Las raíces de un árbol

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Sonreír, hablar con delicadeza y mostrarse encantador a cada momento, eran cosas que practicó y aprendió desde que era un pequeño príncipe.

Siempre mostrándose de una manera despreocupada, lleno de seguridad y una mirada confiada. La palabra hipócrita le calzaba como si la hubieran creado para él, siempre siendo perfecto para los ojos de las personas importantes en el reino, enseñando lo que ellos querían ver, dándoles la imagen que esperaban de él.

Yeosang era poco conocido para los ciudadanos de las naciones, apenas visto por las familias reales y los altos mandos del consejo. Ni siquiera conocía todo el país, apenas y recordaba las Ciudades, últimamente comenzaba a estudiar más sobre ellas. Siempre estuvo escondido en el palacio, viviendo en una burbuja que alimentaba a base de libros y documentos, siendo ignorante a los verdaderos problemas, lleno de privilegios que comenzaba a notar.

No por eso era alguien tonto. Admitía ser ignorante a muchos hechos, a tener privilegios que aunque para él eran cosa de todos los días, había personas que no los tenían. Pero no era como la imagen que tenían sus súbditos de él, sabía la imagen de rey desinteresado y caprichoso que daba, sabía que el consejo pensaba que lo controlaba y los muchos rumores sobre su habilidad, ni hablar de su matrimonio.

- Majestad, me parece una decisión muy repentina, estamos a pocos días de comenzar con preparativos y en su agenda no hay espacio para un viaje. - Le decía su primer ministro de Utopia mientras caminaba detrás de él y Soobin.

- El ministro de Aurora se las arregla él solo en la nación, ¿Por qué sería diferente con usted? - Le preguntó Yeosang. - Además, se me dio la gana viajar un poco, bajar la tensión entre las naciones.

- Majestad, no puede cambiar las cosas así de repente, el consejo pide una explicación a la luz que atacó hace unos días.

- Por eso no te preocupes, Soobin ya se está haciendo cargo de los preparativos para restablecer las tierras perdidas de los damnificados. - Yeosang caminaba hacia sus aposentos.

- Pero dejarme sus responsabilidades de la nada me hará tener que mover mi propia agenda. - Dijo el ministro intentando que el rey escuchara sus preocupaciones.

Yeosang sonrió con esa dulzura agridulce que lo caracterizaba.

- ¿Quién dijo que te quedarás a cargo? - Preguntó con cariño falso en su voz.

El hombre mayor lo miraba confundido, era normal que cuando el monarca no se encontraba en una de las naciones era el ministro el que se quedaba a cargo.

- ¿Acaso el rey Jongho se quedará?

- Para nada, mi esposo debe ir conmigo. - Se giró hacia el hombre de repente haciéndolo detenerse abruptamente. - Dejaré al conde Soobin a cargo.

El rostro de sorpresa del ministro no se hizo esperar, volteó a ver al alto joven al lado del rey, como este permanecía con su rostro tranquilo.

- Majestad, eso es una decisión inapropiada, el pueblo no...

- Ya di la orden, se llevará a cabo. - Yeosang ya quería que el señor se fuera, tenía cosas que hacer y este no dejaba de perseguirle por todo el palacio, ¿qué no tenía casa?

- Su majestad, incluso el virrey se encuentra en la ciudad, puede ser una buena opción para mostrar que...

- No, el conde se quedará a cargo, es mi mano derecha y sabe cómo resuelvo los asuntos. - Yeosang no quería soportar a su tío al mando, no sería justo para la memoria de su padre. - El "virrey" no ha gobernado y su puesto social lo impide, no hay cambios en mi decisión.

- Su transporte acaba de llegar al palacio. - Anunció Soobin al ver su reloj de mano. - ¿Lo acompaño a la entrada?

- No es necesario. - El primer ministro se acomodó su traje, hizo una reverencia y comenzó a caminar al lado contrario donde se encontraban.

Secrets And Lies: The other nation - ATEEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora