Viudo

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En el continente americano había crecido un rumor que tenía a todos atentos, parando las orejas en caso de cualquier nueva noticia que pudiera salir

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En el continente americano había crecido un rumor que tenía a todos atentos, parando las orejas en caso de cualquier nueva noticia que pudiera salir.
Hablaba de un hombre guapo, bello como el brillante cielo atardeciente, delicado como una rosa y fragil como pétalos de cristal. Un hombre de postura elegante pero intrigante, tan callado que llegaba a ser cautivante.
Un hombre, o más bien un país, que había estado casado toda su vida, haciendo de su esposo el envidiado por todos al poder despertar día a día con un ángel en su cama. O al menos así era, hasta el fatídico día de su muerte.

"El viudo de sudamerica"

Rumores decían que, a pesar de sus pocos días de soltería, europeos mismos hechos y derechos habían buscado al sudamericano a pedirle su mano en matrimonio, solo para ser fuertemente rechazados y cerrados las puertas en cara.
Un país con tanta altura que rechazaba europeos, aquello generaba cosquilleos de curiosidad a cualquiera, lo hacía más deseable a ojos ajenos.

México sin embargo se notaba algo escéptico a estas palabras, su mayor problema venía en parte a que nadie parecía ser capaz de darle una descripción concisa de este tal "Viudo de Sudamerica"
Siempre le daban descripciones vagas e inespecíficas como "Brillante como el sol", "Delicado como una flor", "Único como un eclipse", "Místico como la luna".
Nadie era capaz de decirle "Es bajito con el pelo blanco" o "Alto, de pelo marrón y piel clara", y eso ponía al mexicano nervioso y frustrado.

A veces tenía ganas de ir hacia sudamerica y hablar con ese tal "Hombre perfecto", tan solo para ver cómo era y descubrir qué era de lo que tanto se hablaba, quizá con suerte lograr impresionarlo lo suficiente como para ganar su fidelidad en matrimonio...
Podrían no tenerle confianza y creer que si europeos no lo conseguían menos lo haría él, pero él tenía de su lado ese encanto latino que esos europeos fresas no podían lograr.

Su primera noche en sudamerica la pasó en un hotel de calidad decente, algo barato a decir verdad, sus representantes habían buscado gastar lo menos posible teniendo en cuenta que se quedaría poco tiempo.
Un ahorro insignificante para México, pero no lo podía controlar y no valía la pena quejarse por ello.
Sin embargo no podía dormir, tenía tres horas de diferencia en el medio y él ya era de acostarse tarde, por lo que la noche fue insufrible.

No vio mejor opción que escaparse de las sábanas de su cama y salir a pasear un rato. Estaba en una explanada llena de vegetación, habían escogido un hotel algo perdido en la nada para así pasar desapercibido, lejos de metiches y envidiosos o saboteadores que quisieran acabar con sus intentos de ganarse al tan hablado viudo.

Caminaba por el prado con calma, sintiendo la hierva alta cosquillear en sus piernas, a veces pasando por entre árboles perdidos o teniendo que hacer un esfuerzo para subir o bajar por los cambios de terreno que había.
A su alrededor solo lo acompañaban el sonido del viento y los grillos, recalcando su soledad con el brillo único de las estrellas... hasta que se le unió el ruido de pasos apurados corriendo hacia él, una fuerza chocando contra su cuerpo en un instante, casi haciéndolo caer.

De la A a la Z (MexArg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora