Gatos

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Las risas llenaban el aire, estando ambos en su propio mundo, como si olvidaran por un momento a la gente a su al rededor

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Las risas llenaban el aire, estando ambos en su propio mundo, como si olvidaran por un momento a la gente a su al rededor. Taparon con sus manos sus bocas, en un intento inútil de calmarse, cuando lo único que lograron fue empeorarlo.

Pasaron unos largos segundos antes de que lograran acallar las risas, aún teniendo ese brillo divertido en sus ojos, necesitaron un rato para recuperar el aire si querían volver a hablar entre ellos.

El mesero se acercó a los dos países con una sonrisa cordial, llevaba su uniforme pulcro y bien planchado, blanco y negro con detalles dorados, en sus manos tenía una libreta y un lápiz negro que usaba para anotar los pedidos de sus clientes.

- ¿Van a querer algo más o les traigo la cuenta? - Preguntó en tono formal a los dos chicos

México, un tricolor de ojos ambarinos bastante alto que vestía en esos momentos una camisa blanca con rayas muy claras, miró hacia su compañero, Argentina, un país bicolor de piel celestina, también era alto, pero no alcanzaba a México. El argentino negó con la cabeza, así que el mexicano volvió sus ojos al mesero y habló

- No, gracias, tráiganos la cuenta, por favor - Pidió en tono amable

El trabajador asintió con la cabeza formalmente y se alejó, dejando a los dos latinos seguír con su conversación.

- Espero que la estés pasando bien - Le dijo el mexicano a su acompañante, con algo de vergüenza

Argentina rió con ternura.

- Nunca me la pasé mejor - Se sinceró el argentino, desviando la mirada para tratar de ocultar su sonrojo

El tricolor soltó una risa nerviosa, apoyándose sobre su brazo para admirar la belleza del contrario.

Hacía mucho tiempo que se había estado sintiendo algo atraído hacia el sudamericano, había querido pedirle una cita varias veces, pero siempre se ponía muy nervioso, entraba en pánico y se iba o terminaba diciendo algo completamente diferente a lo que quería pedir. Grande fue su sorpresa el día en el que Argentina se acercó a él, jugando nerviosamente con sus manos, y le preguntó si podían salir juntos algún día.

Aquella era su primera cita y no podía esperar hasta la segunda, todo se sentía tan perfecto que daba miedo, se sentía como si algo fuera a arruinar todo en cualquier momento.

El mesero volvió después de lo que a sus ojos fueron unos increíblemente cortos minutos, dejándoles la cuenta en el centro de la mesa para luego irse, no sin antes hacer una pequeña reverencia con la cabeza como despedida.

Ambos se estiraron para alcanzar la cuenta, haciendo que Argentina ponga la mano sobre la del mexicano por accidente, la retiró con algo de vergüenza, ganándose una mirada enternecida del contrario.

- Déjame pagar ¿Si? - Se ofreció el mayor

- Pero... Sería mejor que dividamos la cuenta - Respondió el bicolor

De la A a la Z (MexArg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora