Capítulo IV

2.8K 222 21
                                    

Base operativa, Hong Kong

El primer helicóptero había aterrizado y de él descendió una joven.
Mako Mori se encontraba en el helipuerto esperándola.

—Se supone que llegarías ayer, Keira—. Hablo Mako con un tono molesto.

—Lo siento, debía conseguir unas cosas, pero ya estoy aquí—. Contestó Keira más tranquila. —No deberías molestarte, yo soy la hermana mayor.

—Sí, pero de las dos yo soy la más responsable. ¿Qué hubieras hecho si el mariscal hubiera llegado antes?

Antes de que Keira pudiera contestar, otro helicóptero estaba aterrizando.

—Bueno, al parecer llegue a tiempo—. Contestó Keira en el oído de Mako ya que debido al ruido que emitía el helicóptero era muy difícil hablar.

Mako solo giro los ojos.

Cuando el helicóptero término de aterrizar y apago motores, de él bajo el mariscar Pentecost y un muchacho, el reconocido ex piloto de jaeger Raleigh Becket.

Ambos hombres comenzaron a caminar hasta aproximarse a Makor y Keira.

Makor le tendió un paraguas al Mariscal, mientras que Keira se lo extendió a Raleigh.

—Señor Becket, ella es Mako Mori  mi brillante asistente, dirige la reconstrucción de los modelos 3 y escogió personalmente a los candidatos para copiloto—. Dijo Pentecost señalando a la chica japonesa. —Y ella es Keira Sevier, mi otra mano derecha, ingeniera especializada en los modelos tres y primer oficial..

Lo imaginé algo diferente. —Hablo Keira en japonés a su hermana, pensando que el muchacho no le entendería.

—Oye. —Hablo el rubio. —¿mejor o peor?—. Contesto en japonés, acción que sorprendió a la chica y solo bajó la cabeza apenada.

Perdone a mi hermana Señor Becket—. Intervino Mako, aun en japonés. — Hemos oído mucho sobre usted

¿Hermana? No se parecían en nada, eso confundió al chico pero decidió ignorarlo. Raleigh hizo una pequeña sonrisa sin mostrar sus dientes y solo pudo asentir con la cabeza. Dejaron eso a un lado y se aproximaron al ascensor.

—Becket, recorreremos las instalaciones y la señorita Sevier lo llevará con su jaeger—. Dijo Pentecost.

—¡Esperen! ¡No cierren las puertas!—. Gritaron dos hombres corriendo hacia el ascensor.

—Gracias—. Agradeció uno de los hombres cuando finalmente entraron. —¡Atrás! es muy difícil conseguir especímenes de kaiju. Pueden ver pero no tocar.

Dentro del elevador había dos cápsulas con un pequeño fragmento de cerebro de kaijus

—Señor Becket, ellos son nuestro equipo de investigación. El doctor Gottlieb—. Señalando a uno de los hombres que usaba bastón para caminar. —Y el doctor Geiszler.

—No, dime Newt, solo mi madre me dice doctor—. Dijo el hombre de gafas. —Señorita Sevier.

—Newt.

—Cuánto tiempo, pensé que estaba en Tokio.

—Y así era, hasta que cerraron el Shatterdome.

—Cierto. Hermann, son seres humanos. Saluda.

—Ya te dije que no me hables de "tu" cuando estamos en frente de otras personas—. Contestó molesto el hombre del bastón.

Newt comenzó a remangarse, mostrando varios tatuajes, entre ellos algunos kaijus.

Titanes del Pacífico || Pacific RimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora