Capitulo 4

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—Nalia, cariño —Terry, mi enfermera, me sacó de mis pensamientos— sabes lo que tienes que hacer —señaló aquella silla donde he pasado mucho tiempo

Asentí y me senté.

Intentaba perderme en mis pensamientos, esperando no sentir el pinchazo de la aguja.

—¿Nuevo libro? —preguntó Terry señalándolo

Negué con la cabeza.

En realidad era un libro viejo, y si no estoy mal fue uno de mis primeros libros. Mi libro nuevo, Rixon se lo llevó, imbécil.

—Sonriendo —hizo una pausa y me miró—. eso es nuevo —me señaló con su bolígrafo— y me gusta, deberías hacerlo mas de seguido. Tienes una sonrisa hermosa

Negue con la cabeza sonriendo

—¿Segura que no te hacen faltan lentes?

—Deberías ser mas respetuosa Nalia —respondió negando la cabeza y sonriendo—. Eres hermosa —hizo una pausa y me miró—, y lo sabes

—Si claaaaaro

Terry miró hacia el techo sonriendo

—Nalia no se que voy a hacer contigo

—¿Amarme tal ves?

—Ya lo hago querida, lo hago

—Bueno, si de verdad me amas, ve a traerme algo de comer

—Nalia soy enfermera, no camarera

—Pero me amas —le recordé—, así que eso lo compensa, ahora ve —le anime—. Vamos —moví las manos amigablemente echándola para que me trajera algo de comer

Terry no dijo nada mas, estoy casi segura, que se fue de aquella sala sonriendo y negando la cabeza.

[...]

—Nalia  —llamó mi madre—. ¿Quieres hacer algo?

—No —respondí casi en un susurro

—Bien

Por fin llegamos. El trayecto en carro me estaba matando. No esperé a que mis padres bajaran del auto, tomé sus llaves de la puerta, la abrí y me dirigí a mi habitación.

Abrí mi habitación y me recosté en mi cama.

[...]

Me desperté por unos toques en mi puerta.

—Pase —dije lo mas fuerte que pude

—Nalia, tienes que comer —entró mi madre con una bandeja de comida

—No, no me siento bien y tengo nauseas —respondí recordándole los síntomas de siempre

—Nalia, necesitas comer si te quieres poner bien

—No tengo hambre

—Come —volvió a decir mi a madre exasperada

—No

Mi madre miró hacia el techo enojada

—Bien haz lo que quieras —levantó los hombros—, si te mueres no es mi culpa —contestó dejando la bandeja en mi escritorio y salió de mi habitación

Recapacité y llegué a la conclusión, que mi madre tiene razón, tengo que comer para ponerme bien. 

Comencé a comer con dificultad ya que quería devolver todo lo que recién había comido

Solo un día masDonde viven las historias. Descúbrelo ahora