¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Si algo caracterizaba a su pareja, México, eran las citas extrañas: Le daría la mano y lo llevaría a los lugares más diferentes posibles, nunca serías capaz de predecir el lugar que vendría a continuación. Su primera cita fue la más normal, un restaurante casual, ni muy lujoso ni muy barato, algo perfecto para testear las aguas y ver si estaban en la misma página... ese día México descubrió que, sí, Argentina era el tipo de persona a quien podía llevar a esas citas extrañas que sus anteriores intereses románticos no habían apreciado mucho. Desde ese punto ya no hubo restaurantes clasicos, ni paseos por el parque, mucho menos escapadas románticas a paisajes románticos, como acantilados donde ver toda la cuidad.
No, desde ese punto hubo salidas a los museos más raros que pudo encontrar, eventos experimentales a los que nadie asistía, visitas a experiencias extremas que ponían sus vidas en peligro, ese tipo de cosas. Si veían el partido de algun deporte, era uno que nadie conocía. Si jugaban a algún juego de mesa, iban a alguna competencia de el juego más bizarro que podían encontrar. Y si iban a algún concierto... pues terminaban en alguna situación como la que estaban en ese momento:
- Solo a vos se te ocurre buscar el concierto de un xilofonista - Rió Argentina con ternura, lleno de emoción por lo que estaban a punto de ver
No era algo que le interesara, pero la sorpresa del momento era suficiente como para hacerlo feliz. Porque así era México, y así lo había enamorado... era absurdo e impredecible, llegó a un punto en donde él organizaba cada cita que tenían, no porque Argentina no quisiera, sino porque le parecía imposible superar las ideas que este tenía, no había nada que su creatividad pudiera idear para siquiera igualar las salidas que el mexicano organizaba. Así mismo México se había enamorado de Argentina... porque nadie más parecía estar tan encantado con su unicidad como él... nadie antes se había notado tan emocionado con cada cita que pensaba, nadie esperaba tan emocionado a que el día llegara, nadie reía por la sorpresa y la felicidad incluso si la actividad planeada no le gustaba.
Nadie le preguntaba "¿A dónde me vas a llevar hoy?" Con los ojitos brillando inténsamente y casi dando saltitos por la impaciencia sin importar cuantas salidas hubieran hecho ya.
No importaba si ya no era sorpresivo. Argentina se emocionaba por cada. maldita. cita. Y eso le encantaba, lo emocionaba a él también, pasando horas pensando y buscando un lugar mejor que el anterior solo para verlo reír impresionado una vez más.
- Bueno, lo encontré en internet y me pareció algo bonito - Confesó México, sonriendo de manera tierna mientras tomaba de la mano al argentino, teniéndola dentro del bolsillo de su sudadera
No era su idea más alocada... de hecho venía más de la nostalgia y el sentimiento, pero eso era algo que todavía no le había explicado a su pareja.
- Es increíble, como siempre - El argentino volvió a reir solo por la alegría de estar en un nuevo evento diferente al resto
El mexicano se sintió sonriendo con tanta fuerza que le dolieron las mejillas, desviando la mirada para ocultar la ilusión en sus ojos que se causaba cada vez que escuchaba la validez del sureño.
