Leilani
Si no es uno es el otro. Primero el tonto de Lion y ahora mi querida abuela. ¿El universo tiene algo en mi contra? Me siento increíblemente nerviosa ahora bajo la mirada curiosa de ella. A sus 64 años Doña Luz es igual de intimidante que en su juventud. Sus ojos azules idénticos a los míos, a los de mi padre, me escanean de arriba a abajo como si hubiera entrado justo a una escena de crimen. Pasó su vista a Sylvain, y hasta ahí llegó la poca simpatía que tenía. Era una mujer dura pero cariñosa con su familia, con los extraños era simplemente fría y despectiva, a menos que le generen buenas vibras.
En el fondo estoy esperando que Sylvain le de buenas vibras.
—¿Estabas por besar a mi nieta, muchacho? —dijo mi abuela iniciando con su interrogatorio y yo me puse como un tomate al pensar en eso.
¿Sylvain iba a besarme? A la virgen santísima, la mínima idea de un roce de labios entre ambos me ponía mil veces peor, sentí como si a todo mi cuerpo le recorriera una ola de calor, mi piel ardía y picaba por los nervios.
—¡Abuela! —solté un gritito y ella me levantó una ceja juzgadora.
—Estoy hablando con este muchacho, Leili, no seas metida —inquiere y volvió a mirar a Sylvain, en ese momento me gire a verlo y creo que estaba incluso peor que yo, se le nota de lejos que está muy, pero muy, nervioso y sus orejas están tan rojas, si yo era un tomate él era una de las rosas más rojas que podía encontrar en el jardín—. Responde, muchacho.
—Yo solo... —comenzó tartamudeando y aclaró su garganta, una de sus manos tiemblo cuando engancho el cuello de su remera, estirando un poco, buscando aliviar su sofocamiento—, solo quería que Leili se sintiera mejor.
—¿Besándola? —acuso y considero que ya es suficiente de esta vergüenza. Sylvain no merece pasar por esta situación. Agradezco su cariño y preocupación, pero es tan inofensivo como una mosca.
—¡Abuela! Basta, por favor —supliqué y ella volteó los ojos, cediendo a mi pedido pero por su gesto sabía que no se olvidaría pronto de lo sucedido.
Sylvain iba a besarme.
—Ya hablaremos luego chiquilla, esto no quedará impune. —me señaló y yo suspire derrotada—. Ahora, mira que abuela tan buena soy que te traje unos pastelitos de la panadería, aunque no se los merecen —bromeó.
—Gracias, abuela —me acerqué y besé su mejilla haciendo que asienta, conforme con mi actitud. Si la consentía lo suficiente, probablemente se olvidaría de esto. O no, y me perseguiría con este evento por el resto de mi vida.
—Estaré en el balcón leyendo, no quiero verlos muy juntitos, ¿entendido?
—Si —dijimos al unísono viéndola marcharse.
Voltee el rostro en dirección a Sylvain, que aún parecía seguir conteniendo la respiración.
Ambos nos miramos inmediatamente, como si nuestras miradas se sintieran atraídas y no pude seguir conteniendo más la risa nerviosa, Sylvain también se sumó, con un sonido ronco y con notas nerviosas.
Me acerqué a él, quizás más ansiosa que las veces anteriores, esa pequeña posibilidad aflorando en la profundidad de mi mente.
¿En serio quiso besarme?
—Mejor pongamos la mezcla en el horno —Me reí nerviosa, tomé el molde con ambas manos, con cuidado de no dejarlo caer, tenía los dedos tan tembleques que sentía como el molde podía patinarse.
—Si, será lo mejor, sino no podremos probarla —agregó con rapidez, saliendo de su estupor, Sylvain se apresuró a abrir el horno para que yo pudiera meterla, soltandola sobre la rejilla de metal.
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Querido Sylvain
Teen FictionLeilani y Sylvain siempre fueron uno. Desde que se conocieron. Hasta que se perdieron. Desde ese primer día en el armario de la escuela hasta esa última mañana en la que se despidieron. Siempre uno. Tanto en la vida, como en la muerte. Portada reali...