Parásito

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Amanece en la capital, un rayo de luz entra por una ventana y empapa los ojos de Vanessa, es de día, molestos pájaros nativos de la capital resuenan por todos lados.
El ave de caza es un pájaro color negro y pecho azúl cuyo canto es insoportable para Vanessa, es como un silbato que tiene un tono en subida repetido y luego un tono de bajada "como cuando cae algo en las caricaturas" según Vanessa.
Ella se cubre la cabeza con dos cojines  y aprieta fuerte. Aún así no logra silenciar ese sonido.
- Feliz día de despertar tarde! - Gritó Albris quitándole los cojines a Vanessa.
- Q-qué pasa?!
- Son las 12 del mediodía y no he desayunado, vamos a comer.
- P-pero estamos en pijama.
Albris solo fijó su vista en Vanessa con una sonrisa.
- Además aún no termino de curarte.
- Vamos, me amarré el brazo con una sábana, vamos, me arde el estómago.
- Eso no es normal... A mí me duele la cabeza y no tengo ganas de comer nada.
- Toma esto, después toma 2 vasos de agua. - Albris le entregó un vaso de shot a Vanessa con un líquido morado.
- Dónde está Andrómeda?
- Se sentía mal y no quiso mi remedio contra la cruda, se salió y dijo que ya venía.
Vanessa vió el líquido morado con preocupación de que supiera mal y lo tomó en un trago.
Andrómeda no tenía cruda, de hecho se sentía bien gracias a un árbol medicinal que ella tiene, mastica sus hojas para deshacerse de malestares menores.
- Andrómeda. 
- Fuera de aquí, no te quiero volver a escuchar!
Andrómeda caminaba en dirección opuesta al sol por una banqueta con árboles de nuez, una ardilla parecía querer abrir una pero fallaba miserablemente.
- Qué pasó amigo? Quieres la nuez?
"Love" Andrómeda la usó para hacer crecer la cáscara de nuez hasta que se rompió y la ardilla tomó el corazón. La sombra de Andrómeda se extendía frente a ella, aquellos ojos que brotaron de la puerta del baño se manifestaron en la sombra a plena luz del día y escuchó la misma voz carismática y provocativa que salía de los ojos.
- Por qué me evitas? No he hecho nada malo.
- No necesito pruebas, ese compañero tuyo me lo dejó en claro, son la misma basura.
- Admito que no fue mi mejor opción, pude haber enviado a alguien menos... Ostentoso.
- Ese no es el punto, ese tipo mató gente.
- Lo que te molesta es que mató gente?
- No, yo odio a cualquiera que sea inteligente como para hablar y poner su satisfacción por encima de la vida de los demás. Y si tú lo enviaste es porque eres de la misma calaña, ahora déjame en paz.
- Hmmm... Ya veo. Tú no matarías a alguien para cumplir con tus metas?
- No hagas preguntas como si estuvieras a salvo, mancha. - Un aura amenazante emanó de la mirada cortante de Andrómeda haciendo que algunos de los ojos se cerraran y volvieran a la sombra, una acción que la sombra tomó como si cambiara su postura a una más cerrada en señal de defensa. Un solo ojo veía a Andrómeda desde el piso.
- No tengo método para defenderme ni atacarte, en cuanto salga de tu sombra desapareceré y no te volveré a molestar... Hay algo que quiero decirte antes de eso.
Andrómeda se suavizó un poco al ver que la criatura no podía hacer nada más que hablar y tenía intención de irse.
- La criatura que mataste se llamaba Maurice black, era un convicto y asesino que desapareció de un día para otro.
- Qué?!
- Sin saberlo mataste a otro ser humano para cumplir tu propósito.
- Qué me estás contando? No sentí rastros de vida con Love, no había vida en esa cosa!
Los ojos brotaron nuevamente como flores en primavera, esta vez había el doble de ellos.
- Puedo separar mi ser y compartirlo con personas para dejarlos en un estado donde no están vivos ni muertos. Eso me ayuda a preservarlos si están en mal estado, a Maurice no le quedaba mucho tiempo, estaba ensangrentado y retorciéndose de dolor cuando lo encontré en el piso de su celda. - La sombra se manifestó en una esquina de la celda de Maurice y extendió una mano sombría hacia el.
- Maurice... Toma mi mano si no quieres morir. Te daré la fuerza que deseas pero tendrás que vivir bajo mi mando a partir de ahora. Estrecha mi mano y di "acepto".
- A... Acep... To.
Al tomar la mano de la sombra Maurice obtuvo una forma retorcida que le permitia vociferar y matar sin necesidad de armas.
Días después apareció muerto con la mitad de su cuerpo entre el bosque y la villa sin nombre.
- Tú mataste a Maurice Black. Lo siento.
- Hijo de puta.
La criatura se hundió en la sombra y desapareció. Andrómeda se quedó parada en aquel pasaje, se sentó junto a un árbol y se quedó ahí sin pensar nada en específico, solo tratando de digerir lo que la sombra le dijo.

Ignite - Parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora