09. (sin editar)

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Capítulo nueve:

«Reasignación: Proteger a Harold Jenkins» lee.

Cinco envía aquel mensaje, uno para Hazel y otro para Cha-Cha, a través de un tubo que rápidamente los succiona. Tenía la intención de crear una distracción para así salvar al mundo y a su familia de aquel desastre en el dos mil diecinueve.

- Sabes que aquí las cosas no se hacen así- lo sorprende de la nada aquella mujer conocida como La Encargada, que lo observaba desde la puerta.

El muchacho, atrapado, finge una actitud relajada recargando su brazo sobre la tapa.

- ¿Dónde está Gloria? - pregunta la contraria.

- No lo sé, estuve buscándola- responde, con el ceño fruncido.

Ella, sin creerle, gira su cabeza lentamente, observando unas piernas que sobresalen detrás del escritorio de la ya mencionada. Luego, dirige su atención bajo una mirada francamente decepcionada al muchacho frente a sus ojos.

- Eres una gran desilusión para mí - niega -No puedes cambiar lo que está por venir, Cinco.

Cinco, en cambio, se cuestionaba mentalmente que es lo que estaría a punto de hacer.

- Me cuesta tanto entender que no puedas deshacerte de esa fantasía ¡Eres un perfecto pragmático! - esta vez, continúa señalándolo - perteneces aquí con nosotros- finaliza.

- ¡No pertenezco a ningún lugar gracias a ti!

Lucía confundido, la verdad es que estaba triste, el único hogar al que juró pertenecer ya no existía, bueno sí lo hacía, pero no estaba al alcance de sus manos.

- ¡Me convertiste en asesino! - reclama.

- Siempre fuiste un asesino- susurra La Encargada, y posteriormente se baja el cierre del vestido que se ubicaba en la pierna sacando una pistola, sin dudarlo: apunta y dispara a Cinco. Pero este, astuto, salta en el espacio justo a tiempo.

Ambos, Jo y Cinco de aspecto cansado decidieron que ya era hora de establecerse y descansar un poco

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Ambos, Jo y Cinco de aspecto cansado decidieron que ya era hora de establecerse y descansar un poco. Armaron nuevamente el refugio y colocaron sus sillas uno al lado de la otra.

- Anciano- llama la atención del hombre, que efectivamente lucía como uno debido al descuido.

- Bonita, te recuerdo que tú luces como una anciana también- responde con la mirada en su regazo, donde descansa un cuadernillo lleno de anotaciones.

Ella en cambio, sonríe un poco, y con delicadeza toma su mano y entrelaza sus dedos con Cinco.

- Tanto tiempo juntos y aún me sigues llamando bonita, no te creo- comenta observando a su compañero.

Él dirige toda su atención a la mujer frente a sus ojos, llena de arrugas a causa del tiempo. Era cierto, desde hace mucho que Jo le había dejado de parecer bonita a Cinco, ahora era eso y más. Aquella pelirroja que sabía muy bien cómo sacarlo de quicio, ante sus ojos se había vuelto la creación más preciosa que ha pisado la Tierra.

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