Era lo más precioso que sus ojos habían visto.
El odiaba a todos los humanos al ser seres irracionales interesados tan solo en si mismos.
pero ella... Sukuna no tiene idea si fue que la encerraran bajo el mismo techo que el y fuera lo único que vi...
Aún no daba por hecho el que me hayan regalado mi propio apartamento gracias a mis calificaciones.
Me emocionaba saber que mi excelencia por fin había rendido frutos.
Todos esos días en los cuales no salía de fiesta gracias a las pesadas tareas, o todas aquellas veces en las que quise mandar todo a la mierda.
Valieron la pena.
Caminé hacia mi casillero meneando un poco mi cabeza de lado a lado.
Creo que cualquiera podría notar que estoy demasiado feliz.
Y fue así.
A lo lejos, un hombre con traje y cabello recogido, no totalmente, puesto que un mechón de sus cabellos negros azabache caía sobre su frente, me miraba.
Me veía confundido, con sus rasgados ojos un poco achinados y su ceño fruncido.
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Tal vez me confundía con alguien mas.
Al llegar a mi casillero, abrí la pequeña puerta de este metiendo todas mis libretas y sacando únicamente la de la clase que tenía a continuación.
No era mi clase favorita, en realidad estaba lejos de serlo, pero no pude evitar apretar la libreta con emoción al recordar el porqué de mi departamento.
¡Me esforzaré por mantener mi promedio!
"¿Te atropelló el tren de la felicidad?"
Salté del susto dejando caer la libreta de derecho administrativo al escuchar aquella grave vos detrás de mi.
"Lo siento, no quise asustarla"
Me agache rápidamente a recoger mi cuaderno y cerré mi casillero.
"Descuida" Al girarme me lleve la sorpresa puesto que se trataba de aquel hombre de cabello azabache.
Tenerlo cerca de mi me hacía sentir pequeña. Era enorme.
"¿Te conozco?" me atreví a preguntar
"Oh cierto, lo siento. Mi nombre es Suguru Geto, es un placer"
Mi mirada bajo hacia su mano la cual esperaba ser estrechada con la mía.
Eso hice.
"Un gusto, (Tn) (Ta)"
"Bien, la llamaré (Tn)"
Mis ojos se abrieron como platos ante la confianza que este hombre tenía.
Pero mi ceño de frunció al ver como reía por mi reacción.
