Posibilidades

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Leilani

Llevaba poco de levantarme y despertar luego de que Sylvain hubiera decidido que era buena idea que descansará sabiendo que había varias cosas que hacer antes de que su hermano y esposo llegarán a almorzar como todos los domingos. Se que a ninguno le molestaría ver el desorden que una criatura de cinco años dejaba tras él pero mi lado perfeccionista no me permitía que tal cosa sucediera así que cuando vi que el reloj marcaba las once y media del medio día me desperté de un salto para comenzar a correr por la casa acomodando, con Glyn detrás mío pensando que era divertido desacomodar lo que yo acomodaba.

Así que cuando el timbre sonó deje a Glyn sentado en el sofá viendo sus dibujos animados. Fui al baño rápidamente para acomodar mi cabello en un moño que me generaba estrés al estar desaliñado. Alise mi remera suelta y fui a abrir.

No había querido molestar a Sylvain en el rato que llevaba despierta, había estado trabajando horas extras está semana en una noticia que lo traía completamente absorbido en una investigación. Lo único que me llamaba terriblemente la atención era que no me permitía saber absolutamente nada sobre esto y me causaba cierta incomodidad. Sabía que no tenía la responsabilidad de contarme cosas sobre su trabajo pero siempre lo hacía con tanta emoción, aunque fuese la más mínima cosa, que está situación me molestaba un poco.

Bueno, no un poco, era bastante aunque no me atrevía a decir nada para no parecer más dramática de lo que ya era habitualmente.

Con un suspiro, termine de bajar las escaleras y poner una de mis mejores sonrisas para recibir a mis invitados. Abrí de golpe la puerta tomando desprevenidos a la pareja que enseguida se volteo a mirarme. Will parecía tan entusiasmado como siempre y besó mi mejilla con un dulce hola cuando me moví para que pudiera entrar. Por otro lado, Salim se veía diferente y no pude evitar abrir la boca con sorpresa para luego cerrarla rápidamente, mordiendo mis labios, disimulando la sonrisa burlona.

Mi cuñado no era tonto, así que rodo los ojos cuando me vio al cruzar la entrada y se detuvo delante mío cruzando los brazos. La remera manga larga se ajustó a su cuerpo cuando hizo tal cosa, solo causó que todo me generará más gracia. Por lo visto Will a lavado la ropa, otra vez. Con un tono cansado, cedió a mi curiosidad, conociéndome lo suficiente como para saber que me moría por preguntar qué había sucedido con su cabello.

—Dilo de una vez, Leili.

—¿Por qué tienes el cabello rojo furioso? —mordí el interior de mi mejilla conteniendo la sonrisa. Will se detuvo, escalones más arriba, cargando unas gaseosas y me dio una sonrisa que indicaba que él era el culpable de todo esto.

—¿Furioso? Esa es una nueva forma de describirlo —se carcajeó Will que comenzaba a subir las escaleras de dos en dos huyendo de la mirada malhumorada de Salim.

—Fui usado de conejillo de indias —apuntó con su barbilla a su esposo que ya había entrado en la casa—. Su cabello se está recuperando después de haberlo destrozado con su último tinte y creó una nueva fórmula que necesitaba probar. Según él, era algo de vida o muerte.

—Y lo usó en ti. Obviamente.

—Exacto —dijo y pasó una mano por su cabello—. ¿Me queda tan mal? —pregunto cuando cerré la puerta y comenzó a subir, dándome la espalda permitiendo al fin dejar de esconder la sonrisa.

—No, solo es un poco sorpresivo. Lo esperaría de Will, no de ti.

—Ya sé. En el restaurante he atraído demasiada atención innecesaria.

—Pero te queda genial.

—Sería realmente genial si mis toallas blancas no quedarán rosas después de bañarme.

Querido SylvainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora