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México era guapo. Un hombre moreno de pelo marrón largo, su cuerpo era musculoso y sus ojos marrones claros, brillantes como los de nadie más. Argentina también era guapo. Su piel era suave y blanca como porcelana, su cabello rubio y sus ojos verdosos llenos de energía siempre. Su cuerpo era más bajo e incluso flaco, pero tenía una gran complexión atlética gracias a su afán por los deportes. Sin embargo, al tratar con Argentina, no se lo señalaba por su belleza, si no por otro aspecto...
- ¡Ey, nargentina! - Saludó uno de sus amigos
El argentino frunció el ceño con resentimiento. Aquella se había vuelto una especie de 'broma' interna entre su grupo de amigos, aunque era más que nada una manera de molestar al rubio.
- ¿Qué problema tenés con mi nariz, pelotudo? - Insultó a Chile, quien se acercaba junto a Perú
- Nada - Respondió el peruano mientras lo rodeaba - Es una naríz común... -
- Común tucán, kldsak - Rió el chileno
El argentino puso los ojos en blanco, tratando de calmar su irritación peinándose sus pelos rubios con la mano bruscamente.
- Vos te comunicás únicamente por referencias a German Garmendia ¿Eh? Con razón tu corto vocabulario... - Bufó con molestia al chico de pelo teñido
Chile jadeó ofendido y Perú tuvo que aguantar la risa para no ganarse un golpe suyo.
- Chúpame el pico, weon - Gruñó el chileno, haciéndole una seña obscena con el dedo
Argentina resopló a manera de risa, rápidamente dándose la vuelta para volver a lo que estaba haciendo antes de que los otros dos lo interrumpieran... buscar a México. ¿Por qué lo buscaba? Bueno, al resto le diría que "Por temas de trabajo" o "Para charlar de cosas importantes" o algo vago así... Pero la verdad era un poco más complicada... había algo acerca de estar con México que lo encantaba, algo extraño porque en el fondo sentía una sensación de odio e incomodidad cada vez que lo veía... envidia, realmente, envidiaba cada parte de él.
Y ahí estaba, igual de guapo, igual de musculoso, sus ojos marrones brillando con la intensidad de siempre. Y otra vez, una igual sensación embaucaba el corazón inocente de Argentina, haciendole sentir eso que había reconocido como envidia desde la primera vez que lo sintió. Estaba hablando con Guatemala, un chico regordete de pelo teñido, siempre desbordando tanta confianza que no podías evitar sentirte inferior a su lado.
Sin decir mucho lo tomó del brazo y tiró de él, llamando su atención. Extrañado en un principio México lo miró, pronto comprendiendo qué estaba pasando.
- Ah... Wey, Guate, hablamos más tarde ¿Jalas? Tengo trabajo con este vato - Le explicó a Guatemala señalándo rápidamente al argentino
El guatemalteco miró rápido de arriba a abajo a Argentina, ganándose una expresión molesta de este. Conocía bien a Argentina, podía ser bello por afuera, pero no le sacaba lo malhumorado y egocentrico que podía ser. Se acercó a México para hablarle al oído.
