Sylvain
Me quedo apoyado en el capó del auto con Lion a mi lado. Ambos estamos fumando viendo a nuestras chicas hablar y como Glyn parece embobado con el nuevo gato de la pareja. El felino se frota contra sus piernas y puedo ver en su expresión como contiene la emoción para no asustarlo. Está agachado, y pasando con sumo cuidado su mano por el lomo del animal que ronronea en respuesta.
—Gracias por esto —musito dando una nueva calada al cigarrillo. Percibo la mirada de reojo de Lion, que se encoge de hombros.
—No agradezcas. Para esto está la familia —ahora es su turno de darle una calada a su cigarrillo—. Además, adoro a mi sobrino. Gracias a él voy a tomar helado de postre.
Me río, negando.
—De nada entonces, fui yo quién tuvo que negociar con ese pequeño torbellino.
Asiente con comprensión y luego señala al niño con el cigarrillo.
—Debe serle difícil separarse de Leili —deja salir una nube de humo—, es un niño de mamá.
—Para los dos es difícil estar lejos de ella. Es nuestro sol, nosotros orbitamos a su alrededor como dos bobos.
Me dio la razón con un inclinamiento de cabeza y me enfoque en mi esposa.
Mi esposa. Amaba como se escuchaba eso. Si alguien le dijera al Sylvain de quince años que la chica con la que llevaba más de media adolescencia embobado le iba a terminar aceptando la propuesta de matrimonio años más tarde seguro al principio no se lo creería pero luego se ilusionaría. Reí para mí mismo al imaginarme hablando con un yo más joven sobre Leili.
Llevaba su cabello rubio recogido, un lazo rojo envolvía su larga cabellera. El vestido era de color negro, con un diseño sencillo y elegante. Era corto, dejando ver la extensión de sus piernas que solo yo conocía tan bien, debajo se escondía un par de muslos que adoraba pellizcar. Tenía unos delgados tirantes que se anclaban en sus hombros. Se veía hermosa, como siempre.
En su lugar, yo vestía una camisa roja nueva que había recibido para navidad. Pantalón negro y unos zapatos de vestir. Iba sin corbata, ya era suficiente lo que me asfixiaba como para también llevarlas en una cena con mi esposa. No, gracias, pasé de ellas esta noche.
—¿Alguna novedad con ese asunto? —pregunté, recordando la llamada que recibí el otro día.
—Ya tengo los anillos —dice en un murmullo, mirando a Nans despedirse con un abrazo de Leili—. Aún estoy pensando en cómo proponérselo.
—Buena suerte con ello. Es un dolor de cabeza que después vale totalmente la pena.
—Lo tuyo era fácil. Sabías que te iba a decir que sí.
—¿Y que te hace pensar que no va a aceptar? —interrogue.
—Nunca lo hemos hablado realmente. A Nancy no le agrada mucho la idea de una boda.
—No pierdes nada intentándolo —me encogí de hombros—. Puedes proponerlo, no necesariamente deben casarse enseguida. Aguarden a que ambos estén listos para dar ese paso.
—Lo pensaré. Dejaré que el tema salga sutilmente y luego veré como sigo.
—Creo que eso tendría que haber sido lo primero antes de comprar los anillos —me burlé escuchándolo refunfuñar. Deje caer el cigarrillo al suelo para apagarlo con mi suela—. Aunque a ti siempre se te ha dado bien hacer las cosas al revés.
Bufó y se cruzó de brazos.
—Hay días en los que no me agradas mucho, Sylvain.
—Lo sé.
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Querido Sylvain
Teen FictionLeilani y Sylvain siempre fueron uno. Desde que se conocieron. Hasta que se perdieron. Desde ese primer día en el armario de la escuela hasta esa última mañana en la que se despidieron. Siempre uno. Tanto en la vida, como en la muerte. Portada reali...