─¿Estás segura de lo que piensas hacer?
─Sí.
─¿Eres consciente de las consecuencias ú el daño que te puedes hacer tu misma por tomar esa decisión?
─Totalmente.
─Y con todo eso estas de acuerdo... ¡Me cagó en la puta madre...! Eres tan terca, Isabela.
─Relajate Edith, es lo único que puedo hacer. No me queda de otra para saber toda la verdad que esconde la empresa Mousett.
─Claro que si tienes de otra... Por ejemplo... No hacer nada...─Sugirió.
─Ni de coña. Sabes que eso es imposible.─Negué, rotundamente.
─Pero, ¿y si...?─Insistió.
─Que, no.─volví a negar.
─Bueno, ya no te contradigo más porque se que no vas a cambiar de opinión, vale... Pero quiero que sepas que no estás sola ¿si?
─No te quiero meter en esto. Y además ya hice mal con contarte todo, y eso implica que...
─¡Cállate! Eso no importa. Te dije que estoy contigo y te apoyaré en tu jodido plan.─Suspira.─Y no puedes negarmelo.- Edith, hace una exagerada sonrisa de complicidad. ─además, soy tu mejor amiga.
─Bien, intensa.─Giró los ojos, dándome por vencida.
─¡Wiii...!.─exclama, confelicidad.
Ya estábamos llegando a mi morada.
Estaba a punto de meter la llave en la cerradura cuando me acordé de algo que había olvidado aclarar.
Me giré rápidamente hacía Edith, con el ceño fruncido.
─Oye, no le digas nada de esto a mi madre.
Le rogué, refiriéndome al tema en general. Mi madre no puede saber nada de lo que pasó. Lo del homicidio, ú todo lo que va referente al tema de Mousett o de mi plan de destapar lo sucio que hay. Por muchos motivos. Lo que conllevan a que le puede dar una crisis, lo que podría causar que empeore con su enfermedad o también me podría impedir ir a trabajar y no puedo permitir que haga eso. Así que lo más razonable que puedo hacer es ocultarselo.
Sí, se que suena mal pero, no me puedo dar el lujo de que a mi madre le pasé algo por mi culpa.
─Eso ni me lo tenías que pedir. Lo se, y no lo haría.
Asentí con la cabeza de forma automática. Y nos adentramos por la pequeña sala de estar color naranja. Y subimos a mi habitación a dejar nuestras cosas y de repente escuchamos un grito.
─¡¡ISAAAA, ESTOY EN EL TALLER!!
Es mi madre. No saben lo reconfortante que es oírla.
Cabe aclarar que mi madre tuvo que dejar su trabajo de abogada por la leucemia. En todo su tiempo libre cuando no está en consulta médicas frecuentes. Se la pasa en su taller. Que prácticamente es un cuarto que la ayude a decorar cómo tal. Con estantes y herramientas para trabajar con alfarería.
Lo más impresionante que la he visto hacer, son sus estatuas de tamaño Real de animales é insectos y también las figuras del proceso por el que pasa una mujer en el embarazo, entorno a su cuerpo. Es increíble lo que puede hacer, y tan complicado que a mí se me hace. Yo la he intentado ayudar a hacer cosas de cerámica. Pero que va. Lo mío es el dibujo. El diseño gráfico se me da de maravilla.
─¡¡ESTA BIEN, YA VAMOSS!!─Grito, de vuelta.
─Todavía no me acostumbro a su método de comunicación. Y creó qué nunca lo haré.─opina Edith, con su ceño fruncido.
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La fuerza inexplicable de un sentimiento]✔
Misterio / Suspenso¿Te imaginas cuando un sentimiento es tan atrayente que es capaz de arruinar todo? Para bien o para mal, y no es porque lo desees o porque eso quieras. Simplemente pasa, sin razón, sin motivo y sin opción a elegir. Así sea lo último que hubieras que...