos, un martillo, pinzas y... ¡¿cuchillos?!, no, tal vez estaba mal interpretando la situación, ella me contó que estaba a punto de trabajar como asistente quirúrgica, tal vez era para practicar o algo así...

Levante la mirada escandalizada al ver la asquerosa imagen de el cuerpo de un hombre completamente lleno de clavos y bañado en sangre por todos lados, acomodado perfectamente en una mecedora antigua, como una especie de retorcido trono.

Mi estómago se revolvió haciéndome llevar instintivamente ambas manos a mi boca para evitar vomitar, mi cuerpo dejó de responderme quedándose simplemente quieto, inmóvil y perplejo por lo que presenciaba con mis propios ojos.

-¿Te sorprendi?, Lo siento no sabia como decírtelo en un principio, lo pensé incluso antes de ir a buscarte a la universidad, pero no se me ocurría nada, así que ahora que soy lo único que tienes... opte por simplemente mostrartelo- me sonrió y lentamente se fue acercando -Creo que ya esta más que claro quien soy...- se recargo en la mesa que estaba a nuestro costado y tomo mi hombro derecho con suma suavidad y delicadeza delineando el borde del cuello de mi camiseta -ahora que lo sabes quiero que entiendas algo, no quiero que dudes de mi... nunca debes temerme, por que, eres lo más preciado que tengo y sabes perfectamente que antes de hacerte daño me lo haría a mi misma...- su tono de voz cálido y amigable y su cercanía hicieron que hasta cierto punto llegara a creer que lo que me decía no era tan malo e incluso me besaría ahí mismo.

Pero mis altas espectativas se fueron por un tubo cuando inesperadamente se separó, tomo mis manos y puso sobre ellas un arma que había sacado de la parte trasera de su pantalón, ¿cómo llegó eso ahí?, ¿cómo es que nunca lo note?.

-La verdad mi pequeña Vera es que, finalmente me encontré a mi misma, ahora le veo ese sentido a la vida del que tanto me hablabas desde que éramos pequeñas y, ¿te digo algo?... me encanta...- fue con toda la tranquilidad a sacar una camiseta olgada completamente negra de una de las tantas cajas amontonadas al fondo de la habitación, se quitó la chaqueta y después el suéter de cuello tan característico de ella dejándome ver su torso y... un gran tatuaje que comenzaba con una bella mariposa posada sobre una rosa y un girasol que cubría el lado izquierdo de su cuello y bajaba en forma de innumerables rosas que cubrían por completo el costado de su torso, era inevitable no verlo como algo realmente lindo e incluso seductor.

Mis manos dejaron de temblar ahora que estaba completamente embobada mirándola e imaginado una y otra vez ese mismo cuerpo sobre mi deborandome por completo...

-Y creo que es obvio que desconfíe un poco de ti ahora que sabes mi secreto, ¿no crees?, así que quiero que me demuestres tu lealtad- se terminó de colocar la camiseta y nuevamente se acerco a mi esta vez quedándose a mi costado -Quiero que mires bien a ese sujeto...- no pude evitar no obedecer a su orden, aunque tenía miedo de volverlo a ver, me sentía realmente mal cada vez que lo hacía pero... no tenía otra opción.

Tome una buena bocanada de aire antes de volver a observarlo esta vez con más detenimiento, los clavos estaban incrustados en sus brazos y piernas de principio a fin, su ropa estaba completamente ensangrentada y sucia, parecía haber sido arrastrado por todo el bosque, se veía tan mal que por un momento llegue a creer que había muerto pero... su cuerpo aún se seguía moviendo lentamente, estaba... ¿respirando? Y parecía estar... delirando.

-S-sigue vivo- susurre apenas.

-Correcto~... y quiero que seas la buena de esta historia- tomo mis manos para ubicar bien la pistola entre ellas y comenzar apuntarle a aquel hombre que no paraba de susurrar incongruencias -quiero que acabes con su sufrimiento si, el pobre ya a aguantado como todo un campeón- vi por el rabillo de mi ojo como como su sonrisa se ensanchaba de forma escalofriante mientras soltaba mis manos y se apartaba lentamente devolviendome mi propio espacio.

Todo mi cuerpo comenzó a temblar en descontrol, no sabía que hacer, tenía miedo, demasiado miedo, pero de repente todo se nublo a mi al rededor y poco a poco la imagen de aquel hombre se hizo cada vez más obscura y difusa... lo ultimo que escuche fue el disparo antes de caer al suelo inconsciente... ¿realmente le había disparado?.

The Killer Of The RosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora