Estaba informado de la huida de Volkov, sabía que el ex–comisario finalmente se había decidido por mandar a la mierda a aquellos que le estaban robando su libertad. Horacio había deseado tanto el reencuentro con el ruso que pensó que al menos podría verlo una última vez antes de que este volviera a su país de origen, pero no fue así. Apenas Viktor tuvo oportunidad, pidió un boleto para volver a Rusia sin despedirse del director del FBI.
Cuando apenas habían pasado unas semanas, el federal decidió simplemente desearle lo mejor, amar a ese hombre siempre había sido complicado y aunque no hubo oportunidad para que ambos se vieran, el poco contacto que tuvieron durante la misión del más alto en Marbella era suficiente para saber que le iría bien sin importar el lugar. Sin embargo, cuando las semanas se convirtieron en meses y los meses en años, no pudo evitar sumirse en una depresión de la que era imposible salir. La poca esperanza que existía en Horacio era debido a que creía que, en algún punto, el ruso volvería para contactarse con él; no quería disculpas, y sabía que el hombre de cabello gris tampoco las deseaba... ya no había nada que perdonar.
Aunque lo amaba, no podía evadir aquellos pensamientos egoístas: el moreno realmente creyó que el ruso encontraría la felicidad a su lado. Pero no fue así, porque nunca volvió.
Le deseaba lo mejor que el mundo pudiera brindarle al dueño de esos ojos azules, aceptaría que su sanación fue por su cuenta, y no junto a él. El ruso seguramente era feliz en su hogar.
Y Horacio mentiría si no admitiera que estaba celoso. Porque él seguía metido en esa oficina de mierda, rodeado de tanta gente, pero sintiéndose tan solo y vacío, ya que aquellos que eran importantes en su vida no estaban más.
Tal vez estaba celoso de la manera en que aquel hombre era feliz sin él. Y muy dentro de él, había estado deseando que el ruso no encontrara la felicidad al huir de ahí, esperaba que se diera cuenta de que no había más que miseria si no estaba a su lado. Pero nunca fue así. El único miserable era él.
