Sylvain
Abandoné el lugar enseguida, al atravesar la puerta miré para ambos costados pero nada. No estaba por ninguna parte.
—¡Sylvain! —su voz me llamó desde el interior, y el sonido de sus pasos viniendo tras de mí me hicieron actuar, solo le eche un vistazo al interior del vestuario y me alejé trotando, viendo hacia todas partes buscando su cabello rubio.
Mire sobre las gradas y nada.
Mire alrededor de la pista y nada.
No estaba. ¿Cómo demonios se había movido tan rápido? Esa pregunta me perseguía como un mal sueño en lo que me movía alrededor de la pista en su búsqueda.
—¡Eh! ¡Chico! —el entrenador se metió en medio de mi camino como un torbellino aunque el verdadero torbellino era el que había en mi mente ante la desesperación de encontrar a Leilani, la desesperación por explicarle lo que sea que haya visto e impedir que su imaginación creativa y increíblemente sobre pensadora se fuera por las ramas y creyera cosas que no son.
La idea de que pensará que yo sentía algo por Paris me asqueaba, solo tenía el nombre de una persona grabado en mi corazón y era el suyo.
—¡Vamos chico te estoy hablando! —el entrenador chasqueó sus dedos casi sobre mi cara, tratando de llamar mi atención. Sacudí la cabeza un poco aturdido, sentí la risa de Rob y Xion, quienes se estaban acercando a dónde estábamos y un escalofrío me recorrió la columna al verlos.
Me concentré en el hombre de mediana edad que tenía enfrente y supe que había tomado mi decisión.
—Me largo del equipo —suelto de repente para comenzar a rodear al entrenador que se quedó mirándome con los ojos y la boca abierta. Sus labios temblaron, aún procesando lo que había dicho.
—¡¿Pero quién te crees que eres para largarte así?! —gritó Rob a mis espaldas pero lo ignoré, tenía cosas más importantes de las que ocuparme. Tendría otras oportunidades de pelearme con ese idiota después.
—¡Chico no puedes! —gritó a su vez el entrenador.
Seguí andando ignorando cada uno de sus llamados, con los puños apretados en mi costado y la mirada de los demás equipos en mi. Busqué entre las gradas a mi hermano y me dirigí hacía él una vez que distinguí su rostro entre la multitud que se mantenía alborotada y entretenida con la entrega de premios.
Subí en dos y en dos los escalones de madera, vagando la vista por todos lados.
Por favor Leilani, ¿Dónde estás?
Por mucho que busqué y busqué, no encontré a Leilani por ningún maldito lado, la busqué por todos los asientos de la bendita grada hasta llegar con Salim y Will.
Mi hermano me recibe con una amplia sonrisa y me da una gran palmada en el hombro.
—¡Muy bien hecho campeón! —me elogia orgullosos, cuando al fin parece notar lo decaído de mis rasgos son los suyos los que pierden parte de su alegría.
—¿Y Leilani? —pregunto sabiendo que ella ya no está aquí.
—Nos dijo que te diéramos sus felicitaciones de su parte —pude sentir la mirada preocupada de Salim en mi nuca mientras me daba la vuelta para mirar la pista desde las gradas.
No puede ser que haya desaparecido tan rápido, es lenta para correr. Ese pensamiento me sacó una pequeña risita.
Mi Leili es una oruga, por mucho que le guste negarlo.
Tomé una bocanada nueva de aire y traté de calmarme y seguí buscándola desesperadamente con la vista, aún con una pequeña chispa de esperanza en que en cualquier segundo vería su cabeza moverse entre la multitud.
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Querido Sylvain
Teen FictionLeilani y Sylvain siempre fueron uno. Desde que se conocieron. Hasta que se perdieron. Desde ese primer día en el armario de la escuela hasta esa última mañana en la que se despidieron. Siempre uno. Tanto en la vida, como en la muerte. Portada reali...