01. ¿De dónde vienes?

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Capítulo uno: ¿De dónde vienes?

Esta vez ambos, Cinco y Jo, caminaban entre escombros y humo hacia ningún lugar en específico, aun así, mantenían su vista hacia delante.

A pesar de haber transcurrido unos seis meses que apropósito, mal contados. Cinco mantenía una duda constante sobre cómo había hecho su compañera para llegar hacia aquel lamentable escenario.

La observa a su lado, esta parece mantener su vista fija hacia nada en especial, por lo que carraspea levemente para llamar su atención.

—Entonces—inicia, pero duda en seguir.

—¿Entonces?—levanta una ceja con curiosidad, puede ver como Cinco batalla en su mente buscando las palabras adecuadas, algo extremadamente raro viniendo de la persona más apática del mundo, según Josephine.

Bufa, contrariado. No seguiría perdiendo su tiempo buscando la forma correcta de comunicarse, lo haría y ya, ese es su modo.

—¿De dónde vienes?—suelta.

Jo hace mucho esperaba que le cuestionara sobre su vida pasada, puesto que no iba a ponerse a contar sin que le preguntaran, todavía no había suficiente confianza. Sonríe levemente, le pareció muy amable de su parte que haya intentado, ¿No herirla?, con su usual imprudencia al hablar.

—¿De dónde vengo?—se hace la desentendida por unos segundos.

Cinco gruñe en respuesta, eso le divierte a ella.

—Ya, ya—se detiene y gira quedando frente a él para iniciar su relato.

—Ya, ya—se detiene y gira quedando frente a él para iniciar su relato

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Primavera de 1960.

Era una mañana particularmente tranquila; el sol brindaba cálidas caricias, el cielo se encontraba lleno de nubes que parecían algodones de azúcar colocados intencionalmente bajo un método de organización equilibrado, parejas caminaban tranquilamente por la acera sujetando sus compras, niños jugaban entre los callejones...

Pero más allá de todo eso, lo que llamaba la atención de una pequeña cabecita llena de cabello naranja era ese lugar:

Stadtler's Restaurant

Un comedor situado en aquel punto estratégico. Familias y amigos desayunaban en armonía. Luego, escuchó el ruido que hacía su estómago, tenía mucha hambre.

Bastó tan solo un asentimiento hacia la nada para que el plan ideado entre dos, diera inicio.

—¡AAH!—se escucha un grito dentro del lugar que alerta a todos los comensales y trabajadores.

Un pequeño que aparentaba no más de diez años agonizaba en el piso sujetando con fuerza su estómago y era esa, esa la señal que Josephine necesitaba, generar un foco de atención en el que se fijaran en conjunto.

—¡¿Pero qué le pasa?!

—¡¿Hay un doctor por aquí?!

Con disimulo, avanza entre las personas, a veces fingiendo interés, otras veces fingiendo duda, y ya para cuando una mujer por fin pone los ojos en aquella llamativa cabellera, Josephine había logrado su cometido.

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