¡Leven anclas, icen las velas y suelten las amarras!
Será mejor que comiencen a creer en historias de piratas, porque esta es una.
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Derechos de la idea original: Nathan_978
Redacción de la historia enteramente de mi autoría.
× Queda completamente...
El legendario e indestructible navío maldito. Los que alguna vez lo llegaron a ver, cuentan que estaba hecho de una madera tan obscura como el carbón del infierno, pero tan resistente como un diamante. Sus enormes velas negras hacían avanzar al barco como ningún otro, sus cañones eran los más poderosos de los 7 mares y su tripulación...
Al mando se encontraba el despiadado “Demonio de los 7 Mares", un capitán tan diabólico que el mismo infierno lo escupió de vuelta a la tierra. Algunos los describían como un viejo barbudo al que le faltaba una pierna y un ojo, otros decían que era la viva reencarnación de algún demonio marino... Sin embargo, todos coincidían en algo: el tatuaje en su muñeca derecha.
Como cualquier otro pirata, el Capitán Yibo contaba con su propio tatuaje pirata: Un ancla de barco siendo rodeada por los tentáculos de un calamar gigante. Se decía que el calamar gigante representaba al Capitán Yibo y su capacidad para arrastrar hasta el fondo del mar flotas enteras.
Bajo su mando se encontraba la tripulación más temida del océano, y al igual que su capitán, habían numerosas leyendas en sus nombres. Muchos creían que eran los espíritus de famosos piratas en busca de sangre y venganza.
No importaba qué idioma hablaras o qué clase de barco tuvieras. Si alguna vez veías en el horizonte la niebla negra y las enormes velas piratas... era mejor que pidieras perdón por tus pecados antes que pedir por un milagro.
Los 7 mares siempre estarían a favor de Calamidad y su tripulación maldita.
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“Bienvenido a bordo de Calamidad”
Xiao Zhan despertó mareado y con un horrible dolor de cabeza. Había tenido una horrible pesadilla sobre un barco maldito y un despiadado pirata. Gracias a los cielos que estaba en...
¡¡¿En dónde demonios estaba?!!
– ¡Al fin! ¡La Bella Durmiente ha despertado! – gritó una voz y luego se escucharon un montón de risas y carcajadas.
– ¡Perfecto! – dijo el capitán – Levántate belleza, es hora de que le hagas una visita a los tiburones.
Aún aturdido, Zhan se levantó como pudo del suelo, pues al parecer tenía las manos atadas detrás de su espalda. De un brusco movimiento Yibo desenvainó su espada y apuntó directamente al cuello de Xiao Zhan.
– Camina bonito, a los tiburones no les gusta la impuntualidad – se burló y sacó a relucir su sonrisa de medio lado.
Con las piernas temblorosas, Zhan comenzó a caminar hacia la plancha del barco mientras le rezaba a Xie Lian para que cuidara de su familia en su ausencia.
– Yibo, detente – se escuchó una voz a lo lejos. La tripulación estába a la expectativa.
