Zafiro

368 41 18
                                    

Los zafiros son piedras preciosas, su brillo visto desde la distancia, llamando la atención al instante cada vez que hay uno en la zona

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los zafiros son piedras preciosas, su brillo visto desde la distancia, llamando la atención al instante cada vez que hay uno en la zona. Su azul profundo, bello, hipnotiza en segundos, calmo como la ciudad temprano a la mañana, cuando los primeros rayos del sol golpean y se refleja el celestino cielo en las calles vacías, pero a la vez caótico, como las estruendosas olas en el mar chocando unas con otras durante una violenta tormenta.
Azul, ahogando los sentidos de todos y atrayéndolos hacia su remolino de belleza.

Pero los zafiros pueden ser de muchos colores, no solo azules.
Podían ser honestamente transparentes.
Puramente blancos.
Energéticamente amarillos, o genuinamente dorados.
Romanticamente rosados.
Quizá incluso anaranjados como el más temprano amanecer.

Sin embargo, todos igual de brillantes y bellos, y uno más raro que el otro, pero siempre opacados por el azul.

Así eran los ojos de México, amarillo ambarino y brillantes como ningun otro, preciosos y diferentes, algo que no se repetía en nadie más, sus ojos como zafiros padparadscha eran únicos de él y una suerte de ver.
Sin embargo, siempre eran dejados de lado cuando estaba junto a USA, con sus fascinantes ojos celestinos-rojizos, o Canadá con sus ojos de un azul marino.
Tampoco se salvaba si visitaba el sur, Guatemala de ojos color azul grisaceo como el cielo nublado le robaba la atención, al igual que Chile y sus diamantes vivos.

A Argentina le cansaban los ojos azules. No podía negar su belleza, nadie podía, él mismo se vio atraído hacia esas gemas frías e ignorando su alrededor más de una vez, pero después de tanto tiempo todo se veía igual.
Había crecido para ser inafectado por el deslumbrante y raro color azul celestino que tanto había amado años atras, tanto como para agregar a su bandera.

El color era bello, pero había ganado una nueva piedra favorita.

Le gustaban el citrino, el ámbar, los diamantes amarillos.
Esos que igualaran el color y brillo de los ojos de México.
Los que, como la piedra de su anillo, pudiera ver e imaginar que estaba viendo directo a los ojos de su amado.

Era esa gota cálida de lava en un mundo frío cuya tierra se transformo en oceano.

Se había encantado con los zafiros amarillos en el rostro de su esposo, se sumergía en esa miel prendida fuego en su piel y no soltaba su mano durante todo el camino, besaba sus labios probando la dulzura de su boca sabor amarula.
México era el sol en su vida y él era el girasol que luchaba por darle la cara constantemente, y de alguna manera seguía siendo México el que le regalaba girasoles.
Ese pensamiento le hacía reír, como gazanias haciendo cosquillas en su piel.

- ¿Arge? - Balbuceaba el mexicano al despertar, parpadeando tonteado por el sueño

El argentino le sonrió, abrazándolo calidamente con un cariño capas de quemar a añicos los más grandes castillos.

- ¿Qué hacías, cariño? - El mexicano soltó una risa enternecida mientras la cara de su esposo era oculta en su pecho

- Me desperté hace rato... te iba a despertar pero... te veías muy bonito dormido - Confesó, recordando con una sonrisa lo tierno que se veía su esposo cuando estaba dormido

De la A a la Z (MexArg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora