Cómo normalmente suelen hacer, Hawks y tú están patrullando la ciudad por la noche tranquilamente.
El tiempo anunciaba una tormenta, tú te encontrabas resfriada y por mera precaución llevabas una sombrilla por si la lluvia llegaba a medio patrullaje pero tan grata era tu suerte que la olvidaste en la agencia.
Pasado unos minutos la lluvia llegó en forma de pequeñas gotas ligeras, tanto a Hawks como a ti no les importó mojarse, ya que pensaron que esas gotitas formaban parte de la lluvia que se había anunciado en los medios.
Cómo cereza de pastel Hawks soltó un -Parece que ni una lluvia podrá con el número 2- Mientras colocaba suavemente sus brazos a los costados de tu cadera.
¡Oh! Que gran error fue haber abierto la boca para decir eso, en un dos por tres la lluvia terminó por soltarse en gotas gruesas. Sin embargo, el hecho de que la lluvia haya empeorado no los alarmó a ninguno de los dos.
Cómo Hawks sabía que te encontrabas resfriada, te tomó por la cintura para atraerte a él y te tapó con una de sus alas para resguardarte para que tu estado no empeorara.
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Decidió que lo mejor era llevarte a casa, a medio camino comenzaste a toser mucho y tener ligeros escalofríos; con la ala más cercana a ti, te enrolló y la esponjó para mantenerte caliente, mientras que con la otra tapaba a ambos de la lluvia.
Cómo él aún tenía cosas por hacer, te dejó en la puerta de tu casa pero no sin antes abrazarte y depositar un beso en tu frente.
