Después del desafortunado encuentro entre Gipsy y aquel Kaiju. Raleigh Becket desapareció.
La PPDC busco arduamente los restos de Gypsy para tratar de reconstruirlo y después de mucho tiempo de buscarlo por fin dieron con él.
—¡Comuniquenme con el mariscal Pentecost!—. Ordenó la mujer
—¡Enseguida oficial!
Uno de los hombres le dio un teléfono satelital y logró comunicarse con su superior.
—Aquí mariscal Pentecost.
—Mariscal, encontramos a Gipsy Danger.
—Bien, llévelo al shatterdome más cercano para su reconstrucción.
—Recibido, señor.
(...)
Actualidad
El mariscal Pentecost, junto con Tendo Choi y el piloto Herc Hansen se encontraban en la base de Alaska, teniendo una reunión con los líderes de todo el mundo.
—Los Kaiju se han adaptado, han evolucionado. Perdemos jaegers tan pronto los construimos y ahora aparecen kaijus categoría 4. Los ataque son más frecuentes y los jaeger ya no son la línea de defensa más viable que tenemos—. Dijo uno de ellos.
—Estoy consciente de ello—. Interrumpe el mariscal. —Son mi hombres los que caen, cada vez que cae un jaeger y por eso les pido una última oportunidad ¡un último ataque con todo lo que tenemos!
—¡Escúcheme mariscal!—. Interrumpió el líder de Gran Bretaña —El programa jaeger se canceló. Por otro lado, el programa del muro costero es una muy buena opción.
—El mundo agradece lo que hicieron usted y sus hombres, pero se acabó. Le autorizamos que lleve a los jaegers restantes a la última estación de batalla...Hong Kong. Recibirá financiamiento durante ocho meses mientras se termina el muro costero, después de eso ya no recibirá más apoyo.
Fue lo último que dijeron esos hombres antes de que se apagara la pantalla.
—¿Eso fue todo?—. Preguntó Choi
—Trajes, corbatas y radiantes sonrisas. Solo eso les importa—. Contestó Hensen con enfado.
—No los necesito.Tengo un plan—. Contestó serio Stacker.
Enseguida se separó de los otros dos hombres y tomó el teléfono satelital.
—Aquí, oficial Sevier—. Contestó a la chica al otro lado del teléfono.
—¿Dónde estás?
—Tokio.
—Te necesito en Hong Kong, te necesito con tu hermana cuanto antes.
—Si señor, salgo enseguida.
(...)
"El muro de la vida" Sitka, Alaska
En ese lugar se estaba construyendo un nuevo muro anti-Kaiju.
Se necesitaba gente para su construcción a lo que Raleigh no dudo en ir, ya no tenía nada, ni a nadie y necesitaba subsistir.
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Cuando llegó a Sitka, en la entrada vio un cartel: Trabajo por raciones.
No era su mejor trabajo pero lo necesitaba para subsistir.
Raleigh se acercó a una zona donde había muchos hombres y fue cuando el jefe apareció enfrente de ellos.
—Bien, acérquense—. Dijo el jefe de los constructores. —Les tengo buenas y malas noticias amigos ¿cual quieren primero?
—Pues la mala ¿no?—. Dijo un hombre que se encontraba a lado de Becket
—La mala es que ayer murieron tres hombres trabajando en la parte superior.
—¿Y la buena cuál es?—. Preguntó otro hombre a lo lejos.
—La buena noticia es que tengo tres vacantes de trabajo para la parte superior. ¿Quién quiere el puesto?¿Quién quiere comer?
Raleigh tomó uno de los puestos y comenzó a trabajar. Era un trabajo pesado y peligroso pero necesario. Después de horas de ensamblar y soldar metal la hora de descanso había llegado.
Cuando bajó, fue por su porción de comida y fue cuando las noticias en la televisión captaron su atención junto con la del resto de los hombres
—Me encuentro en Sidney, donde esta mañana otro kaiju atacó la ciudad. El kaiju, categoría cuatro atravesó el muro costero en menos de una hora. Los constructores habían dicho que el muro de la vida era impenetrable...
Los murmullos y quejas no tardaron en aparecer.
—Esa cosa atravesó el muro como si fuera aire—. Dijo un hombre regordete a lado de Becket
—El jaeger Striker Eureka, piloteado por Herc y Chuck Hansen, finalmente venció a la bestia...
—Mira, descontinuaron el programa jaeger por culpa de los malos pilotos. Así de simple. Esta es la décima victoria para Striker Eureka. Un nuevo récord—. Dijo Chuk en la entrevista.
—¿Se irán a Hong Kong?¿Incluso después de eso?—. Preguntó la entrevistadora.
—Al parecer si, esa es nuestra orden.
Raleigh se alejó del lugar, ya no quería seguir escuchando esas noticias. Ya bastante tenía con todo lo que le había pasado.
Antes de que él pudiera salir de aquel lugar vio como un helicóptero militar aterrizó frente a él. No tuvo que adivinar de quién se trataba. Ante las miradas de todos los hombres Raleigh caminó hasta aproximarse a aquel helicóptero.
Una vez en tierra, Pentecost descendió de aquella nave.
—Señor Becket.
—Mariscal—. Contestó el muchacho. —Se ve muy bien.
—¿Cuantos años?
—Cinco años, cuatro meses.
—¿Tiene un segundo?
Raleigh seguía serio, por unos segundo analizo al mariscal y finalmente accedió. Le hizo un movimiento en la cabeza para que lo siguiera.
—Pase a mi oficina mariscal—. Dijo Raleigh una vez que llegaron a un área de construcción apartada.
—No fue fácil encontrarlo, Anchorage, Sheldon Point, Nome.....
—Si bueno, un hombre en mi posición debe viajar con el muro, buscando turnos para poder comer. —Interrumpió Raleigh. —¿Qué quiere?—. Preguntó algo molesto.
—Pasé seis meses activando todo lo que podía conseguir—. Dijo en un suspiro. —Hay un viejo jaeger, un Modelo 3, yo creo que lo conoces. Necesita un piloto.
—Supongo que no fui su primera opción.
—De hecho, si fuiste mi primera opción, no hay más pilotos de los modelos 3.
Raleigh se levantó y comenzó a caminar hasta quedar a un lado del Pentecost.
—Escuche, tener a alguien mas en mi mente seria dificil. No puedo—. Dijo bajando la cabeza. —Estaba conectado con mi hermano cuando murió, no puedo volver a pasar por eso. Lo siento.
Raleigh comenzó a caminar, alejándose y dejando solo al mariscal.
—¿No se enteró señor Becket?—. Preguntó Pentecost aún más serio y llamado la atención del joven ex piloto. —El mundo está llegando a su fin ¡Donde prefiere morir! ¡Aquí o en un jaeger!
